Los habitantes del sector desconocen de qué se trata la construcción | Omar Véliz
Los habitantes de la urbanización Alberto Ravell no tienen sitio para realizar asambleas.
Tampoco para hacer las fiestas ni las proyecciones de cine a las que estaban acostumbrados los miembros de esa comunidad, que tiene más de 50 años. La casa de la Asociación Civil de Administradores y su anexo, conocida como la Casa de la Pradera, fue tomada para usarla de depósito del concreto, las cabillas y las bolsas de cemento.
Alonso Becerra, presidente de la asociación de administradores, explicó que las razones de esa ocupación obedecen a que el 20 de junio de 2010 los vecinos aprobaron en una asamblea con los representantes del Consejo Comunal Alberto Ravell la conformación de una cooperativa, con el auspicio de Pdvsa, para que reparasen los 52 edificios del complejo.
"Esa fue la última asamblea que hizo el consejo comunal cuyo periodo se venció en 2009. Las obras estuvieron listas este año. Debían entregar el local en cuanto terminaran; pero, en lugar de eso, desde el 29 de abril hay otra contratista en la urbanización, que depende del Gobierno de Distrito Capital, y están metidos en la casa de la asociación", explicó Becerra.
Además del área de reunión de los copropietarios, un salón que antes servía como oficina de asesoría jurídica gratuita también está cerrado y los vecinos del complejo de edificios aseguran que han visto como llevan neveras, cocinas y colchones al lugar. Temen que desconocidos se instalen allí.
Un árbol menos
Uno de los trabajadores de la obra dijo que el Gobierno del Distrito Capital lleva a cabo la ampliación del centro asistencial. Sin embargo, los vecinos no tienen conocimiento de tales obras.
Carmen de Ruiz es una de las fundadoras de las residencias.
Indica que no sabe qué están haciendo: "No fuimos consultados. Sólo escuchamos rumores. Unos dicen que es un centro de diagnóstico integral y otros, que es la ampliación del centro. Deberíamos saber.
Esta urbanización ya no es ni la sombra de lo que conocimos.
Antes era limpia, aseada, pero ahora es puro desorden".
Para efectuar la ampliación del centro de salud, los trabajadores talaron un árbol que estaba en la urbanización desde que la fundaron. "Tumbar un árbol es igual que tumbar 100. Nadie nos preguntó nada. Veíamos que lo iban picoteando por todos lados, hasta que de repente un día el árbol no estaba", señaló una vecina que no quiso dar su nombre.
Sin salida
Las rejas originales de la urbanización están en proceso de ser cambiadas. De la cerca nueva, ninguno de los vecinos tiene llave. La situación se agrava porque en las noches y hasta un poco más de las 6:00 am, los responsables de la obra cierran la verja con una cabilla e impiden la entrada y salida de los vecinos.
Keily Moreno, responsable de un comercio en la urbanización, explicó que hace algunos días llegó a las 6:30 am con la mercancía y no la pudieron pasar hasta que decidió forzar la entrada. "Sólo había un espacio muy pequeño para pasar y por ahí no cabía la mercancía.
Aquí siempre han hecho lo que les da la gana", refirió.
Emily Avendaño
El Nacional
16-07-2012
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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