martes, 15 de noviembre de 2011

El día que la ciudad perdió el rumbo

Marco Negrón es profesor de urbanismo en la UCV NICOLA ROCCO
"Es difícil precisar una fecha exacta, pero si me apuran diría que el comienzo de todo este desastre tuvo lugar a principios de los 80, y si tengo que elegir un hecho que marcara el comienzo de la caída, hablaría de la eliminación de la Oficina Metropolitana de Planeamiento Urbano (Ompu), que realizó el último plan para la capital en 1983.

Allí estaban previstas todas las cosas que hoy, casi treinta años después, seguimos creyendo necesarias: la necesidad de un gobierno metropolitano (que se creó pero fue reducido a su mínima expresión por razones políticas), la integración de los barrios a la ciudad y su rehabilitación, los 300 kilómetros de vialidad que necesita Caracas, completar la red básica del Metro y desestimular el uso del automóvil.

Pero en el 89 los primeros alcaldes electos, Claudio Fermín y Eugenio Mendoza, eliminaron la OMPU y no la sustituyeron por ningún órgano equivalente, por lo que Caracas ya tiene más de veinte años creciendo sin ningún tipo de planificación.

Yo recuerdo que a comienzos de los ochenta vino a Caracas Jean Pierre Cousin como corresponsal de la revista francesa La Arquitectura de Hoy, a hacer un reportaje sobre nuestra capital. Yo le pregunté por qué la habían escogido y me dijo que porque se trataba de una de las ciudades que más estaba progresando en el mundo.

Luego, en la década de los 90, tuve la oportunidad de viajar muchísimas a veces a Bogotá, de hecho, gran parte de mi vida durante esa época transcurrió entre Bogotá y Caracas. Y me acuerdo que al principio, a inicios de los 90, esta ciudad era la envidia de los bogotanos. Pero entonces comenzó a pasar algo extraño, algo que yo no percibí bien en ese momento porque fue muy paulatino: poco a poco Bogotá fue mejorando mientras Caracas empeoraba. Y ese proceso continuó hasta hoy, cuando ni el más loco de los bogotanos cambiaría su ciudad por esta".

"Mi familia se mudó de Valencia a Caracas cuando yo apenas tenía 6 años, allá por 1939. Ese año llegué a la capital e inauguramos la urbanización Bella Vista.

Era una ciudad bucólica por entonces (y lo siguió siendo en menor medida durante toda la década del cuarenta y el cincuenta) pero al mismo tiempo tenía un empuje urbano, de empleo, de ideas, de debate.

¿La primera vez que yo sentí que algo andaba mal en Caracas? Fue cuando Pérez Jiménez, cuando se construyó la avenida Bolívar que partió a la ciudad en dos y cuando hicieron la Urdaneta, llevándose por el medio edificaciones coloniales. Nada quedó en pie. Todo había comenzado con Medina cuando en 1942 tumbó el barrio de El Silencio para dar paso al proyecto urbanístico de Villanueva, pero yo me di cuenta fue después, en los cincuenta, y pensé que ese afán de pasarle por encima a lo antiguo no nos iba a llevar a nada bueno.

Supongo que fue el dinero que empezó a llegar con el petróleo lo que a la larga perjudicó a la ciudad. Es que ni el restaurant Álvarez de la esquina de Veroes, que había sido una escuela pública fundada por Simón Rodríguez, fue respetado.

Pero no es el progreso el culpable, no es el dinero, es el mercantilismo, el urbanismo entendido como destrucción. Que no digan que yo estoy en contra del progreso porque tengo casi ochenta años, no. Una vez fui a Barcelona (España) y me dio gusto caminar por las Ramblas. Ahora quiero caminar por el bulevar de Caricuao y es un desastre, lleno de obstáculos, destrozado, quiero ir a alguno de los cuatro parques recreacionales que tenemos aquí en la parroquia (supuestamente ecológica) pero resulta que no hay ni un banquito ni un camino.

La decadencia no comenzó en los 60, pero a partir de entonces se acentuó. Y en los últimos veinte años ni se diga. Ahora por la inseguridad pasamos más de la mitad del día entre cuatro paredes".

El que no lo vio, lo oyó: hace no mucho tiempo, Caracas era una ciudad pujante con futuro luminoso, con movimiento de obras públicas, con servicios y vida nocturna, una urbe amable que recibió miles y miles de inmigrantes de España, Portugal, Italia, Argentina, Chile y Uruguay y que parecía encaminada hacia el Primer Mundo más temprano que tarde.

¿Cuándo se torció el rumbo? ¿En qué momento preciso de nuestra historia comenzó la decadencia y aquella capital terminó convirtiéndose en esta ciudad hostil que hoy conocemos, de tráfico insoportable, en toque de queda a partir de las nueve de la noche, con la basura como parte cotidiana del paisaje y sumida en el caos?

Tres ilustres caraqueños, todos con más de medio siglo viviendo en la capital, intentan responder estas preguntas, intentan precisar de alguna manera el día, el mes, el año, el momento, en que las cosas comenzaron a torcerse, determinar lo que para ellos fue el hecho simbólico a partir del cual comenzó la decadencia.

Los usuarios, que pudieron expresar su opinión a través de la web en la sección Su Opinión Cuenta o a través de la página de Facebook de la sección Caracas, también aportan ideas.

"Yo vivo en Caracas desde una época en que tú ibas a El Silencio en diciembre o enero y no podías ver de la neblina, un tiempo en que los taxistas se burlaban de esa autopista (la Francisco Fajardo) porque decían que estaba tan alejada de la ciudad que por ahí no iba a circular nadie. Era 1961 cuando mi familia se mudó de Carúpano a la capital.

Esta era una ciudad que parecía bien encaminada en los sesenta, en los setenta, incluso hasta mediados de los ochenta. Yo creo, aunque suene políticamente incorrecto, que a Caracas le perjudicó la descentralización. Cada municipio comenzó a actuar por su cuenta, desapareció la Ompu (Oficina de Planeamiento Urbano) y cada quien tenía su pdul (Plan de Desarrollo Urbano Local).

Caracas se dejó de planificar en conjunto y eso no tiene sentido. Porque cómo tú vas a pensar en Baruta dejando a Chacao por fuera, a El Hatillo, o a Sucre. Incluso Libertador, aunque no sea limítrofe. Caracas es una.

Y esa falta de planificación tú la ves en las urbanizaciones que se hacen desde entonces. Porque por allá en los sesenta sí se planificaba. Mira lo bien pensada que está Chuao, que tiene siete parques, iglesia, colegios... O Manzanares, o La Boyera. O incluso al oeste, mira el ejemplo de planificación que fue Casalta. Ahora hacen una casas y las tiran en cualquier lado sin pensar en tráfico, en servicios, en nada.

Si tengo que precisar un momento en que esta ciudad se vino abajo, diría que al mismo tiempo cuando el país se vino abajo: desde principios de los ochenta, cuando comenzó ese discurso antipartido, fomentado por las élites económicas e intelectuales, que tan dañino resultaría a la postre.

Y el dinero, la entrada súbita de dinero también perjudicó a la capital. Cuando CAP I pasó algo inexplicable: había más dinero pero menos obras y más endeudamiento. Inexplicable pero no irrepetible: hoy vuelve a pasar lo mismo pero peor".

El Universal
12-11-2011

Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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