martes, 7 de mayo de 2013
La eficiencia energética no llegó a Misión Vivienda
En varios urbanismos del programa los habitantes no pagan por la electricidad y no se han instalado medidores. Tampoco se cumple el Código Eléctrico Nacional, que deben acatar los constructores
EMILY AVENDAÑO
La penumbra es la invitada no deseada en los pasillos de la torre 34 de Ciudad Tiuna. Las 150 familias adjudicadas en ese edificio, al mudarse, a finales de diciembre, encontraron que ninguno de los apartamentos tenía bombillos ni tampoco los había en las áreas comunes.
Cada vivienda tiene 11 lámparas. En todas las reuniones que han sostenido con los representantes de la constructora y de la Fundación Rusa para la Construcción de Viviendas –responsable del urbanismo– han exigido no sólo los focos, sino que cubran el cableado eléctrico que quedó al descubierto en las paredes.
Tanto en las viviendas como en las áreas comunes se encuentran indistintamente bombillos incandescentes y ahorradores. Su uso depende de la disponibilidad económica que tengan los habitantes del complejo para surtirse. “En febrero, una noche sentimos un olor a quemado y resultó ser el tablero de los interruptores eléctricos que estaba echando humo, aparentemente porque estaba sobrecargado. Cuando revisamos también vimos que había muchos cables sueltos”, dijo una de las adjudicadas en el edificio de 15 pisos.
Los habitantes de Ciudad Tiuna no pagan por el servicio eléctrico que reciben, tampoco lo hacen los residentes de las torres Las Acacias A y B que están ubicadas en Plaza Venezuela, ni los del conjunto residencial Yuruaní en San Bernardino. Los tres urbanismos forman parte de la Gran Misión Vivienda Venezuela y los dos últimos tienen seis meses habitados.
En Ciudad Tiuna tienen problemas con la instalación de los medidores y los residentes de los otros dos edificios alegan que las obras no han sido totalmente concluidas.
Miguel Lara, ex director de la Oficina de Planificación de Sistemas Interconectados, subrayó que si el desarrollo de los urbanismos no viene acompañado con la correspondiente ampliación de los sistemas de distribución se corre el riesgo de sobrecarga: “La vida útil del equipamiento eléctrico se ve deteriorada exponencialmente por el abuso y la falta de mantenimiento”.
Jorge Rodríguez, jefe del Departamento de Energética de la Universidad Metropolitana, afirmó que el pago lo asumen el resto de los usuarios en calidad de servicio. “Existe un aumento de demanda y si esta no se planifica se pueden sobrecargar las líneas de alta tensión; para evitar esto hay que cortar la electricidad en otro lado, dentro del mismo circuito”.
Desequilibrios. El cableado eléctrico al descubierto viola las condiciones de habitabilidad de cualquier urbanismo y tiene implicaciones para la seguridad de sus habitantes. “Tememos que algún niño al tocar un cable pueda recibir un corrientazo. Aquí tenemos un problema de falta de supervisión, comienzan a hacer los trabajos y luego los abandonan a medias”, dijeron en Ciudad Tiuna.
Cualquier construcción que se desarrolle en el país debe apegarse al Código Eléctrico Nacional, “pero el Gobierno no se lo exige a quienes trabajan en la Misión Vivienda”, afirmó Lara.
Aidaelena Smith, ingeniero electricista especialista en centros de control de energía eléctrica, expresó que el sistema eléctrico funciona en equilibrio: “Es un sistema trifásico. Si sobrecargas una de las fases, puedes dejar todo un sector sin luz. El problema con el pago debe darse porque, probablemente, Corpoelec no tiene medidores; ese es un problema que solía ocurrir con Cadafe. Los medidores son importantes porque te indican si ocurre algún problema. Hay que registrar esa energía para saber cuánto estás vendiendo. El sistema necesita estadísticas, números, registros”. Destacó que, de acuerdo con un estudio realizado por La Electricidad de Caracas, a los usuarios les gusta contar con el medidor porque les otorga categoría como clientes y les permite reclamar en caso de fallas.
