MARCO NEGRÓN
Quizá lo que más incida en la calamitosa situación de las ciudades venezolanas sea esa amalgama de centralismo furibundo, que pretende supeditar todo a las decisiones del Gobierno Nacional; sectarismo refractario a todo cuanto no venga de su feligresía; y la abismal incompetencia de la burocracia, designada según la vieja y fracasada consigna maoísta: «más vale rojo que experto». Un tema, en definitiva, de gobernabilidad.
Aparte de Caracas, sólo cuatro ciudades venezolanas -Maracaibo, Valencia, Barquisimeto y Mérida- han tratado de dotarse de sistemas de transporte colectivo modernos y confiables, originalmente por iniciativa de sus gobiernos locales, hasta que el gobierno central resolvió intervenirlos y asumir directamente la responsabilidad con los resultados que se conocen: obras paralizadas y proyectos distorsionados que amenazan con transformarlas en «elefantes blancos» en unos casos y «bellas durmientes» en otros.
En los últimos meses el Ministerio de Transporte Terrestre se ha visto afectado por un grave ataque de hiperquinesia (¿preelectoral?) que lo ha llevado a emprender una serie de microintervenciones de ingeniería vial, particularmente en Caracas, sin contar con la indispensable visión holística que exigen los estudios de tráfico urbano para garantizar el éxito. Es fácil anticipar los resultados: en algunos puntos de la red se producirá una leve mejora temporal para, a la vuelta de poco tiempo, regresar al estado original.
Con un presupuesto que en 2012 superaba al de Guatemala, la Gran Misión Vivienda ha sido definida como el programa social con mayor inversión del Estado venezolano, pero también como el más opaco: no responde a plan alguno de vivienda, menos aún a una visión de ciudad.
Esos dislates en materia urbanística minan las bases no ya de las ciudades, sino del mismo futuro de la nación. Mientras más se tarde en revertirlos, más costosa y dolorosa será la reconstrucción nacional.
Una grave pérdida para esa tarea ha sido el fallecimiento de Víctor Fossi, urbanista y universitario entre los más brillantes y comprometidos. A sus 87 años conservaba la lucidez, el entusiasmo y la energía necesarios para impulsarla. Mucha falta le hará a sus familiares y amigos, pero también a nuestras maltratadas ciudades.
@marconegron
marco.negron@gmail.com
El Universal
06-08-2014
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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