viernes, 24 de febrero de 2012

Nueva toma de negocios en Catia estuvo liderada por Tupamaros

El colectivo apoya a inquilinos que invadieron sus propios locales

La protesta se extendió durante la mañana. Unos 30 efectivos de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) llegaron al lugar para cuidar que la manifestación no se tornara agresiva EDSAÚ OLIVARES

MAYE ALBORNOZ
Las canciones de Alí Primera y los gritos de ¡Uh ah, Chávez no se va! rompieron el silencio de la madrugada en la calle Colombia de Catia, justo en frente de la clínica Nueva Caracas.

Algunos de los inquilinos y trabajadores de una casa convertida en 25 locales comerciales, apoyados por representantes del colectivo Tupamaros, tomaron de forma "simbólica" los negocios "para denunciar" los supuestos abusos del pro-pietario.

La fachada del espacio quedó empapelada con carteles que explicaban que aquel era un "espacio recuperado por el pueblo y el colectivo Camilo y el Che", que con la medida "el poder popular construye desde las bases" y que iban "rumbo a la promulgación de la nueva ley de inquilinato comercial".

La casa tiene dos pisos. Arriba hay 18 locales, pero solo hay 10 alquilados. Estos últimos fueron los que se unieron a los Tupamaros en protesta y se mantienen allí en una especie de "autoinvasión".

En la planta baja, al contrario, funcionan siete negocios, cuyos representantes están en desacuerdo con la medida. Ayer se quejaron, porque la toma les impidió trabajar en todo el día. Luego, en la tarde, los manifestantes les dejaron volver a entrar a sus negocios. Allí opera una papelería, un consultorio odontológico y una venta de artículos del hogar. En el resto de los locales venden ropa.

Domilsa Castellón, integrante de la asociación cooperativa bolivariana Javhe Nissi, indicó que han tenido que enfrentar aumentos repentinos de alquiler y pagos ilegales en efectivo: "No venimos con violencia, queremos denunciar que el dueño tiene esto registrado como una casa y no como un comercio y los contratos que nos hace son 'chimbos'". Ellos se mantendrán en el piso de arriba hasta no llegar a un "acuerdo" con el propietario.

La versión del dueño, Guillermo Schimidmajer, es que estas personas le deben seis meses de alquiler y como temían una demanda, quisieron impedirla.

Schimidmajer rechazó la invasión del piso superior de su casa, pues explicó, que se cambiaron arbitrariamente algunas cerraduras y candados. Ayer sostuvo una reunión con el abogado que representa a los integrantes del grupo en conflicto, pero no hubo acuerdo y ellos permanecerán allí.

El propietario, con más de 20 años alquilando esos locales, tiene fe en que la situación se resuelva por la vía legal y llevará el caso al tribunal municipal: "Mi único temor es que cuando lleguen a sacarlos, porque va a ser así, vengan estos grupos armados a agredir".

malbornoz@eluniversal.com

El Universal
23-02-2012

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