Ahorro energético. El viernes, los residentes de Las Acacias tenían previsto asistir a un taller con Corpoelec, en el que les iban a explicar técnicas para hacer un uso racional del servicio. Zoraida Hidalgo, vocera de la torre, señaló que en la reunión definirían lo concerniente al pago de la energía.
Las residencias Yuruaní fueron entregadas con bombillos ahorradores, las luces exteriores se cargan con energía solar y se encienden automáticamente. Una de las residentes de otro edificio de la Misión Vivienda, localizado en Las Palmas, aseguró que se mudó en diciembre y desde febrero paga lo que consume en energía. “Mensualmente, cada residente aporta 100 bolívares para hacernos cargo del mantenimiento de las áreas comunes. Si se quema un bombillo, usamos ese dinero para sustituirlo y procuramos que sea con un foco ahorrador. Queremos formar un condominio para pagar además la energía que consume el ascensor. Debemos aportar, porque ya el Gobierno nos dio lo que nos tenía que dar”.
La penumbra es la invitada no deseada en los pasillos de la torre 34 de Ciudad Tiuna. Las 150 familias adjudicadas en ese edificio, al mudarse, a finales de diciembre, encontraron que ninguno de los apartamentos tenía bombillos ni tampoco los había en las áreas comunes.
Cada vivienda tiene 11 lámparas. En todas las reuniones que han sostenido con los representantes de la constructora y de la Fundación Rusa para la Construcción de Viviendas –responsable del urbanismo– han exigido no sólo los focos, sino que cubran el cableado eléctrico que quedó al descubierto en las paredes.
Tanto en las viviendas como en las áreas comunes se encuentran indistintamente bombillos incandescentes y ahorradores. Su uso depende de la disponibilidad económica que tengan los habitantes del complejo para surtirse. “En febrero, una noche sentimos un olor a quemado y resultó ser el tablero de los interruptores eléctricos que estaba echando humo, aparentemente porque estaba sobrecargado. Cuando revisamos también vimos que había muchos cables sueltos”, dijo una de las adjudicadas en el edificio de 15 pisos.
Los habitantes de Ciudad Tiuna no pagan por el servicio eléctrico que reciben, tampoco lo hacen los residentes de las torres Las Acacias A y B que están ubicadas en Plaza Venezuela, ni los del conjunto residencial Yuruaní en San Bernardino. Los tres urbanismos forman parte de la Gran Misión Vivienda Venezuela y los dos últimos tienen seis meses habitados.
En Ciudad Tiuna tienen problemas con la instalación de los medidores y los residentes de los otros dos edificios alegan que las obras no han sido totalmente concluidas.
Miguel Lara, ex director de la Oficina de Planificación de Sistemas Interconectados, subrayó que si el desarrollo de los urbanismos no viene acompañado con la correspondiente ampliación de los sistemas de distribución se corre el riesgo de sobrecarga: “La vida útil del equipamiento eléctrico se ve deteriorada exponencialmente por el abuso y la falta de mantenimiento”.
Jorge Rodríguez, jefe del Departamento de Energética de la Universidad Metropolitana, afirmó que el pago lo asumen el resto de los usuarios en calidad de servicio. “Existe un aumento de demanda y si esta no se planifica se pueden sobrecargar las líneas de alta tensión; para evitar esto hay que cortar la electricidad en otro lado, dentro del mismo circuito”.
Desequilibrios. El cableado eléctrico al descubierto viola las condiciones de habitabilidad de cualquier urbanismo y tiene implicaciones para la seguridad de sus habitantes. “Tememos que algún niño al tocar un cable pueda recibir un corrientazo. Aquí tenemos un problema de falta de supervisión, comienzan a hacer los trabajos y luego los abandonan a medias”, dijeron en Ciudad Tiuna.
