martes, 2 de octubre de 2012

Tu ladrillo cuenta


ROSALÍA MOROS DE BORREGALES
Si hay algo que siempre he admirado del ser humano es su capacidad e inteligencia demostrada en cada obra de ingeniería. Me resulta sorprendente ver cómo desde tiempos antiguos el hombre construyó caminos para conectar poblaciones, puentes para enlazar dos orillas de ríos y lagos, túneles escarpados en las grandes montañas y duras rocas venciendo a la naturaleza para conquistar remotos lugares, sendas edificaciones como su lugar de habitación, acueductos para proveerse del vital líquido; en fin, una cantidad innumerable de construcciones, todas hechas para su bienestar y el desarrollo de su comunidad.

Para lograr todas estas obras era y es necesario concebir una idea, la cual la mayoría de las veces viene dada por una necesidad que hay que resolver; luego diseñar, planificar estrategias y finalmente ejecutar, es decir, poner las manos a la obra. En este tipo de proyectos, como en todos, es necesario que quienes se encargan del mismo tengan una idea clara de lo que se va a realizar, que estén perfectamente cónsonos con la meta propuesta. También quienes lo ejecutan deben estar capacitados con las habilidades necesarias para lograrlo. No intervienen en un proyecto de esta clase intereses personales, lo importante es la obra y todos los involucrados deben trabajar según la concepción de la unidad como equipo y con el propósito de cumplir con el proyecto.

Nos encontramos ante un país que hay que reedificar, lo cual requiere de un esfuerzo aun mayor; pues no es lo mismo empezar algo nuevo que levantarse de las ruinas. Y esta reedificación no podemos concebirla solo bajo el punto de vista que venimos tratando, en cuanto a lo material. Se trata de levantarnos como nación en todos los aspectos que competen a la vida nacional. Se trata, en primer lugar, de limpiarnos de todo el odio y contaminación de nuestros sentimientos de fraternidad. Es el momento de cambiar los ingredientes de la receta, pues no queremos perpetuar el resentimiento con el veneno de la amargura, sino alimentar los vínculos de hermandad a través del amor; pero no hablamos del amor romántico, hablamos del amor que es una decisión, que se da aunque emocionalmente no se sienta, pero que siempre nos recompensa con la sanidad que produce a quien decide darlo y a quien lo recibe.

En segundo lugar, es el momento de arropar a nuestra nación con palabras de afecto, de verdad y de luz. El momento de la gran siembra de valores, en la cual todos, absolutamente todos debemos convertirnos en maestros para llevar dondequiera que estemos y dondequiera que vayamos los valores del respeto, la verdad y la bondad. La única vía para ir erradicando todos los antivalores a los que ha estado expuesta nuestra nación desde las más altas esferas del gobierno actual y que como peste ha ido enfermando al país entero, desde niños, pasando por jóvenes, adultos y hasta a los ancianos.

No es el momento del desquite, es el momento del trabajo social, moral y económico. Es el momento de hablar con nuestras obras y comenzar a darle el verdadero valor a la palabra, tanto hablada como escrita. Es el momento de maximizar el tiempo que se invierte en cada labor y minimizar los desperdicios. Es el momento de ser firme en nuestras convicciones cristianas, de levantar nuestras cabezas, pero no por orgullo sino por dignidad. La dignidad de ser excelentes en lo que hacemos y no dejarnos atrapar por el monstruo de la corrupción. Es el momento de dejar huella a tu paso, no para vanagloria sino para bendición de los que te conocen y pueden ser impactados positivamente por tu influencia.

Es pues la hora de colocar tu ladrillo en la construcción de una nueva Venezuela, el pasado hay que dejarlo atrás, debemos extendernos a lo que se nos presenta en el hoy, con la confianza de que tendremos un mañana bendecido por Dios. Con la visión de llegar a ser conocidos como la nación que se levantó de las ruinas, que cambió el odio por la bondad y que prosperó en todos sus caminos.

¡En la Venezuela nueva, la Venezuela del progreso, tu ladrillo cuenta!
"Si has construido un castillo en el aire, no has perdido el tiempo, es allí donde debería estar. Ahora debes construir los cimientos debajo de él".

George Bernard Shaw

rosymoros@gmail.com

@RosaliaMorosB

El universal
29-09-2012

Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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