miércoles, 24 de agosto de 2016

Entorno Urbano: Nuevas oportunidades



Por no importar los costos al gobernar las ciudades han crecido sin orden, sobre un tejido vial informe e insuficiente

VICTOR ARTÍS

El deterioro de la economía afecta a la infraestructura general del país y a las ciudades y pueblos donde está concentrada casi el noventa por ciento de la población.  Era muy grato vivir subsidiados por el petróleo, las tarifas no generaban (ni generan) los ingresos necesarios para operar y mantener los servicios y mucho menos para reponer instalaciones de vida útil finita.

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Por no importar los costos al gobernar, las ciudades han crecido sin orden, sobre un tejido vial informe e insuficiente, donde la movilidad es precaria, el transporte público deficiente y excesiva la prioridad del automóvil.  Por aumentar la población en cinco millones de personas cada diez años, el crecimiento urbano prosigue y también las carencias, porque al déficit acumulado se agregan nuevas demandas en viviendas, servicios y equipamientos.

Podríamos mejorar y reconfigurar los hábitats urbanos si dejamos de creernos un país rico y actuamos como un país pobre, afanoso para progresar y prosperar.

Muchos países han evaluado la calidad de la vida en sus ciudades y han dejado de lado buena parte de la práctica urbanística predominante en el siglo pasado para adoptar nuevos principios entre los cuales destacan ahorrar  energía y reducir la emisión de gases de invernadero, procurar compacidad y disminuir los viajes gracias a un transporte público excelente y a mezclar usos.

Otros criterios corresponden a crear ambientes peatonales confortables y seguros, respetar conservar y mejorar las condiciones naturales para promover la relación humana con el entorno, la suma importancia atribuida a organizar vecindarios, donde los residentes se puedan reconocer, lo que genera identidad y seguridad.

El propósito general es disminuir el costo de gestionar las ciudades, no desperdiciar el tiempo de los habitantes y tener oportunidades para vivir con alegría y felicidad.

Estos principios están excluidos de los planes urbanísticos promulgados en Venezuela y por ello sería excelente revisarlos porque al menos la posibilidad de reducir costos coincide con la certeza de contar con recursos muy inferiores a lo que suponíamos disponible.

Dar prioridad al transporte público significaría  construir menos autopistas urbanas mientras que optar por generar energía solar y eólica requeriría menos generadoras termoeléctricas y menores instalaciones.

Reciclar el agua y los desechos sólidos es exprimir menos la naturaleza y contribuir a su sostenibilidad.  Mezclar los usos ayuda a tejer relaciones y a crear identidad, proceder muy distinto a las rezonificaciones implantadas en Caracas donde, como en Campo Alegre, para ir a comprar pan es necesario un vehículo: carro, moto o bicicleta.

El economista y sociólogo Jeremy Rifkin condensa este pensamiento y plantea que se ha iniciado la tercera revolución industrial donde el trabajo pesara menos, la comunicación será total y la energía tenderá hacia un costo marginal cero.  Observa que por cada vehículo compartido (UBER) habrá veinticinco carros menos y que dentro de las áreas urbanas se producirán alimentos y se reforestará.

Si este es el mundo futuro, podríamos dar un salto adelante para ponernos a la par del avance del conocimiento, evitar inconvenientes superados por otros y con ello tener nuevas oportunidades para mejorar nuestras ciudades.

vartisg@gmail.com

El Universal
23-08-2016
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
Administrador del Grupo Yahoo corredor_inmobiliario
Asesor Inmobiliario, de Seguros e Inversiones
twitter: @Henry_Medina
hmedina30@yahoo.es



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