Cualquier construcción que se desarrolle en el país debe apegarse al Código Eléctrico Nacional, “pero el Gobierno no se lo exige a quienes trabajan en la Misión Vivienda”, afirmó Lara.
Aidaelena Smith, ingeniero electricista especialista en centros de control de energía eléctrica, expresó que el sistema eléctrico funciona en equilibrio: “Es un sistema trifásico. Si sobrecargas una de las fases, puedes dejar todo un sector sin luz. El problema con el pago debe darse porque, probablemente, Corpoelec no tiene medidores; ese es un problema que solía ocurrir con Cadafe. Los medidores son importantes porque te indican si ocurre algún problema. Hay que registrar esa energía para saber cuánto estás vendiendo. El sistema necesita estadísticas, números, registros”. Destacó que, de acuerdo con un estudio realizado por La Electricidad de Caracas, a los usuarios les gusta contar con el medidor porque les otorga categoría como clientes y les permite reclamar en caso de fallas.
Ahorro energético. El viernes, los residentes de Las Acacias tenían previsto asistir a un taller con Corpoelec, en el que les iban a explicar técnicas para hacer un uso racional del servicio. Zoraida Hidalgo, vocera de la torre, señaló que en la reunión definirían lo concerniente al pago de la energía.
Las residencias Yuruaní fueron entregadas con bombillos ahorradores, las luces exteriores se cargan con energía solar y se encienden automáticamente. Una de las residentes de otro edificio de la Misión Vivienda, localizado en Las Palmas, aseguró que se mudó en diciembre y desde febrero paga lo que consume en energía. “Mensualmente, cada residente aporta 100 bolívares para hacernos cargo del mantenimiento de las áreas comunes. Si se quema un bombillo, usamos ese dinero para sustituirlo y procuramos que sea con un foco ahorrador. Queremos formar un condominio para pagar además la energía que consume el ascensor. Debemos aportar, porque ya el Gobierno nos dio lo que nos tenía que dar”.
La penumbra es la invitada no deseada en los pasillos de la torre 34 de Ciudad Tiuna. Las 150 familias adjudicadas en ese edificio, al mudarse, a finales de diciembre, encontraron que ninguno de los apartamentos tenía bombillos ni tampoco los había en las áreas comunes.
Cada vivienda tiene 11 lámparas. En todas las reuniones que han sostenido con los representantes de la constructora y de la Fundación Rusa para la Construcción de Viviendas –responsable del urbanismo– han exigido no sólo los focos, sino que cubran el cableado eléctrico que quedó al descubierto en las paredes.
Tanto en las viviendas como en las áreas comunes se encuentran indistintamente bombillos incandescentes y ahorradores. Su uso depende de la disponibilidad económica que tengan los habitantes del complejo para surtirse. “En febrero, una noche sentimos un olor a quemado y resultó ser el tablero de los interruptores eléctricos que estaba echando humo, aparentemente porque estaba sobrecargado. Cuando revisamos también vimos que había muchos cables sueltos”, dijo una de las adjudicadas en el edificio de 15 pisos.
Los habitantes de Ciudad Tiuna no pagan por el servicio eléctrico que reciben, tampoco lo hacen los residentes de las torres Las Acacias A y B que están ubicadas en Plaza Venezuela, ni los del conjunto residencial Yuruaní en San Bernardino. Los tres urbanismos forman parte de la Gran Misión Vivienda Venezuela y los dos últimos tienen seis meses habitados.
En Ciudad Tiuna tienen problemas con la instalación de los medidores y los residentes de los otros dos edificios alegan que las obras no han sido totalmente concluidas.
Miguel Lara, ex director de la Oficina de Planificación de Sistemas Interconectados, subrayó que si el desarrollo de los urbanismos no viene acompañado con la correspondiente ampliación de los sistemas de distribución se corre el riesgo de sobrecarga: “La vida útil del equipamiento eléctrico se ve deteriorada exponencialmente por el abuso y la falta de mantenimiento”.
