Caracas es una ciudad secuestrada y en ruinas que debe ser pacificada y renovada en el marco de los nuevos avances tecnológicos y de la sociedad del conocimiento.
El cuatricentenario de Caracas fue todo un acontecimiento. El espíritu de la democracia hacía el escenario más propicio para rendir homenaje a la capital petrolera de América Latina. Hubo concursos, desfiles; se construían e inauguraban grandes complejos viales y residenciales como Caricuao y la autopista Francisco Fajardo. La Plaza Bolívar se convertía en un salón de clases por la Sesión del Concejo Municipal que trajo a Arturo Uslar Pietri a dictar cátedra sobre el pasado, presente y futuro del corazón de la Nación.
Caracas, como ninguna otra capital de Latinoamérica, nace del más increíble mestizaje. El mismo que intentó conquistar estos territorios, Francisco Fajardo, fue producto de esa mezcla indomable de razas; hijo de español con una hermana del Cacique Naiguatá. Luego vendrá Diego de Lozada con las banderas de Castilla y el estandarte del apóstol Santiago, a fundar, el 25 de julio de 1577, lo que será la capital venezolana.
Durante los primeros 200 años, esta ciudad no llegó a tener más de 3.000 habitantes. Casas de barro y palmas sin trascendencia geopolítica. Pero más adelante es en ella, según Humboldt, dónde se habla de cultura y política como en ninguna otra ciudad de América Latina. Tenía razón, de Caracas emergió el movimiento independentista más importante del continente. Surgen tres hombres que marcarán con su huella el destino de América: Francisco de Miranda, Simón Bolívar y Andrés Bello.
Esta grandeza fue opacada por la revolución de Boves y la guerra federal que sembraron de ruina la ciudad hasta casi finalizado el siglo XIX. Sin embargo, la llegada del petróleo coincide con la desaparición del último caudillo rural y llega a su fin una historia de atraso y ruina. En 1936, Maurice Rotival, el creador de la reforma urbana de París, es traído por el gobierno de López Contreras para iniciar el primer plan de desarrollo urbano de la ciudad. Las viejas y decadentes zonas caían para dar paso a modernas urbanizaciones y avenidas.
Sin embargo, las distorsiones económicas de la explotación petrolera van ensombreciendo el desarrollo de la nueva capital más destacada de América Latina. Un cinturón de exclusión social fue cubriendo los cerros a su alrededor y en 1989 hacen su primer reclamo a una sociedad que parecía no escuchar su clamor. Su abandono ocasionó que por años recurrieran al carisma de un caudillo militar que se ofrecía como vengador y fue el peor engaño de todos los tiempos.
Lamentablemente para sus 450 años, no contamos con el espíritu de hace 50 años para detenernos y celebrar por la ciudad. Sin darnos cuenta, la entrada al siglo XXI se convirtió en el retroceso histórico más nefasto.
Hoy la ciudad “socialista”, secuestrada por los jefes del atraso, muestra su peor cara. Convertida en la metrópolis más violenta del continente, luce huérfana, dividida, fracturada, extraviada.
Estos difíciles tiempos pasarán y la ciudad en ruinas será renovada: Una Caracas para la educación y la cultura. Pero inteligente, enmarcada dentro de los retos de la tecnología y la sociedad del conocimiento. Nuestro regalo a Caracas es pacificarla y convertirla en la ciudad educadora de América Latina. ¡Feliz Aniversario!
Antonio Ecarri Angola
Guayoyo en Letras
31-07-2017
Recopilado por:
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