“Aquí no hay cloacas, electricidad, ni agua, lo que sí abunda es el asma, el dengue, la bronquitis, enfermedades de la piel y los caracoles africanos debido a la crecida de la laguna", comentó Graciela Bermudez, habitante del sector Villas de San Miguel en el municipio Diego Ibarra, cuyo sistema de vida radica en el temor de perder lo que con muchos esfuerzo han levantado para medio vivir.
Bermúdez contó que hace ocho años un grupo de familias mariareñas decidió tomar un terreno en abandono para construir cuatro paredes para vivir, la mayoría necesitada de una vivienda.
Para la época no se habían generado tantos problemas como hasta ahora, y es que el temor que infunde el Lago de Valencia con su crecimiento les hace pensar que más pronto que tarde quedarán nuevamente a la merced de lo poco o mucho que puedan ofrecerle los organismos gubernamentales.
El Carabobeño
19-05-2012
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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