Ruinas de concreto destacan en tres puntos de Caracas. El Helicoide, el hotel Humboldt y la Torre Confinanzas estaban destinados a ser íconos de la ciudad y modelos de la arquitectura de su tiempo. Eran proyectos tanto ambiciosos como costosos que, aunque fueron construidos para usos totalmente distintos, terminaron compartiendo el mismo destino: el abandono de sus estructuras.
El León de Oro de la Bienal de Venecia obtenido por la oficina Urban Think Tank por el proyecto Torre de David: Gran Horizonte, hizo que los caraqueños voltearan la mirada hacia esos inmuebles que, por distintas razones, jamás se completaron.
"A partir de 1950 nos volvimos ricos y Caracas tuvo un crecimiento muy alto. Se empiezan a construir cosas sin las previsiones técnicas y económicas que asegurasen su sustentabilidad, es decir, su permanencia en el tiempo", explicó Diana Henríquez, ex presidente de la Sociedad Venezolana de Arquitectos Paisajistas.
La construcción del Humboldt y el Helicoide empezó en 1956, durante el mandato de Marcos Pérez Jiménez. El primero lo hizo la compañía venezolana Eneca, por petición gubernamental. El segundo albergaría un centro comercial y de exposición industrial, un hotel de cinco estrellas, un estudio de televisión, un parque, un club de propietarios y un palacio de espectáculos. Formaba parte del Plan de Modernización de Caracas, emprendido por Pérez Jiménez.
En 1986, el Helicoide fue asignado a la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención y ahora es sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional y de la Universidad Nacional de la Seguridad.
La construcción de la Torre Confinanzas fue iniciativa de David Brillembourg, presidente del consorcio financiero venezolano Confinanzas, en 1990: un edificio de 40 pisos, con fachadas de cristal y un helipuerto. Brillembourg hizo su fortuna gracias a la bonanza bancaria de la década de los ochenta. El empresario falleció en 1993, y en 1994 la entidad bancaria quebró por la crisis financiera. Desde entonces el edificio quedó en manos de Fogade.
"Uno de los rasgos de la modernidad venezolana es la improvisación. Como decía Cabrujas, tenemos la cultura de la provisionalidad, la permanente sensación de que algún día algo será definitivo. Lo provisional se hace permanente y lo que fracasa se olvida. Por eso Caracas está llena de ruinas precoces de la modernidad", aseguró el sociólogo Tulio Hernández.
Conversión de usos. Enrique Fernández Shaw, arquitecto, señaló que los edificios permanecen a medias porque para recuperarlos hay que considerar la cantidad de tiempo que ha pasado desde que se paralizó la obra, además de aspectos legales, técnicos y el contexto que rodea a cada estructura.
Deberían poderse recuperar.
A lo largo de la historia se ha demostrado que es posible rehabilitar edificios y asignarles otros usos", afirmó.
Hacer eso requiere del trabajo coordinado de arquitectos, paisajistas e ingenieros, que evalúen el estado de las obras y determinen qué es lo mejor para la ciudad.
Enrique Larrañaga, especialista en diseño urbano, asegura que debería realizarse un censo de las estructuras abandonadas: "Es necesario evaluarlas y hacer la conversión de usos que realmente sirvan a la ciudad. Lo primero es mezclar varios usos, acercar las actividades, no disgregarlas".
En el caso del Humboldt, la Asamblea Nacional aprobó en mayo un crédito adicional para el Ministerio de Turismo de 397 millones de bolívares, que debían ser transferidos a la Empresa Venezolana de Turismo para restaurarlo y poner en funcionamiento las áreas de servicio.
Entorno Inteligente
14-09-2012
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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