lunes, 15 de octubre de 2012
Se acelera cambio en toponimia de la urbe
Cambios de nombre esconden un ataque a estructura simbólica de la ciudad
El parque El Calvario fue rebautizado como Ezequiel Zamora, y además se sacó de allí, en marzo de 2009, la única estatua de Colón que permanecía en pie en la ciudad FOTOS ENIO PERDOMO
JAVIER BRASSESCO
El parque del Este ya no se llama Rómulo Betancourt sino Miranda y el del Oeste ya no es Jóvito Villalba sino Alí Primera. El Ávila vuelve a llamarse Guaraira Repano, El Calvario fue rebautizado como Ezequiel Zamora y el Paseo Colón como Paseo de la Resistencia Indígena, mientras que abajo en Guarenas la urbanización Menca de Leoni pasó a llamarse 27 de Febrero. Sobran los ejemplos: en Caracas el poder intenta imponer su narrativa.
El psicólogo social Axel Capriles explica que cada poder reescribe la historia para que se ajuste a su visión e intenta imponer sus emblemas: "El espacio es un ordenador de la memoria, pues ésta se organiza espacialmente, y la mejor forma de hacerlo es asociar imágenes a nombres o lugares".
No es algo que a él le escandalice especialmente, y recuerda que lo mismo hicieron los adecos (los bloques 2 de Diciembre pasaron a llamarse 23 de Enero, y aparecieron barrios como Pinto Salinas y otros bloques como Ruiz Pineda) o los españoles que gobernaron después de Franco, por poner un ejemplo lejano pero reciente.
El sociólogo Carlos Raúl Hernández cree que la tendencia de rebautizar espacios públicos es muy propia de gobiernos revolucionarios, sean de izquierda o de derecha, pues éstos emprenden más temprano que tarde un ataque a toda la estructura simbólica de las principales ciudades, pues se piensa que para ayudar a un cambio de ética es necesario un cambio en los símbolos.
Los regímenes que se autoproclaman revolucionarios pretenden una ruptura histórica, su idea es que la historia comienza con ellos, según explica Hernández: "El poder revolucionario quiere vender la idea de que antes de él lo que había era una especie de preshitoria en donde todo era negativo. Y si hay algo positivo se remonta a una época muy lejana, una época que el régimen está rescatando. Y por eso su simbología debe tenerlo a él como referencia. Al gobierno de hoy o a algún elemento del pasado prístino e impoluto. En nuestro caso es Miranda, es Bolívar, es la Independencia, son los indígenas. O un hecho histórico que se quiere reivindicar: 27 de febrero, 4 de febrero...".
Leopoldo Provenzali, exsecretario de planificación del Área Metropolitana, comparte esta opinión, y cree que no se trata de nimiedades: No son solo cambios de nombre, es ingenuo creer eso, no hay nada inocente en una medida así: es la creación de una nueva identidad que poco a poco se va cincelando, así sea a martillazos, en el inconsciente colectivo. Te están diciendo que la historia es así como la estoy contando. No hay hechos vacíos, lo que hay son formas de relatarlos".
Y aunque son muchos los gobiernos que han tenido esta inclinación a reescribir la historia, Provenzali recuerda que son regímenes totalitarios como el fascismo o el nacionalsocialismo los que con mayor frecuencia han incurrido en esta pr´actica: "Se creen eternos, y no solo hacia adelante sino incluso hacia atrás, hacia el pasado. Cambiar nombres según su visión histórica es la manera que tienen de decirnos que la historia comienza con ellos".
SIN RASTROS DE COLÓN
En el marco de la rehabilitación del parque El Calvario (rebautizado como Ezequiel Zamora), la alcaldía de Libertador removió en marzo de 2009 la última estatua de Cristóbal Colón que aún quedaba en la ciudad y que había estado en lo más alto de esas escaleras durante más de cien años.
Pocos años antes, el 12 de octubre de 2004, la escultura del almirante genovés que había realizado Rafael de la Coba y que estaba en el Paseo Colón (Plaza Venezuela), había sido atacada y desmontada de su pedestal por un grupo de personas, poco después de que el presidente Hugo Chávez pronunciara un discurso en donde criticaba el legado de Colón.
Desde 2002 y con el aval de un decreto de la Asamblea Nacional, cada 12 de octubre ya no se celebra en Venezuela el Día de la Raza sino el día "De la Resistencia Indígena", que fue el mismo nombre con que poco después se rebautizó el Paseo Colón.
Carlos Ra´ul Hernández cree que el resultado final de este tipo de acciones es la acumulación de odio y resentimiento: odio hacia la mitad de nuestra sangre. Lo que a él le resulta irónico es que de esa mitad de nuestra sangre es de donde provienen unos valores (que vinieron mucho despu´es de la época de Colón) que hoy nos permiten criticar los excesos en que se incurrió en todo el proceso de la Conquista. JB
El Universal
12-10-2012
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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