lunes, 7 de septiembre de 2015

La convivencia pacífica, un reto para los habitantes de la Misión Vivienda (V)


Aparatos del parque infantil del Desarrollo Urbanístico Roosevelt, en la parroquia San Pedro en Caracas, han sido desarmados - Foto: Rafael Briceño

La convivencia pacífica, un reto para los habitantes de la Misión Vivienda (V)
La convivencia pacífica, un reto para los habitantes de la Misión Vivienda (V)
Beneficiarios reciben cursos de cohabitación en los refugios antes de mudarse a los urbanismos

Por:
YORMAN GUERRERO

En esta quinta entrega, Contrapunto explica por qué prácticas comunes en la cotidianidad del barrio o de los refugios deben cambiar cuando las familias se mudan a los complejos del Estado

Tatiana Guzmán (nombre ficticio para proteger su identidad) perdió su vivienda en el barrio Kennedy de Caricuao, en Caracas, por las lluvias de finales de diciembre de 2010. Los dos años siguientes estuvo alojada junto a su pareja y dos hijos en el refugio Manuelita Sáenz en el Consejo Federal de Gobierno, hasta que se mudó al Desarrollo Urbanístico Roosevelt, en la parroquia San Pedro en Caracas, el 17 de noviembre de 2012. Su familia es una de las 16 que habitan la torre 6 de un total de 7 que conforman el complejo entregado por la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV) en esta localidad.

Guzmán definió como “traumático” el primer mes de convivencia con los nuevos vecinos del edificio. “Al principio había otro residente del edificio que ponía música alta todos los días a toda hora. Mi hijo menor tenía apenas unos meses de nacido y costaba mucho dormirlo por el escándalo”, rememoró, tras admitir que en varias oportunidades tocó la puerta de sus vecinos para pedir que bajaran el volumen.

La beneficiaria de Misión Vivienda explicó a Contrapunto que durante los dos años que estuvo en el refugio, en varias oportunidades recibió cursos de convivencia impartidos por el Gobierno para “enseñarles” cómo debía ser el comportamiento al mudarse al complejo donde compartirían muchas áreas con otras familias. “Tengo entendido que todos los habitantes de esta torre recibieron ese curso, porque era obligatorio para los que veníamos de refugios, pero claramente no sirvió de mucho”, sentenció Guzmán.

Una pelea subida de tono puso fin a los constantes eventos musicales. “Bajé de mi casa en pijamas, llamé a la puerta y como ya estaba obstinada nos ofrecimos golpes. Desde ese momento ya no hay música alta, por lo menos en este bloque. Ahora tenemos otro problema: el mismo vecino vende licor en su apartamento, y esos son gritos a toda hora”, agregó Guzmán.

Consumo de droga en pasillos y jardines, falta de consenso para la limpieza y mantenimiento de áreas comunes, daño a las estructuras del parque infantil, y la ausencia de reuniones con los voceros del comité multifamiliar son algunos de los factores que afectan la cohabitación en este urbanismo. Vecinos de varios de los complejos de la GMVV que visitó Contrapunto admitieron que la falta de estacionamientos los obligó a convertir los cuartos de basura en espacios para aparcar las motos de los residentes.


Desde febrero del año pasado no se convocan asambleas entre los habitantes del edificio. Guzmán relata que en un principio se hacían juntas con los integrantes del comité multifamiliar cada 15 días o un mes para enumerar los problemas que tenían en el complejo y se llegaban a acuerdos con la participación de todos, incluso se levantaban actas si era necesario. “Se llevaba un cuaderno para controlar el pago de una ‘mensualidad’ que servía para el mantenimiento de las áreas comunes, como comprar la pintura de las escaleras y rejas. Todo eso se dejó de hacer porque hubo una pelea”, concluyó.

La Ley del Régimen de Propiedad de las Vivienda de la Gran Misión Vivienda Venezuela en su artículo 14 especifica: “El Comité Multifamiliar de Gestión será el órgano de decisión, de análisis y decisión de los problemas comunes que surjan en la comunidad habitacional”. Asimismo establece que todos los miembros de las unidades familiares deberán cumplir con el reglamento de convivencia.

Este ordenamiento regula la convivencia en los aspectos sociales, culturales y ambientales, así como el manejo de los servicios, el uso de las áreas comunes, el respeto a la arquitectura y urbanismo y, en general, todo lo que afecte la vida en comunidad. Queda expresamente prohibido el uso de la vivienda para actividades que desvirtúen la “naturaleza social” para la cual fue otorgada, así como ocasionar ruidos molestos o daños que puedan perturbar la tranquilidad de los propietarios o que amenacen su seguridad o afecten a la salud pública, o el interés colectivo.

Reclamo generalizado

Una residente de una torre contigua a la de Tatiana Guzmán apuntó que en edificio clausuraron los bajantes de basura porque nadie se hacía responsable de recogerla después. “La limpieza de las áreas comunes es un inconveniente que no hemos podido resolver”, agregó la vecina, que prefirió mantenerse en el anonimato.

