viernes, 24 de agosto de 2012

"...era diferente"

Si de sentarse a hablar con Domingo Álvarez se trata, usted podría apartar un día de su agenda. Este caraqueño nacido el 6 de octubre de 1935 recibirá este jueves el Premio Nacional de Cultura, mención Arquitectura.

Las vivencias de más de cincuenta años de una carrera que no se limitó a los planos, sino que saltó las fronteras de las artes plásticas fueron el motivo de una conversación con Tal Cual .

En la sala de la casa de "El flaco" Álvarez ­como le llaman sus allegados­ escoltaba la plática un telón. El lienzo que arropa la pared corresponde a un tributo que realizó Alejandro Otero en el centenario de Armando Reverón, expuesto en 1982 en la Galería de Arte Nacional.

Nunca se había postulado al máximo reconocimiento que otorga el Estado venezolano en materia cultural. Todo fue idea de su colega Pedro Sanz.

Sin embargo, suelta la frase "me he dedicado exclusivamente a la arquitectura vista desde un espectro de no sólo hacer casas y edificios". Suficiente para avalar la decisión del jurado.

Trabajó para la Corporación Venezolana de Guayana en la creación de la nueva Ciudad de Santomé en Guayana y en el Centro Alta Vista (1963-1967), siguió con la remodelación de la Parroquia Antímano, tras el terremoto (1968-1969).

"Puse a quince muchachos de la universidad que estaban haciendo su tesis a desarrollar la teoría de la vivienda en pendiente para mejorar el problema de esos 50 mil habitantes. Pero el proyecto no caminó".

Entonces, "el desencanto por las dificultades del urbanismo que se empieza a politizar, me llevó a incursionar en la museología". En 1975, se ganó la crítica con el montaje de la exposición de Cornelis Zitman en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas.

"Empecé a descubrir esta nueva faceta y aplicaba otras cosas porque mi lectura del espacio era diferente. Era algo que existía y yo me permitía modificarlo y jugar con él".

Así, la Bienal de Venecia (1982) recibió de la mano de Álvarez el Abra solar de Alejandro Otero. Esta gran estructura se ubicó en la entrada de este evento. El curador cuenta que la pieza se realizó en Milán y fue todo un éxito.

"Enmarcamos Venecia dentro del siglo XX. Todo el que ingresaba al recinto tenía que pasar por debajo de la obra de Otero. Fue un acontecimiento", comenta.

UNA LUCHA, UN TRABAJO CONSTANTE

"El Museo de Arquitectura ha sido una lucha", asevera el subdirector y encargado de procesos museográficos de la institución.

Durante ocho años han estado esperando la sede que se estrenará en septiembre. Pero, "el trabajo ha sido constante" en un salón del Museo de Bellas Artes, mientras que "pagos, contrataciones y dificultades con el dinero" retrasan el edificio de la avenida Bolívar de la capital.

Por otro lado, "el Museo de los niños es una de las más grandes satisfacciones que he tenido en mi trabajo porque es la síntesis de todo. No hay una persona de más de veinte años que no haya ido, pero a esa institución no le ha parado nadie, ningún gobierno de este país".

"Eso no es un museo es un laboratorio de ciencia y tecnología. Debería estar incluido en la educación formal por eso se ve como una especie de cuestión subversiva porque no se puede comparar esa experiencia real de los niños con una explicación escrita con tiza. Además también se convirtió en un orientador vocacional", reflexiona Álvarez.

En su legado plástico incluyó el espejo. Nueva York, Austin, Texas, Vancouver, París y otras ciudades conocieron su obra.

"Ese era mi recurso para reproducir hasta el infinito el espacio visualmente", destaca. Hicieron un concurso para erigir un monumento a la aviación y le ganó a todos los artistas consagrados. "Lástima que nunca se construyó".

El tutor de su tesis Mérida Ciudad Universitaria fue Carlos Raúl Villanueva. Trabajó en su taller durante 14 años y hoy sabe que su admiración más grande radica en ese silencio que Villanueva cultivaba, "ahí había tanta cultura y tanto conocimiento".

También agradece a todos los que lo han acompañado en esta aventura.

1.200 VECES

La periodista le pregunta a Domingo Álvarez qué sería si no fuera arquitecto, a lo que él responde: "Arquitecto mil doscientas veces. Este oficio lo contiene todo. Comprender la ciudad, después del lenguaje, es el segundo invento más importante".

La Misión Vivienda Venezuela es la temática urbanística más importante en este momento. Sobre esto opina que "no se puede hacer un juicio cualitativo: era una necesidad".

El profesional que impartió clases durante dos décadas en la Universidad Central de Venezuela no recibió su jubilación y mucho menos la pensión. Por eso se muestra contento y agradecido con el premio metálico y la asignación vitalicia de 2250 bolívares mensuales.

Tal Cual
22-08-2012

Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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