LUIS GONZÁLEZ DEL CASTILLO
Este prometido segundo artículo de varios (el inicial publicado el martes 23 de septiembre/El Nacional) analiza la problemática de la vivienda en Venezuela, el factor (a) tierra y el Estado incompetente que debemos cambiar.
El uso apropiado de la tierra y los recursos naturales para el asentamiento humano, la obtención de alimentos e insumos para los procesos industriales, el mayor o menor daño colateral al ambiente, a fin de satisfacer una necesidad, como en el caso, por ejemplo, de la vivienda, que nos ocupa, son reflejo de cuán desarrollados somos. Los sistemas de ciudades, la ocupación del territorio y su aprovechamiento muestran nuestro nivel de progreso o deterioro.
Los problemas sanitarios y/o los altos índices delictivos, que provocan a su vez altísima mortalidad y morbilidad en la población, pérdidas en bienes públicos y privados, crean costes en hospitales, en el sistema judicial y, en suma, producen un alto grado de insatisfacción hacia el sistema político, son consecuencias directas de la mala calidad del hábitat y la vivienda existentes.
Algunos creen que el proceso migratorio del campo hacia nuestras ya colapsadas megalópolis se ha detenido en Venezuela. No es así. La ausencia de un Estado eficaz para la gran inversión público-privada en el campo, para el desarrollo agroindustrial, la generación de empleo de calidad y la desconcentración territorial norte-costera hacia el eje central del país (tan cacareado eje Apure-Orinoco) es aún una tarea pendiente.
El militarismo dominante, con su pobreza, su analfabetismo y sus enfermedades, en poco más de un siglo (1830-1935) de la muerte de Bolívar a Gómez, dio lugar luego a que dicha pobreza se trasladara gregariamente del campo hacia las ciudades, donde había mejor remuneración, atención básica de salud y educación. Con la aparición del petróleo y la civilidad este fenómeno de urbanización se acentúo más que nunca.
El ingeniero Leopoldo Olavarría nos dejó, entre muchas de sus reflexiones imperecederas la siguiente: “Con la aparición del petróleo es cuando viene a producirse un cambio estructural dentro de la cosa urbana en Venezuela y en consecuencia un cambio radical en las condiciones de vivienda” (Recopilaciones de Alberto Lovera, 1996, Pág. 67).
Con el Estado incompetente, el asentamiento informal e insalubre de cientos de miles de familias pobres acordonó las ciudades, en incesante construcción de viviendas en terrenos de condiciones inestables, de difícil acceso para prestación de servicios, con consecuencias nefastas de proliferación de zonas donde la acción del Estado, para garantizar el orden interno y la seguridad de las vidas y bienes de los ciudadanos, no es factible de cumplirse a cabalidad. “Donde el Estado no llega, no existe”.
Destacados investigadores han estudiado el modo cómo la ineficacia continuada de una política pública referida a un tema vital “puede provocar pérdida de adhesión, deslegitimación e incluso ingobernabilidad en un sistema o régimen” (Alcántara Sáez. Gobernabilidad, crisis y cambio, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1994).
La problemática de la vivienda, el factor (b) capital y el Estado incompetente, se analizará en el próximo artículo. Por ahora comparto con ustedes esta reflexión: “La esperanza puede ser un acto de fe, como sabemos. Sin embargo la esperanza debe ser también un acto de conciencia. Es el momento de unir ambas. El tiempo de la urgencia del cambio ha llegado para Venezuela”
El Nacional
30-09-2014
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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