En otros urbanismos de la GMVV apuntan que las fiestas en los apartamentos se salen de control. “Una muchacha hizo una especie de matiné en su casa a mediados de junio y aparte de la música estruendosa, también había venta de bebidas alcohólicas. La celebración comenzó a tempranas horas de la tarde y culminó en una pelea con dos apuñalados. Ese tipo de acciones no se pueden permitir”, denunció un habitante del Complejo Libertador II en Caracas.

El jueves 25 de junio, Ricardo Molina, ministro de Vivienda y Hábitat, insistió en que los hogares construidos por la GMVV deben convertirse en “espacios de paz” donde se promueva la sana convivencia, durante la entrega de 20 apartamentos en el desarrollo urbanístico El Paso en Los Teques. Contrapunto solicitó una entrevista con el ministro para conversar sobre el avance del programa social pero hasta el momento de publicar este reportaje no se obtuvo respuesta.

Mi piso es el techo de mi vecino

La Alcaldía de Caracas, a través de Fundacaracas, imparte cursos para la convivencia ciudadana a los habitantes de los refugios antes de que se muden a los complejos de la GMVV. Kyrian Ferricelli, coordinadora de la División Nuevas Comunidades Socialistas, explicó a Contrapunto que estos talleres nacen por la necesidad de brindar acompañamiento a los habitantes que vienen de transitar de refugios a un espacio totalmente nuevo para ellos. “Orientarlos a una mejor calidad de vida es el objetivo de estas prácticas. La mayoría de estas personas vienen de vivir en su barrios afectados por las lluvias, luego pasan a un refugio y terminan en urbanismos que requieren de normas de convivencias totalmente diferentes a la que están acostumbrados”, expresó.

Ferricelli comentó que los talleres familiarizan a los futuros beneficiarios con los patrones de comportamiento que rigen las nuevas unidades habitacionales. “La Ley de Régimen de Propiedad de la GMVV es el primer reglamento que se les muestra. Se da a conocer la importancia de los cuadernos de control, las actas y minutas en las reuniones que se lleven a cabo en el edificio. De igual manera se explica cuáles son las ventajas de tener unidades socioproductivas en los complejos y que serán adjudicadas a las personas que más lo necesiten”, dijo.

La educadora resaltó que el principal interés del programa es hacerles entender a los nuevos residentes que ahora van a compartir muchos espacios con sus vecinos. “Tenemos una especie de lema que dice: ‘Mi pared es la pared de mi vecino y mi piso es su techo’. Así mostramos que la convivencia en conjunto es mucho más compleja que la llevaban en sus lugares de origen o en el refugio”, agregó Ferricelli.

En este momento, Fundacaracas imparte charlas a siete grupos de damnificados, específicamente los que van a habitar complejos en La Vega, 23 de Enero, Calle México, Santa Rosa I y II, Andrés Bello, Gato Negro y Antímano. Una vez que son entregados los urbanismos, la fundación les hace seguimiento para determinar cuáles son los problemas de convivencia más recurrentes y según el resultado se dictan nuevos talleres que toquen las temáticas para ayudarlos a buscar soluciones.

Consulte en esta infografía interactiva las cifras clave de la GMVV:

Misión Vivienda en cifras
http://162.243.44.42/static/muse/INFOVIVIENDA/index.html
Misión Vivienda en cifras

La organización es la clave

Ingrid Aguado es la vocera principal del consejo comunal Por Ahora y para Siempre que se encarga del urbanismo de la GMVV, entregado por la Oficina Presidencial de Planes y Proyectos Especiales (Opppe 12), ubicado en Bellas Artes. Comentó a Contrapunto que para lograr una convivencia positiva entre todos los vecinos del urbanismo siguieron las reglas impartidas en los cursos de convivencia que recibieron durante los dos años y medio que vivió en el refugio del Hotel Parque Carabobo, en Caracas.

“Primero, designamos a los tres voceros principales y suplentes del comité multifamiliar. Después creamos el consejo comunal y las salas de batalla. Gracias a ello se tomaron decisiones como definir quiénes se beneficiarían de las unidades socioproductivas (tiendas en la planta baja) del edificio”, explicó Aguado.

La dirigente comunitaria agregó que en un principio se determinaron reglas claras para una mejor convivencia: no se utilizarían los bajantes y cada quien se haría cargo de depositar sus desperdicios fuera del edificio. El cuarto de basura funciona como estacionamiento de motos y no está permitido utilizar los ascensores para subirlas a pisos superiores. “Aquí limpia el que le provoque. Eso no se ha determinado en reuniones”, comentó al referirse a la limpieza de las áreas comunes.

Contrapunto
11-08-2015
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
Administrador del Grupo Yahoo corredor_inmobiliario
Asesor Inmobiliario, de Seguros e Inversiones
twitter: @Henry_Medina
hmedina30@yahoo.es



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