jueves, 18 de octubre de 2012
Lo que viene
La naturaleza del régimen que Chávez ha creado ya luce incapaz de reformarse
ANTONIO COVA MADURO
Pasado el rato amargo por lo que pasó, ahora la gente vierte sus angustias sobre lo que viene, o lo que pasará en esta Venezuela que se reestrena como chavista (¿renovada?). Esas angustias tienen que ver con el asunto de la incertidumbre. En efecto, como sabemos, la incertidumbre se presenta cuando no podemos asignar posibilidades reales al futuro. En ese sentido, todo futuro está preñado de un desconocimiento sobre sus rasgos distintivos.
Si algo bueno tienen los sofocantes catorce años de esta cruz es ayudarnos a imaginar lo que viene. En ese sentido estamos mucho mejor que en los primeros descubrimientos de sus inicios. Como no hay manera de que uno pueda desplegar dotes de adivinador o profeta -tantos han fallado en el pasado- me van a permitir proponerles algunas hipótesis.
Comencemos con una experiencia familiar. Una amiga de Buenos Aires que vino expresamente a votar, nos visitó este fin de semana pasado y cuando ya la conversación tomaba el rumbo de su conclusión, se detiene un momento y a mi familia, que con placer la recibía, nos dijo: "Quiero que me digan qué creen ustedes que va a pasar de ahora en adelante, porque apenas retorne a la Argentina, me van a asediar con esa pregunta".
De inmediato Sebastián, a quien varios de los lectores conocen, comenzó diciendo: "Nada diferente a lo que hasta ahora ha venido pasando". Después de todo este es un gobierno al que las ideas se le acabaron antes de darlas a conocer, y en cuanto a innovaciones, ya luce gastado y sin propuesta alguna.
Mientras todos asentían, levanté la mano para tomar la ideas donde había quedado la propuesta de Sebastián y luego de mostrar mi acuerdo con el meollo de su exposición, añadí: "Si bien es cierto que cantidad de cosas -su propia experiencia, sus verdaderos recursos, la comunidad internacional- le impondrán ir por el camino que ya conoce -'y en el que se siente seguro y por el que acaba de obtener una rotunda confirmación'- evidentemente que no es la misma historia. Lo pasado no es repetible porque aquello fue lo que esa historia dio de sí, ahora estamos en otra".
Habrá, continué, una profundización de la inseguridad en las calles, entre otras cosas porque ni Chávez hará nada ni su gobierno está preparado para emprender unas tareas ciclópeas como las que se requieren. La economía de importación seguirá rampante porque ya hay poderosos intereses que medran de ella y el campo ha sido devastado. La administración pública, como máquina traganíqueles ya chupa los recursos antes de que lleguen y cada vez será más y más la única cantera para repartir empleos. Y allí me paré porque el rosario podía durar toda la noche.
Por suerte, estas páginas me dan la posibilidad de explayarme más en este asunto. Veamos. La naturaleza del régimen que Chávez ha creado en la primera década del siglo XXI ya luce incapaz de reformarse -y ni siquiera reformularse- desde adentro. En ese sentido estoy totalmente de acuerdo con la propuesta del sociólogo norteamericano Robert Nisbet, "el cambio real sólo viene de afuera del sistema, no es endógeno".
Y ese "sistema" ya tomó su rumbo: el que le hemos visto desplegar a trancas y barrancas en esta década. No habrá, en ese sentido, "revolución cultural proletaria" a lo Mao, entre otras cosas porque ya hubo una que fue el más exitoso billete de entrada a la más espectacular revolución capitalista que ha contemplado la especie humana en toda su historia.
En ese sentido, el destino de este "socialismo tropical" es muy parecido al de Cuba: quedarse ahí pues las ruinas de esa experiencia hablan. Lo que al chavismo le costaría radicalizarse, como muchos opinadores creen lo hará, es demasiado como para verlo emprender tal ruta. ¿No serían los "recules" ante la Ley Sapo y la Ley de Universidades express de su momento un indicio muy claro de por cuáles túneles Chávez no se meterá?
Pero aunque de viva voce Chávez asumiera vías radicales, uno tiene la impresión que la sociedad rápido torcería sus propósitos últimos, como ha sucedido con la Ley de Inquilinato. Los venezolanos son magistrales en eso de "darle la vuelta" a las cosas... y Chávez lo es en hacerse el loco cuando eso pasa.
El gobierno chavista, por lo demás, es un edificio de tres pisos y cada uno parece funcionar solo y aisladamente. Uno es el de Corte y sus prestidigitadores. Otro el de los radicales y sus ilusiones. Finalmente el primero es el que la gente adapta a su realidad. Por ello es tan difícil producir un régimen único. Pero a este asunto nos dedicaremos después.
antave38@yahoo.com
El Universal
17-10-2012
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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