Figura del Santiago de León de Caracas ha cambiado de color varias veces JORGE SANTOS
VALENTINA OVALLES R.
Desplazar al tradicional obelisco de Altamira por una serie de círculos como logo para marcar su gestión en la alcaldía de Chacao le costó a Ramón Muchacho un sinfín de críticas. Y es que al parecer se ha hecho una mala costumbre que cuando un político toma algún cargo cambie por completo la imagen de la institución o entidad. Los colores según una tendencia partidista, al igual que los símbolos. El resultado: nuevos iconos que poco representan a los ciudadanos pero sí al personaje.
Expertos en la materia coinciden en que resulta de un hábito de la política criolla: "actúan como si cuando llegan el mundo comienza. Como si el pasado no existiera". Costumbre que se ha agudizado durante los últimos 14 años.
Se vio cuando el municipio Libertador se pintó de rojo, desde la llegada de Freddy Bernal como su alcalde. A la entidad incluso le modificaron el nombre, agregándole el "Bolivariano". Lo mismo sucedió en la alcaldía Metropolitana. El tradicional León de Caracas se pintó de rojo durante la gestión de Juan Barreto y luego cambió al azul, cuando en 2008 llegó Ledezma.
Siempre ha sido usual verlo del lado oficialista, por eso sorprendió a los ciudadanos del otro bando político. "Se está reproduciendo en los políticos jóvenes algo que se atribuía al chavismo. Eso alimenta el personalismo en las gestiones", precisa la profesora de la UCV y asesora de políticas culturales, Gisela Kozak.
Lo cierto es que el continuo cambio de símbolos tiene un impacto mayor que el visual, pues no permite consolidar la cultura ciudadana. "Los ciudadanos y políticos deben entender que los símbolos son necesarios, que debemos tener referentes. Que sirven para consolidar la cultura ciudadana en la que todos se reconocen a pesar de las diferencias políticas", explica Humberto Valdivieso, profesor experto en comunicación visual y semiótica.
Para él, la propuesta de un nuevo logo en Chacao fracasó debido a dos grandes razones, desde la perspectiva de la imagen. "Cambiar un elemento patrimonial, en el que se reconocían todos los caraqueños (el obelisco) por una abstracción no tiene sentido. Fue un gran error transferir el logo de una campaña electoral a toda la ciudadanía".
La Dirección de Comunicaciones de la alcaldía explicó que la propuesta pretendía promover los valores de innovación e inclusión. Los círculos multicolores buscaban no identificarse con ningún partido y representar la diversidad de opiniones en la entidad. Además, juntos, con la idea de integración, conforman una flecha ascendente.
"Si necesitas explicarlo no sirve", agrega Valdivieso.
El otro aspecto que señaló como una debilidad, fue la paleta de colores, en la que está casi ausente el naranja, que desde hace años identifica al municipio. De diez circunferencias que componen el logo, solo una lleva el color.
"Los colores tienen una carga emocional muy poderosa. Cuando la gente se adapta a un color siente pertenencia. No se puede cambiar de un día para otro, demuestra improvisación. Si quieres transformar, cambiar la imagen, es un proceso lento de consulta ciudadana. En esos extremos es donde el Gobierno y la oposición se acercan".
El Hatillo también prepara un cambio de imagen. Mientras, tienen un logo de transición que evoca a las casas del casco histórico del municipio.
A Kozak además le preocupa que normalmente esos cambios requieren una inversión para cambiar papelería, vallas...
Lo ideal sería que cada alcaldía tuviese un símbolo, más allá de su escudo, que la identificara y fuese permanente en el tiempo. "Los políticos tienen que entender que ellos son lo transitorio y los símbolos son permanentes", apuntó el experto en comunicación visual.
Quienes manejan la materia recuerdan además el rechazo que generan esos cambios que tienen repercusión en la cultura de una ciudad. Para los caraqueños el Parque del Este se sigue llamando así, aunque su nombre oficial cambió a parque Generalísimo Francisco de Miranda. Lo mismo pasa con el Parque del Oeste, al que el oficialismo rebautizó como Alí Primera. Y son pocos los que llaman a El Ávila Waraira Repano.
"El cambio reiterado de símbolos solo produce o acentúa el problema de una sociedad dividida y confrontada", sentencia Valdivieso.
El Universal
12-01-2014
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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