La brutal caída en su calidad de vida en los últimos años ha provocado más resignación que indignación en el caraqueño. Los sociólogos explican que la capacidad de demanda por parte de los ciudadanos es otra de las cosas que se está perdiendo en el camino. Por Javier Brassesco
El Buscaracas convirtió en un caos vial las avenidas Fuerzas Armadas y Nueva Granada, y cuatro años después aún no está funcionando, pero nunca ha habido una protesta vecinal en su contra. El mal servicio del Metro se protesta básicamente en las redes sociales, y por la basura ni siquiera allí ADOLFO ACOSTA Y GUSTAVO BANDRES
Caraqueño, todo habrás de aguantarlo sin protestar y sin armar alborotos públicos: perder horas en una cola todos los días, refugiarte en casa de noche fiel al toque de queda que nadie decretó pero todos cumplen, soportar el mal servicio del Metro, caminar entre aceras destrozadas y basura...
La capital parece haberse resignado a que su calidad de vida se continúe deteriorando a pasos agigantados. Aunque el número de protestas en el país durante 2011, más de 5 mil, según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, fue superior en 70% al de 2010 (las cifras por estado aún no son publicadas), la mayoría de las mismas tuvo que ver con reclamos laborales (2.093) y con pedidos de vivienda (1.592).
Las protestas por inseguridad apenas ocuparon el tercer lugar (1.300), a pesar de que ese es el principal problema de la ciudad para más de 80% de sus habitantes, según una encuesta de IVAD de fines del año pasado. Y a nadie se le ocurre hacer una manifestación por los gravísimos problemas de movilidad que enfrentan todos los caraqueños. Una de las poquísimas que tuvo lugar por parte de usuarios por el mal servicio del Metro, en noviembre de 2010, se saldó con 35 detenidos. Desde entonces, las quejas se trasladaron a las redes sociales.
Un obra como el Buscaracas, que aún no se pone en funcionamiento, lleva más de dos años de atrasos y ha convertido en un caos vial toda la avenida Fuerzas Armadas y Nueva Granada, no ha provocado en sus cuatro años de desastres ni una protesta pública por parte de los vecinos de las parroquias directamente afectadas: San José, Candelaria o Santa Rosalía.
La desesperanza aprendida
Miedo a la represión, pereza, la creencia de que con el caos nos beneficiamos todos, indiferencia... Son muchas las razones que pueden explicar la falta de acciones ciudadanas para demandar mejores servicios, pero los expertos consultados coinciden en una, una que sobre todo los psicólogos pero también los sociólogos llaman "la desesperanza aprendida".
El sociólogo Francisco Coello explica que la misma es una falta de motivación, de esperanza de que las cosas vayan bien. Es una manera de defenderse: como no esperas nada bueno, ya no te sorprende lo malo. Él cree que, más que resignación, lo que existe en el caraqueño es cansancio: "Un problema sucede al otro, pasas horas en una cola, luego te enteras que mataron a un amigo o un vecino, y tienes que ir a cuatro sitios para completar un mercado, que además es carísimo, y entonces no consigues harina pan, o papel toilet ... Cada quien intenta sobrevivir como puede, y se refugia en su casa, en su vida privada. No hay tiempo para lo público. Y mucho menos cuando sientes que una protesta no dará resultado".
El psicólogo social Axel Capriles teme que en el caraqueño hay niveles de adaptación peligrosos, porque la robustez de una sociedad depende de su capacidad de demanda.
Y siente que de alguna manera, con su falta de respuesta ante todo, el Gobierno nos está haciendo lo que los beduinos a los camellos: cuando un camello se niega a seguir por el peso de la carga y se echa en el suelo, el beduino le pone más y más peso hasta que el animal está totalmente aplastado contra la arena. Al final, le quita peso y le deja el original, y el camello entonces se para porque siente que está liviano. Así, ya no importa que te atraquen, pues sentimos que tuvimos mucha suerte porque por lo menos no nos mataron.
El sociólogo Antonio Cova advierte que las personas son más observadoras de lo que generalmente se cree, y si no protestan por cosas como el tráfico, el mal estado del Metro o por una obra como Buscaracas, no lo hacen porque saben que no les va a traer ningún resultado. Pero el descontento, asegura, está ahí, latente: "La gente es racional en las cosas que hace. El alboroto es silencioso, la gran protesta va a tener lugar el 7 de octubre".
VIDA SIN CALIDAD
Inseguridad. Los datos oficiales hablan de 48 muertes violentas por cada cien mil habitantes en Caracas, pero algunos ubican esta cifra hasta en 108. Lo cierto es que en 1998 había 19 muertes por cada 100 mil habitantes.
Movilidad. El caraqueño promedio pierde dos horas y media metido en una cola cada día entre lunes y viernes, un total de 27 días al año. El Metro moviliza unos dos millones de personas y fue pensado para mover a poco más de 300 mil.
Basura. Caracas no tiene una planta de transferencia moderna para llevar desechos. Las Mayas (basurero a cielo abierto) es solo para Libertador.
El Universal
09-05-2012
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
Asesor Inmobiliario, de Seguros e Inversiones
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