Intentamos mitigar la inseguridad revistiendo las viviendas y las calles con muros, cercas, sensores y vigilantes.
VICTOR ARTÍS
Vivimos días raros, con valores en rumbo desconocido hacia donde no sabemos. Al leer noticias e intercambiar opiniones, pareciera que solo progresamos en delincuencia, corrupción e ineficiencias y que la vida y la propiedad sean derechos en decadencia o irrelevantes.
Intentamos mitigar la inseguridad revistiendo las viviendas y las calles con muros, cercas, sensores y vigilantes. Regresamos temprano a casa, lo que reduce el horario de muchas actividades en especial las que hacen grato vivir en ciudades.
El resultado es una ciudad de feudos, ámbitos aislados, donde impera la soledad y son escasas las oportunidades para tejer relaciones entre vecinos. Pero no dejan de ser vulnerables ante facinerosos decididos, oficiales o en libre ejercicio.
Dejar de trabajar acarrea perdidas económicas, especialmente en el comercio, el entretenimiento y la gastronomía También inhibe el aprecio por los valores urbanos y socava la noción de pertenencia y la responsabilidad hacia lo común. Puede ser que incite a más del 80% de los residentes en Cerro Verde, Los Naranjos y La Lagunita, (solo por citar algunos) a diferir el pago de los impuestos municipales, a pesar de ser irrisorios e insuficientes para mantener sus vecindarios y como todos esperan que los gobiernos arreglen las cosas, no toman iniciativas para superar deficiencias, ni en las zonas residenciales, ni en sectores donde persista el comercio. No sienten su calle ni la ciudad como suyas.
La diversidad de usos en un centro comercial debe facilitar la creación de un ambiente animado, tal como ocurre en muchos países, tanto cercanos como lejanos. Además de estacionamiento, control climático y seguridad cuentan con una gerencia que puede tomar decisiones para promover eventos y actividades que despierten interés y curiosidad suficientes para atraer clientes y mantenerlos entretenidos.
En cambio sectores urbanos como la Calle Real de Sabana Grande, Las Mercedes o El Hatillo están casi desiertos desde las 7:00 de la tarde y lo mismo ocurre en el centro de Caracas. Sitios valiosos todos pero sin espíritu de comunidad ni dirección que proponga e implante iniciativas para generar y mantener aprecio por sus atractivos.
Esta falta de guía la podría aportar la autoridad municipal correspondiente si entre sus funciones asumiera la promoción del desarrollo para crear prosperidad y no considerara suficiente el cuido de lo existente y hacer cumplir las ordenanzas. Solo así los nodos urbanos tradicionales evitarán deslizarse en la decadencia y ser substituidos por los centros comerciales.
Si hubiera una rivalidad sana entre lo nuevo y lo precedente la ciudad ganaría, en cambio pierde calidad cuando la competencia decae porque domina el anonimato y se abren oportunidades a la inseguridad.
A la decadencia urbana también contribuye el facilismo que aspira a que “otros” resuelvan, en lugar de estar dispuestos a aportar o cooperar, lo cual es no tener conciencia de que refugiarse en el individualismo es una omisión que no conduce a ninguna parte.
vartisg@gmail.com
El Universal
04-02-2017
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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