Una cementera por aquí, otra por allá. Todas al aire libre y trabajando en horarios intensos para lograr una cuantiosa producción. Y, junto con los sacos de cemento, también salen enfermedades.
Estas cementeras casi improvisadas que el Gobierno ha levantado recientemente para cumplir con las exigencias extraordinarias de la Misión Vivienda y de la transformación a parque de la base aérea La Carlota, y que trabajan al aire libre, han comenzado a causar malestar en la población.
Los daños que provocan las cementeras se manifiestan tanto a largo como a corto plazo. De inmediato, las personas susceptibles que viven cerca de alguna concretera pueden sufrir asmas, alergias y otros problemas respiratorios. A largo plazo, la absorción continuada de toxinas derivadas de la producción de concreto elevaría el riesgo de padecer cáncer en vías respiratorias y digestivas.
El médico Manuel Lorenzo Fernández explica que diversos estudios epidemiológicos han demostrado la asociación entre la exposición a la contaminación del aire cercano a fabricas de cemento y varios efectos adversos para la salud.
Según explica Fernández, la toxicidad viene dada por varias razones. La primera es la eliminación de dioxinas y sustancias cloradas en los hornos, cuya liberación al aire se distribuye rápidamente en un gran área, donde además de ser inhalado por la población, impregna suelos, aguas y cultivos.
Otros factores que incrementan la exposición a la toxicidad de la población vecina tiene que ver con el inadecuado manejo y almacenamiento del producto. En el caso del transporte, lo peligroso es la movilización del cemento sin realizar adecuados mecanismos de atenuación a través de humedad, es decir, simplemente lanzando los sacos al camión tal como salen de la cementera. Esto proyecta gran cantidad de partículas de polvo al medio ambiente.
El diámetro del ambiente contaminado alrededor de las cementeras está medido. Y es amplio. Según cita Fernández, el informe Medio Ambiente, publicado en enero de 2012 por la Unidad de Epidemiología Ambiental y la Unidad de Registro de Cáncer, de Milán, Italia, señala que es de dos kilómetros.
"Estas mismas fuentes señalan que los más susceptibles son los menores de cuatro años, quienes presentan incremento en enfermedades respiratorias obstructivas, y las mujeres entre 35 y 64 años que reportan mayor número de eventos cardiovasculares en comparación con quienes no viven en zonas cercanas a cementeras", dice Fernández, quien también es pediatra.
Otro estudio de la Oficina de Desechos Sólidos de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, elaborado en 1997 y al que también apela el médico, dejó muy claro el aumento significativo de casos de cáncer, especialmente de tipos digestivo y de vías respiratorias, en personas expuestas al ambiente periférico a fábricas de cemento.
La contaminación de las vías digestivas con las toxinas, que posteriormente pueden desencadenar en cáncer, se produce a través de la ingesta de alimentos con polución. El problema es que, además del polvillo tóxico que circula en el aire y se deposita en los productos, los suelos también se contaminan, repercutiendo en los cultivos y en los animales que se alimentan de pasto. Para el organismo estadounidense, las personas afectadas son aquellas que viven a menos de un kilómetro de las instalaciones de una fábrica de cemento.
La repercusión de las concreteras en el riesgo de cáncer de vías respiratorias ha sido estudiado por la Universidad de Bari, en Italia. Según su investigación, las poblaciones asentadas en un radio periférico de un kilómetro "tienen 2,38 veces más posibilidades de sufrir cáncer de pulmón".
Eso no es todo. Según señala Fernández, la Universidad de Kaohsiung, en Taiwán, comprobó que existe mayor prevalencia de partos prematuros en madres que habitan en un radio de dos kilómetros alrededor de las cementeras.
Alergías y bronquitis, así como la exacerbación de los episodios asmáticos en una persona que sufra de esta enfermedad son las consecuencias más inmediatas que produce vivir o trabajar cerca de una cementera que no cumpla con las normas mínimas de seguridad.
"El cemento desprende polvo. Estos polvos se depositan en el pulmón y pueden generar dos cosas: a las personas asmáticas les aumenta las frecuencias de las crisis y a quienes no son asmáticos les produce bronquitis aguda. Eso es lo más común, aunque en países del primer mundo esto ha disminuido debido a las medidas de protección que las mismas cementeras toman para proteger el ambiente y su entorno", explica Abdon Mata, neumonólogo del Centro Clínico La Urbina.
El especialista descarta que aquellas personas que nunca han sufrido de asma puedan sufrir un episodio de esta enfermedad solo por el hecho de vivir cerca de una cementera.
"Para que una persona presente un ataque de asma debe tener una predisposición genética, de lo contrario no es posible. Ahora lo que si puede pasar es que alguien padezca un cuadro de bronquitis asmatiforme en donde los bronquios se cierran y la persona se comporta como si se estuviera teniendo asma", explica Mata .
Asimismo indica que existen varias patologías que pudieran estar asociadas con la exposición al cemento, en la que se incluye a la neumoconiosis, una enfermedad que se produce debido a la exposición de solidos inorgánicos.
"La neumoconosis es polvo en los pulmones, en este caso el polvo que entra a estos órganos es el producto que resulta de la fragmentación de la roca que se utiliza para hacer cemento, lo que a largo plazo crea una fibrosis pulmonar".
Agrega que especificamente la neumoconosis la pueden sufrir los trabajadores de las cementeras siempre y cuando no cumplan las medidas de protección necesarias para cumplir su trabajo como el de utilizar ropa e implementos adecuados para trabajar.
GIULIANA CHIAPPE , CAROLINA CONTRERAS
El Universal
02-05-2012
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
Asesor Inmobiliario, de Seguros e Inversiones
04166220453
twitter: @Henry_Medina
PIN 31E5A7B4
hmedina30@yahoo.es
http://es.groups.yahoo.com/group/corredor_inmobiliario/
No hay comentarios:
Publicar un comentario