Jorge Rodríguez, jefe del Departamento de Energética de la Universidad Metropolitana, afirmó que el pago lo asumen el resto de los usuarios en calidad de servicio. “Existe un aumento de demanda y si esta no se planifica se pueden sobrecargar las líneas de alta tensión; para evitar esto hay que cortar la electricidad en otro lado, dentro del mismo circuito”.
Desequilibrios. El cableado eléctrico al descubierto viola las condiciones de habitabilidad de cualquier urbanismo y tiene implicaciones para la seguridad de sus habitantes. “Tememos que algún niño al tocar un cable pueda recibir un corrientazo. Aquí tenemos un problema de falta de supervisión, comienzan a hacer los trabajos y luego los abandonan a medias”, dijeron en Ciudad Tiuna.
Cualquier construcción que se desarrolle en el país debe apegarse al Código Eléctrico Nacional, “pero el Gobierno no se lo exige a quienes trabajan en la Misión Vivienda”, afirmó Lara.
Aidaelena Smith, ingeniero electricista especialista en centros de control de energía eléctrica, expresó que el sistema eléctrico funciona en equilibrio: “Es un sistema trifásico. Si sobrecargas una de las fases, puedes dejar todo un sector sin luz. El problema con el pago debe darse porque, probablemente, Corpoelec no tiene medidores; ese es un problema que solía ocurrir con Cadafe. Los medidores son importantes porque te indican si ocurre algún problema. Hay que registrar esa energía para saber cuánto estás vendiendo. El sistema necesita estadísticas, números, registros”. Destacó que, de acuerdo con un estudio realizado por La Electricidad de Caracas, a los usuarios les gusta contar con el medidor porque les otorga categoría como clientes y les permite reclamar en caso de fallas.
Ahorro energético. El viernes, los residentes de Las Acacias tenían previsto asistir a un taller con Corpoelec, en el que les iban a explicar técnicas para hacer un uso racional del servicio. Zoraida Hidalgo, vocera de la torre, señaló que en la reunión definirían lo concerniente al pago de la energía.
Las residencias Yuruaní fueron entregadas con bombillos ahorradores, las luces exteriores se cargan con energía solar y se encienden automáticamente. Una de las residentes de otro edificio de la Misión Vivienda, localizado en Las Palmas, aseguró que se mudó en diciembre y desde febrero paga lo que consume en energía. “Mensualmente, cada residente aporta 100 bolívares para hacernos cargo del mantenimiento de las áreas comunes. Si se quema un bombillo, usamos ese dinero para sustituirlo y procuramos que sea con un foco ahorrador. Queremos formar un condominio para pagar además la energía que consume el ascensor. Debemos aportar, porque ya el Gobierno nos dio lo que nos tenía que dar”.
La penumbra es la invitada no deseada en los pasillos de la torre 34 de Ciudad Tiuna. Las 150 familias adjudicadas en ese edificio, al mudarse, a finales de diciembre, encontraron que ninguno de los apartamentos tenía bombillos ni tampoco los había en las áreas comunes.Cada vivienda tiene 11 lámparas. En todas las reuniones que han sostenido con los representantes de la constructora y de la Fundación Rusa para la Construcción de Viviendas –responsable del urbanismo– han exigido no sólo los focos, sino que cubran el cableado eléctrico que quedó al descubierto en las paredes.Tanto en las viviendas como en las áreas comunes se encuentran indistintamente bombillos incandescentes y ahorradores. Su uso depende de la disponibilidad económica que tengan los habitantes del complejo para surtirse. “En febrero, una noche sentimos un olor a quemado y resultó ser el tablero de los interruptores eléctricos que estaba echando humo, aparentemente porque estaba sobrecargado. Cuando revisamos también vimos que había muchos cables sueltos”, dijo una de las adjudicadas en el edificio de 15 pisos.Los habitantes de Ciudad Tiuna no pagan por el servicio eléctrico que reciben, tampoco lo hacen los residentes de las torres Las Acacias A y B que están ubicadas en Plaza Venezuela, ni los del conjunto residencial Yuruaní en San Bernardino. Los tres urbanismos forman parte de la Gran Misión Vivienda Venezuela y los dos últimos tienen seis meses habitados.En Ciudad Tiuna tienen problemas con la instalación de los medidores y los residentes de los otros dos edificios alegan que las obras no han sido totalmente concluidas.Miguel Lara, ex director de la Oficina de Planificación de Sistemas Interconectados, subrayó que si el desarrollo de los urbanismos no viene acompañado con la correspondiente ampliación de los sistemas de distribución se corre el riesgo de sobrecarga: “La vida útil del equipamiento eléctrico se ve deteriorada exponencialmente por el abuso y la falta de mantenimiento”.
