La maleza espesa, la falta de señalización y la delincuencia ensombrecen rutas de El Ávila
Piden retomar el registro de usuarios del parque
Sugieren subir en grupo para evitar ser presa fácil de los delincuentes
El Ávila como opción de recreación
De 26 puestos de guardaparques, solo 15 están aptos para la vigilancia.
JULIO MATERANO
Caracas.- El ascenso es exigente, la ruta pedregosa y las rocas implacables, nunca se terminan, son atajos y caminos. Pero quienes peregrinan El Ávila sostienen que el trayecto de subida a Sabas Nieves, el más concurrido de todos, es intuitivo, fácil de dominar, incluso para quienes incursionan por primera vez en la disciplina de subir el cerro, trecho arriba, donde la maleza espesa y la fauna silvestre flanquean los caminos desmoronados, de tierra amarilla y sin señalización.
El Ávila, un pulmón vegetal de 85.195 hectáreas, cuyas montañas han cobrado la fama de tragarse a sus visitantes, no solo es el terreno idóneo para la práctica de montañismo, también es la puerta de entrada al Sistema Nacional de Parques, una red que abarca 44 recintos nacionales, 36 monumentos naturales y 65 espacios de recreación. Todos bajo el resguardo de una misma institución, que administra 20% del territorio nacional, y es el ente rector de las políticas de protección ambiental: Inparques.
Sus caminos estrechos y de suelos arcillosos retratan la gestión de abandono de una institución que carece de insumos y de recurso humano para cumplir su labor de rescate, conservación y monitoreo. En Los Venados, parte del techo de La Casona, que funge de puesto de guardaparques, se cae a pedazos y la estructura se cobija con lonas. De los 26 puntos de control que tiene Inparques en El Ávila, solo 15 están operativos y de ellos no todos cuentan con guardia permanente, informan fuentes.
Marlene Sifontes, portavoz del Sindicato de Inparques, precisa que en la fachada norte, en el estado Vargas, solo hay dos puestos aptos. Uno en La Llanada y otro en El Mirador, pero en el último los guardaparques carecen de nevera y equipos para pernoctar.
En esa entidad, módulos de Naiguatá, Cerro Colorado, Los Pozuelos y Anare, una estación instalada recientemente y que fue desmantelada, tienen problemas de infraestructura, se filtran, no disponen de electricidad ni agua, los techos se desmoronan y las paredes están agrietadas. En La Cabrera, cerca del Castillo San Carlos, no se concluyó el puesto.
En Caracas, las cabañas de vigilancia reproducen la imagen ruinosa. En el cerro Papelón la estación de control está destartalada, al igual que en Catuche, Lomas del Cuño, Sabas Nieves II, Cachimbo, Las Trincheras, Culebrilla y Plan de Manzano. Un drama que se orquesta en La Sima y Las Culebrillas, en Guatire.
El marino y senderista Flanklin Daniel, especialista en gestión ambiental de la USB, advierte que la coyuntura los deja indefenso e impide a los guardabosques verificar que las caminerías estén despejadas, que las fuentes de agua estén en óptimas condiciones y que la señalética, que rige todo el entramado de avisos, sea la adecuada, como lo indica el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso del Parque.
Pero el plan compite con la falta de recursos. No registran los senderitas que ingresan al parque ni se requisan sus morrales. Quienes prestan servicio en el Cuerpo Civil de Guardaparques aseguran que 90% del presupuesto de Inparques se destina al pago de sueldos y carecen de linternas, radios de control, botas y uniformes para resguardar los espacios.
La opacidad gubernamental ha desvirtuado la función de los guardaparques en un momento donde recrudece la incursión ilegal y el daño ambiental por la construcción del teleférico de La Guaira, dicen. "En Lagunazo, un cuerpo de agua que podría desaparecer, se han multiplicados las mangueras que extraen el líquido con fines domésticos", denuncian desde el Sindicato.
La responsabilidad no solo recae sobre ese organismo. Existen otras instancias como el Juzgado Agrario, la Fiscalía Ambiental y la Guardia Ambiental, formada en asuntos naturales, que deben salvaguardar el Warairarepano, al igual que las alcaldías limítrofes. Flanklin Daniel, quien además es miembro del Grupo de Trabajo por la Seguridad en El Ávila, señala que hay guardaparques que tienen 20 años de servicio y son remunerados como obreros. "No podemos seguir permitiendo que la gente se extravíe", asiente.
Los deportistas de caminos peñascosos sostienen que el parque ha sido intervenido y exhibe la dejadez de una institución que ha descuidado la mayor herencia natural de Caracas: una montaña que alberga 27% de las especies de aves que del país y que requiere monitoreo. Yany Hernández completa la ruta de Sabas Nieves desde hace siete años. Lo hace todos los días, al final de la tarde, cuando el sol se aplaca y la humedad se hace menos densa. Es precisamente a esa hora, alertan usuarios, cuando aumenta el riesgo de asalto. En el lugar operan bandas de jóvenes que se dedican al robo.
Shirley Sierra, quien sube desde hace 15 años, escurre sus propias previsiones y denuncia la improvisación de trochas por delincuentes, que toman atajos hacia la Cota Mil después de delinquir. "Sugiero subir sin celular, acompañado y sin nada de valor".
La de Sierra no es una percepción aislada. Durante una de las jornadas de contraloría ambiental, realizada por activistas del Grupo por la Seguridad en El Ávila, fue hallado un escondite, a la altura de Cotiza, donde yacían carteras y documentos desperdigados.
El escenario luce escabroso como muchas rutas. Desde 2011 hasta marzo de 2017, el cerro ha estado asediado por el déficit presupuestario para garantizar a los guardaparques sus instrumentos de trabajo: machetes, tijeras, pintura e insumos de plomería. Ello ocurre pese a los recursos aprobados por Nicolás Maduro en septiembre de 2014 para el sistema de parques, cuando el Ejecutivo asignó 510 millones de bolívares y 15,4 millones de dólares para la compra de 150 kits de herramientas, 113 vehículos 4x4, 8 de emergencia, 25 cisternas, 237 motos, 28 botes y un helicóptero.
Hoy urge rescatar el sistema de riego. Daniel recuerda que en los 70 y 80 El Ávila se llenó de tuberías que fueron empalmadas con cisternas naturales para combatir incendios, pero han sido desmanteladas.
Un tesoro sin custodia
* El único vehículo operativo, de siete que llegó a tener Inparques en la fachada sur de El Ávila, está en Los Venados. En Papelón, donde convergen tres caminos, el puesto de guardaparques fue inhabilitado. Aunque está permitido el ingreso de menores, no se lleva un registro de senderistas. Usuarios denuncian la improvisación de rutas clandestinas.
* 370,23 millones de bolívares aprobó el Ejecutivo en septiembre de 2014 para la conformación y equipamiento de la red nacional de investigación científica del Sistema de Parques que debía contar con 250 brigadas. Esa misma ocasión se asignaron Bs 180,87 millones para 187 proyectos de recuperación de puestos de guardaparques
* En agosto de 2016 fue rescatado Jesús Orta después de cinco días perdido. En mayo de 2017 fue hallada Paula Imbriago después de siete días. Y este viernes la Organización de Rescate Humboldt, la misma que llevó a cabo los hallazgos anteriores, rescató a Emmanuel David Janzen (15 ) y a Keina Machado (14) en las nacientes de las quebradas Quintero y Adjuntas.
La maleza espesa, la falta de señalización y la delincuencia ensombrecen rutas de El Ávila
Fotos: Luis Morillo
El Universal
27-08-2017
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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