Esta realidad, desde luego, ha afectado también de manera contundente al sector construcción, debido a que materiales insustituibles como el cemento y la cabilla están literalmente desaparecidos del mapa, con la añadidura de que además de que estamos virtualmente aislados, las nacionalizadas industrias cementera y del hierro han disminuido, según se dice, entre 13 y 47 por ciento su capacidad de producción.
Esta situación, a su vez, ha generado una alarmante escasez y sobreprecio que impacta directamente a la industria de la construcción, la tercera empleadora en el estado junto con el Comercio y el Turismo y, de manera muy especial, a los programas sociales en materia habitacional, que han debido ser paralizados o multiplicado sus costos.
Igualmente afecta a aquellas personas que requieren realizar mejoras, o reparaciones en sus viviendas o inmuebles, debido a que los escasos materiales que se consiguen traen precios inalcanzables para la gente común, especialmente aquellas de escasos recursos que conforman la mayoría regional.
La falta de materiales de construcción, especialmente del cemento y la cabilla en los establecimientos de venta, ha traído como consecuencia la activación de un detestable mercado negro, donde son vendidos con un sobreprecio de hasta el 200 por ciento de su costo real. Esto ha incidido, consecuencialmente, es el costo de algunos derivados, como los bloques y las vigas nervadas, que a pesar de estar regulados, se expenden con exagerado sobreprecio.
Imaginémonos lo costoso que resultará hoy en día, para una familia de escasos recursos, construir una casa de tan solo 36 metros cuadrados, de dos habitaciones, cocina y un baño, para lo cual se necesitan aproximadamente 1.200 bloques, sin incluir, naturalmente, otros insumos como el cemento, la cabilla, el techo, los baños, entre otros... Según datos del Banco Central de Venezuela (BCV), la producción cementera en el último trimestre de 2013 cayó 13,1%; lo que ha agudizado la escasez y en consecuencia el sobreprecio de los materiales de construcción. Frente a esta situación, que adquiere ribetes de mayor preocupación en Margarita, se demandan urgentes soluciones, donde el esfuerzo mancomunado entre los sectores público y privado sea dirigido a garantizar el flujo permanente de los materiales de construcción, a la par de otros insumos vitales para la subsistencia de la isla, como la comida, las medicinas y los artículos de primera necesidad.
Manuel Acevedo Ramírez
Cámara Venezolana de la Construcción
02-12-2014
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