Teatro de la Ópera de Maracay (TOM)
Pisos, paredes y mobiliario en general son testigos de los avances en la forma de construcción y mantenimiento de las infraestructuras culturales.
Decía el célebre poeta y ensayista mexicano, Octavio Paz, “la arquitectura es el testigo insobornable de la historia”, porque no se puede describir a una infraestructura sin reconocer en ella los símbolos propios de una época. Luego de la restauración del Teatro de la Ópera de Maracay (TOM), emprendida por el Gobierno Bolivariano de Aragua, la frase está más vigente que nunca, pues este espacio no solo seguirá definiéndose como uno de los escenarios más emblemáticos del país, sino que además su imagen desde ahora es muestra de la evolución de la arquitectura venezolana desde principios del siglo XX, cuando fue concebida por el arquitecto Luis Malaussena.
José Pulido, arquitecto de amplia trayectoria encargado de estos trabajos, comentó que una muestra del valor arquitectónico de esta obra son las líneas de la estructura, que hablan de la corriente modernista que estaba naciendo en el país para la época.
Una de las primeras decisiones tomadas al momento de elaborar el proyecto de restauración, explicó, fue orientar los trabajos hacia el resguardo de la originalidad arquitectónica del teatro, así como encaminar las labores de acuerdo a la memoria colectiva que se tiene de este espacio.
No obstante, ubicados en la época actual, el equipo de Pulido resolvió incluir nuevas tecnologías para su mejor funcionamiento. “El hecho de que sea un Patrimonio Histórico no quiere decir que el teatro se congele en el tiempo, debe ir como las personas creciendo y modernizándose a medida que todos esos avances llegan”, argumentó.
Lo cierto es que desde su concepción a principio de 1930, su culminación en 1973, los trabajos posteriores de “mantenimiento” y la actual restauración del TOM, mucha agua ha corrido en cuanto a materiales y dispositivos de uso arquitectónico. De allí que el foyer, el hall y la sala central fueron tratadas de manera que las y los visitantes evidenciarán los diferentes tratamientos de restauración que han sido empleados en este espacio.
Pulido puntualizó parte de los indicios dejados para marcar estas transiciones. “En el foyer se escarificaron dos paredes que son ladrillos de barro y se dejaron para ver el sistema constructivo de cuando se comenzó el teatro en los años 30; luego vemos todo el edificio como tal, que fue la intervención del arquitecto (Luis Manuel) Trompis en 1970 y llegamos a nuestra intervención en 2013-2015”, describió.
Reveló que esta transición también es definida con el color de las áreas del teatro, “un hall dorado, un foyer plateado y volvemos al dorado de la sala y se marcan así las épocas de construcción”. Este matiz además es dado por las barandas que ahora son de acero inoxidable, “las anteriores no eran de bronce como la gente creía, eran de hierro pintadas de dorado (…) No quise hacerlas exactamente igual dentro del proyecto de restauro, porque eso podría llevarnos a lo que se llama un falso histórico, que se copia algo y la gente no se va a dar cuenta si era lo viejo o nuevo”.
Un elemento distintivo que el público verá, a partir de la reinauguración del 30 de octubre, es el piso del teatro, uno de los mayores retos con el que se encontró el equipo de restauración al asumir la obra.
“Soy extremadamente respetuoso del trabajo de mi colega, pero hay cosas que tienen que decirse”, destacó Pulido al comentar que uno de los graves errores que se cometieron en la intervención anterior fue “demoler el mármol por vencimiento. Aquí te dices ¿Cómo es eso? Porque si es por eso Atenas y Roma estuvieran vencidas por completo porque están hechas casi en su totalidad de mármol”, explicó.
De allí que al verificar que no se podía recuperar el mármol gris en su totalidad, Pulido decidió que solo se mantendría el color original en hall, y que el resto sería verde por dos razones: “Nosotros llevamos la denuncia social para que la gente que venga sepa que el mármol original fue demolido, que estamos colocando otro color y el verde porque dentro de la simbología de los colores, es el color de la esperanza y es lo que nosotros teníamos: que este teatro iba a llegar a la mejor de las culminaciones y es lo que estamos viendo hoy día”, resaltó el arquitecto restaurador.
El 30 de octubre el telón del TOM nuevamente subirá luciendo la mejor de las facetas de las últimas décadas, gracias a la política de recuperación de los espacios públicos que lleva adelante el Gobierno Bolivariano de Aragua, para brindar al pueblo espacios dignos para el sano disfrute y para el desarrollo pleno de la cultura.
El Siglo
28-10-2015
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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