80 años de exportar petróleo sin mayor esfuerzo, han acentuado la preponderancia del Gobierno central sobre las ciudades y socavado la responsabilidad ciudadana.
VICTOR ARTÍS
El 25 de Julio del próximo año, Caracas cumplirá 450 años y dentro de dos días celebrará el aniversario 449. Según los narradores, los 250 años coloniales, fueron tranquilos y de crecimiento lento. El siglo XIX transcurrió entre la guerra por la independencia y enfrentamientos entre caudillos seguros de saber repartir el poder y administrar un país que producía café, cacao y ganado. Pero el petróleo cambió las ecuaciones y lo repartible era y es mucho. Caracas pasó a ser la fuente distribuidora del dinero e inició la succión de población que ha devenido en esta dinámica y caótica capital.
En cuanto a lo urbano, 80 años de exportar petróleo sin mayor esfuerzo, han acentuado la preponderancia del Gobierno central sobre las ciudades y socavado la responsabilidad ciudadana. No entendemos que operar, mantener y renovar las ciudades conlleva presupuestos a ser cubiertos con el aporte de los residentes. En su lugar, navegamos en un mar de subsidios, donde las tarifas e impuestos no tienen relación con los costos, condición a superar tras la pérdida de importancia del petróleo como combustible. Pero trasladar responsabilidades a una ciudadanía acostumbrada a pedir todo y a dar nada es un riesgo político, de solución lenta que requerirá mucho rumiar.
Es posible implantar soluciones puntuales para mitigar algunas fallas de Caracas mientras llega a 450 años, como por ejemplo: promover la comunicación instalando WIFI en todo el ámbito urbano y crear una emisora municipal informativa, educativa y amena, dedicada a instruir sobre el comportamiento en el tránsito y otros temas. Otros, gerenciar la circulación con autoridades locales dedicadas más a lograr fluidez que a pillar infractores, función casi única de los vigilantes del ministerio y promover la responsabilidad ciudadana desde la infancia, incorporando en las escuelas juegos que simulan las ciudades y estimular la participación con competencias y premios. También crear concursos periódicos de música, pintura, escultura, fotografía, comunicación, gastronomía, artesanía, arquitectura, urbanismo y otros, así como destacar los aciertos y las oportunidades perdidas.
De mucho efecto (y significado) sería entender las edificaciones educativas como centros vecinales abiertos al público, lo que generaría empleos y daría mayor uso a las instalaciones culturales y deportivas durante las vacaciones y los fines de semana. Otras actividades podrían ser revivir las plazas tradicionales con retretas, eventos o pantallas y generar identidad con el arreglo de avenidas (como en Chacao) e instalando símbolos como relojes, señales, esculturas, vegetación, etc. Habilitar el Parque Nacional Macarao es una oportunidad espléndida para aumentar lo atractivo de Caracas, pero conlleva dejar de considerar al ser humano como un peligro para la naturaleza. Allí podrían apoyar la repoblación vegetal con un vivero productor de especies autóctonas.
Ojalá estas pocas ideas, cónsonas con una autoridad metropolitana, estimulen otros aportes para mejorar esta ciudad, que a pesar de haber crecido sin dirección estable y coherente, tiene una buena estructura general, aunque difícil de percibir por la infinidad de inconvenientes que la ocultan.
vartisg@gmail.com
El Universal
23-07-2016
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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