Mónica Ponce de León fue incluida en el top 5 de académicos latinoamericanos. Foto Cortesía Mónica Ponce de León
El trabajo de Mónica Ponce de León, decana de la Universidad de Princeton, está influenciado por Carlos Raúl Villanueva y la Caracas de 1970
MARÍA EMILIA JORGE M.
MJORGE@EL-NACIONAL.COM
Cuando la arquitectura se tambaleaba ante el miedo de que el humano perdiera protagonismo frente a las computadoras, Mónica Ponce de León buscó la forma de que la robótica estuviera a su servicio. La venezolana, hoy decana de la Facultad de Princeton –la primera latina en ocupar esa posición– es pionera en la utilización de robots típicamente usados en la fabricación de carros para construir edificaciones diseñadas por ella.
La primera vez que la profesión la deslumbró estaba en Caracas, donde nació y vivió hasta graduarse de bachiller: a su colegio, el Champagnat, llevaron a un arquitecto que les habló de la estructura escalonada del edificio Banco Metropolitano, diseñado por José Miguel Galia, ubicado en Sabana Grande. Quedó flechada al entender que la arquitectura no era únicamente funcional, sino que se mezclaba con el espacio.
Meses después de esa epifanía que tuvo en 1983 se mudó a Estados Unidos. Sin conocer el idioma, y al tiempo que lo estudiaba, comenzó a trabajar en una carpintería, donde el germen de la tecnología comenzó a crecer. “En la carpintería usábamos equipos guiados electrónicamente. Cuando me gradué de la universidad ya habían evolucionado y eran guiados por computadoras. Mi interés por lo robótico no es solo porque te abre puertas en la construcción, sino porque el mundo en general se dirige hacia esa dirección y es inevitable en la arquitectura”, cuenta por teléfono desde su despacho académico, con su acento impecablemente venezolano.
Como profesora de Harvard desarrolló el primer laboratorio de fabricación robótica de una escuela de Arquitectura en Estados Unidos, y luego repitió la experiencia en la Universidad de Michigan.
El triunfo tiene un lugar privilegiado en el currículo de esta mujer de 50 años: en 2007 se convirtió en la primera hispana en recibir el Premio de Arquitectura Cooper-Hewitt de Estados Unidos y este año fue la primera latina en ser co-curadora del pabellón del país norteamericano en la Bienal de Arquitectura de Venecia.
En la sangre. La Caracas de la década de 1970 surge constantemente en su conversación. La influencia de la arquitectura de entonces la marcó. Su trabajo, asegura, toma muchas referencias de la obra de Carlos Raúl Villanueva, y estando en Harvard armó una exhibición retrospectiva de los trabajos del arquitecto más importante del país en el siglo pasado y quizás en lo que va del actual.
“La Universidad Central de Venezuela tiene un campus impresionante. Lo viví como niña porque estaba en una coral y a los 12 años fui a cantar al Aula Magna. Para mí fue alucinante sentarme a ver las nubes de Calder. Siempre he buscado generar esa reacción que te produce la arquitectura de Villanueva”. Su motivo cada vez que se sienta frente a una computadora a imaginar es que el resultado sea capaz de construir identidad y cultura.
El año pasado, el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York abrió una exposición de arquitectura latinoamericana. Como le ocurrió a los 17 años, Ponce de León se estremeció al ver el mismo edificio del Banco Metropolitano que en la adolescencia la encandiló.
Premio a la enseñanza
Antes de que ella obtuviera su título en Arquitectura, nadie en la familia Ponce de León estudió una carrera universitaria. Mónica rompió el molde y se zambulló en la academia, tanto que este año la revista especializada Americas Quarterly la nombró dentro de los cinco primeros académicos latinoamericanos, luego de que fuera seleccionada decana de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos.
Su desempeño universitario es amplio: tras graduarse en la Universidad de Miami, estudió la maestría en Harvard, y luego volvió al sur de la Florida para empezar a enseñar. En Boston fue docente en la Northeastern University, y luego pasó a Harvard como profesora asistente, donde despegó su carrera académica entre 1996 y 2008 al dictar clases en el posgrado de Diseño.
Entre 2008 y 2016 fue decana de la Universidad de Michigan. “Tienen a 600 estudiantes, es una universidad pública que tiene mucha influencia en términos de diversificar la profesión”.
Su primer semestre en Princeton lo ha tomado para aprender antes de proponer. “Fui de la escuela más grande a la más pequeña. Lo importante de aquí es la mezcla de la teoría y el diseño. No aceptan la arquitectura convencional”.
El Nacional
14-08-2016
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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