Evento natural que no solo cobró vidas, también quedaron afectados edificios y pérdidas materiales incalculables. Un hecho curioso de este fenómeno sismológico y que aún es recordado por quienes lo vivieron es que justo cesó en el momento en que la cruz de la Catedral de Caracas cayó al suelo, dejando una marca grabada en el piso.
Mientras muchos disfrutaban de las fiestas con motivo del cuatricentenario de la fundación de Caracas, la ciudad fue fuertemente sacudida a las 8:05 de la noche por un movimiento telúrico de magnitud 6.5 grados en la escala de Richter que se registró entre Arrecifes y Naiguatá en el Litoral Central.
Unos 35 segundos bastaron para dejar un balance de 2.000 mil muertos, 283 heridos y daños materiales incalculables.
Al momento del movimiento telúrico los edificios se mecían y los automóviles eran sacudidos, de tal manera, que muchos conductores creían que sus vehículos eran empujados o removidos por otros carros o personas.
La magnitud del terremoto no respetó poderosos edificios que hasta ese momento habían sido considerados como indestructibles, tales como los bloques de El Silencio. En el este, también quedaron afectados edificios como El Roxul, Royal Coral y Blue Palace. Mientras que en el estado Vargas, hubo una ruina parcial de edificaciones altas.
El epicentro también causó inestabilidad en Valencia, en la Cordillera de La Costa, así como en las carreteras hacia El Junquito, La Colonia Tovar y Naiguatá.
Después del hecho otras 30 réplicas mantuvieron en zozobra a la población que hasta media noche se mantuvieron en plazas, calles y avenidas arrodillados en contante oración. Afortunadamente, la ciudad recuperó su serenidad. Las autoridades policiales, las Fuerzas Armadas y los bomberos lograron eficazmente asegurar la tranquilidad ciudadana.
Un hecho curioso de este fenómeno sismológico y que aún es recordado por quienes lo vivieron, es que justo cesó en el momento en que la cruz de la Catedral de Caracas cayó al suelo, dejando una marca grabada en el piso. Se dice que su silueta quedó en el medio de la calle, apuntando hacia el Ávila, e inmediatamente la gente empezó a rodearla mientras se arrodillaban y la besaban.
Alirio Oramas, fue uno de los primeros museólogos del país designado para desenterrar la cruz del asfalto y restaurarla junto a otros ingenieros; retornando la cruz a la fachada principal de la iglesia después de casi una semana.
Este hecho quedó inmortalizado en las primeras planas de diarios nacionales, entre ellos el Diario El Universal que el 31 de julio reseñó la gráfica de la cruz que cayó en el pavimento y la tituló: Cayó y dejó su huella, el milagro de la cruz.
El Universal
29-07-2016
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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