lunes, 24 de octubre de 2011

España ⁄ Crónica de una burbuja anunciada: ¿Cómo escapar de una crisis que vino con el euro?

Entre 1995 y 2007, la economía española vivió una nueva Belle Epoque. Vigorosas tasas de crecimiento del PIB vinieron acompañadas de una inusitada creación de empleo y de un cada vez más positivo comportamiento de las finanzas públicas. Además, los vientos que hincharon la burbuja soplaron con más fuerza desde el 1 de enero de 1999, cuando el euro fue moneda oficial, aunque los ciudadanos no pagarían con ella hasta el 2002. Esta fue la semilla de la crisis inmobiliaria que ha azotado a España, y cuyas derivaciones son un peligroso desequilibrio fiscal. ¿Cómo se incubó todo?

Para entender la génesis de la burbuja y sus consecuencias, un grupo de economistas y catedráticos españoles agrupados en torno a FEDEA (Samuel Bentolila, Antonio Cabrales, Jesús Fernández-Villaverde, Luis Garicano, Juan Rubio Ramírez y Tano Santos) han publicado la obra “Nada es gratis” bajo el nombre colectivo de ‘Jorge Juan’, y en ella hacen un repaso a los factores que desataron la crisis y a las posibles soluciones que se abren a partir de ahora.

Tal y como explican los expertos, la moneda única hizo disminuir drásticamente la percepción del riesgo que suponía prestar a un entidad española. La consecuencia fue una importante caída de los tipos de interés, que en algunos años entre 2002 y 2006 fueron incluso negativos. Por tanto, las familias españolas podían utilizar esta repentina bonanza para endeudarse a precios mucho más baratos. Y optaron por el ladrillo. Las cifras son elocuentes: la financiación para la compra de viviendas a familias pasó de 100.000 millones al principio de la década hasta los 600.000 millones al final de ésta.

Pero ¿Por qué estalló la burbuja en España y no en otros países? Primero, explican los autores, porque otros países ya se financiaban con tipos bajos y nosotros “éramos los novatos en la fiesta del dinero barato”. Además, hay razones culturales que explican la preferencia por el ladrillo: Quién no ha escuchado la famosa frase “invierte en vivienda, los ladrillos siempre están ahí”. Y a todo ello hay que sumar la “desquiciada regulación del alquiler”, que no daba muchas alternativas a la compra. Y también crecía la demanda, con una fuerte llegada de inmigrantes.

Las cajas se desmelenan

Había dinero barato y muchas personas con ganas de ‘quemarlo’ en ladrillo, pero solo faltaba una correa de transmisión para que el crédito fluyera, las cajas de ahorro. La forma en que entraban en un mercado nuevo era mediante un préstamo inmobiliario a un promotor, para luego subrogarse en los préstamos de todos los propietarios. Es más, explican los expertos, las cajas “entraban en nuevos mercados haciendo negocios con aquellos constructores que no habían sido capaces de encontrar dinero (…) y muchas, sencillamente, no sabían lo que hacían”.

Como el euro permitía a estas entidades endeudarse sin fin, y una vez que no hubo suficiente con los depósitos de sus clientes, “las cajas empezaron a pedir prestado en los mercados internacionales para a su vez poderlo prestar a las familias y empresas”. Y estas, viendo préstamos con garantías reales y en euros, “estaban encantadas”. Ya tenemos los ingredientes para cocinar una burbuja, financiación fácil y a precios bajos, con una parte del sector financiero queriendo expandirse.

El resultado fue que al final de este periodo España se encontró con una fuerte subida de precios en el sector inmobiliario y uno de los más altos niveles de deuda privada en el mundo desarrollado, que llegó a alcanzar el 300% del PIB. Además, los préstamos para promoción inmobiliaria crecieron hasta suponer el 29% del PIB (desde el 8%). Pero donde se notó especialmente el impacto fue en las cuentas de las administraciones públicas que hacía que pareciesen mucho más sólidas de lo que en realidad eran.

Se derrumba el castillo de naipes

Pero todo este castillo de naipes en el aire comenzó a desplomarse en el año 2007, cuando el fuego incontrolado de la crisis mundial se extendió desde un foco aislado en los mercados de títulos hipotecarios de Estados Unidos hacia los sistemas financieros que dependían en exceso del crédito externo, como el español. “La mecha era estadounidense pero el polvorín, que es el entramado inmobiliario que dominó la economía española durante una década, era nuestro”, sostienen los expertos.

Por eso, tras la orgía del crédito en los años del ‘boom’ tocaba purgar los excesos. El problema es que “la gran creación de empleo se había concentrado en sectores de bajo valor añadido como la construcción y el turismo” con un alto grado de temporalidad. Y lo que es más grave, como todo iba bien “la caída del desempleo dio a todos excusa para posponer sine die la reforma del mercado de trabajo”. Así, “las aparentemente saneadas finanzas públicas eran un espejismo fruto de las extraordinarias recaudaciones tributarias causadas por la burbuja”.

¿Hay alguna esperanza?

Así las cosas, estamos ahora en una situación de urgencia extrema en la que “tenemos que hacer lo que no hicimos antes”, apuntan los economistas. El problema es que no hay muchas opciones. Entre las medidas que propone los académicos esta la necesidad de “reestructurar el sistema financiero de una vez, tanto para liberar los recursos atrapados como para levantar las incertidumbres que persisten sobre la economía española”.

El problema es que esto no puede hacerse traspasando todos los balances privados al sector público. Sería un suicido para el contribuyente español. “Lo importante es separar las instituciones sistémicas, aquellas que pueden poner en peligro el conjunto del sistema financiero, que en España no son más de cuatro, Santander, BBVA, Caixabank y Bankia”. De esta forma, si necesitasen ayuda, “deben recibirla del estado pero solo a cambio de condiciones absolutamente draconianas de control y reforma del gobierno corporativo”; y tomando el estado una participación de control suficiente que asegure que los contribuyentes serán compensados.

Además, las instituciones no sistémicas deben de ser reestructuradas y en caso de insolvencia (como la CAM), intervenidas (con la consiguiente imposición de pérdidas en los bonistas) subastadas al mejor postor. Pero, insisten los expertos, “en ningún caso debe hacerse cargo el contribuyente de estas pérdidas”.

También resulta imprescindible recuperar el crecimiento económico porque sin él, el peso de la deuda privada y pública seguirá explotando a medida que se refinancien los préstamos y llegará a ser insostenible. Para lograr este crecimiento no sirven las políticas que estimulan la demanda porque “quizás de manera injusta, los mercados consideran que en España hemos llegado a nuestro límite fiscal”. No nos queda más remedio con cumplir con nuestro objetivo de déficit y cumplir con la consolidación fiscal.

Así, la única alternativa es hacer políticas de oferta: reformas estructurales que incrementen la tasa de crecimiento a medio u largo plazo. Quizás el caso más sangrante que reformar sea la dualidad del mercado de trabajo y la disfuncional estructura de la negociación colectiva.

Finanzas.com
21-10-2011

Recopilado por:
Lic. Henry Medina
Asesor Inmobiliario, de Seguros e Inversiones
04166220453
04143692526
twitter: @Henry_Medina
PIN 31E5A7B4
hmedina30@yahoo.es

http://es.groups.yahoo.com/group/corredor_inmobiliario/

No hay comentarios:

Publicar un comentario