El alquiler está emergiendo con fuerza como fórmula de vida alternativa y refugio ante la crisis inmobiliaria. Sea por convicción o por mera necesidad, cada día más gijoneses se decantan por vivir de renta frente al acceso a una casa en régimen de propiedad. No hay datos locales, pero sí nacionales elaborados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que para los expertos consultados son perfectamente extrapolables a la ciudad. En 2006, en plena burbuja inmobiliaria, el porcentaje de familias que residía en una vivienda de su propiedad era del 81,30%, el más alto de Europa, y apenas un 13,56% lo hacía en un piso en alquiler. A fínales de 2010, último dato disponible, el INE constata cómo los propietarios se han reducido al 78,39% de los hogares y quienes optan por el arrendamiento representan ya el 16,09% del total.
Las otras modalidades del régimen de tenencia de los inmuebles (fruto de cesiones, por ejemplo) se mantienen estables sobre el 5% del parque de viviendas.
El aumento de la oferta de pisos en alquiler en Gijón empezó a constatarse de forma significativa a partir de 2008 y, como en otras urbes españolas, ha contribuido a la bajada de precios y ha permitido a los inquilinos encontrar viviendas cada vez con mejores prestaciones y calidades.
Con el fenómeno del incremento de los arrendamientos también han ido en aumento los seguros que garantizan el cobro de las rentas y la tramitación de un proceso judicial. La póliza para evitar la morosidad de inquilinos indeseables supone un 4,5% anual de la renta. Pese al intento por agilizar los procesos judiciales con el llamado desahucio exprés, los expertos reclaman al Gobierno de Mariano Rajoy más medidas normativas que aumenten la seguridad jurídica del arrendador, porque los desalojos todavía se alargan al menos un año, aproximadamente.
En los últimos años el mercado de la vivienda en alquiler también se ha estimulado con una fiscalidad favorable para los arrendadores. Los propietarios que alquilan no tributan nada y desgravan el 50% de las rentas si el inquilino tiene 30 años o menos. A esta ventaja se suma que se puede deducir los intereses del préstamos hipotecario como gasto necesario para poder alquilar la vivienda.
El Comercio
24-02-2012
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