Jorge Rodríguez, jefe del Departamento de Energética de la Universidad Metropolitana, afirmó que el pago lo asumen el resto de los usuarios en calidad de servicio. “Existe un aumento de demanda y si esta no se planifica se pueden sobrecargar las líneas de alta tensión; para evitar esto hay que cortar la electricidad en otro lado, dentro del mismo circuito”. Desequilibrios. El cableado eléctrico al descubierto viola las condiciones de habitabilidad de cualquier urbanismo y tiene implicaciones para la seguridad de sus habitantes. “Tememos que algún niño al tocar un cable pueda recibir un corrientazo. Aquí tenemos un problema de falta de supervisión, comienzan a hacer los trabajos y luego los abandonan a medias”, dijeron en Ciudad Tiuna.Cualquier construcción que se desarrolle en el país debe apegarse al Código Eléctrico Nacional, “pero el Gobierno no se lo exige a quienes trabajan en la Misión Vivienda”, afirmó Lara.Aidaelena Smith, ingeniero electricista especialista en centros de control de energía eléctrica, expresó que el sistema eléctrico funciona en equilibrio: “Es un sistema trifásico. Si sobrecargas una de las fases, puedes dejar todo un sector sin luz. El problema con el pago debe darse porque, probablemente, Corpoelec no tiene medidores; ese es un problema que solía ocurrir con Cadafe. Los medidores son importantes porque te indican si ocurre algún problema. Hay que registrar esa energía para saber cuánto estás vendiendo. El sistema necesita estadísticas, números, registros”. Destacó que, de acuerdo con un estudio realizado por La Electricidad de Caracas, a los usuarios les gusta contar con el medidor porque les otorga categoría como clientes y les permite reclamar en caso de fallas. Ahorro energético. El viernes, los residentes de Las Acacias tenían previsto asistir a un taller con Corpoelec, en el que les iban a explicar técnicas para hacer un uso racional del servicio. Zoraida Hidalgo, vocera de la torre, señaló que en la reunión definirían lo concerniente al pago de la energía.Las residencias Yuruaní fueron entregadas con bombillos ahorradores, las luces exteriores se cargan con energía solar y se encienden automáticamente. Una de las residentes de otro edificio de la Misión Vivienda, localizado en Las Palmas, aseguró que se mudó en diciembre y desde febrero paga lo que consume en energía. “Mensualmente, cada residente aporta 100 bolívares para hacernos cargo del mantenimiento de las áreas comunes. Si se quema un bombillo, usamos ese dinero para sustituirlo y procuramos que sea con un foco ahorrador. Queremos formar un condominio para pagar además la energía que consume el ascensor. Debemos aportar, porque ya el Gobierno nos dio lo que nos tenía que dar”.
El Nacional
06-05-2013
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
Administrador del Grupo Yahoo Corredor_Inmobiliario
Asesor Inmobiliario, de Seguros e Inversiones
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