martes, 20 de enero de 2015

¿Cuánto vale rentar un cuarto en La Habana? utlzbl


Identificación que deben tener los alquileres legales (foto del autor)

¿Cuánto cuesta el alquiler de una casa o una habitación en Cuba? Hay muchas respuestas para esta sencilla pregunta, según provenga de un cubano residente en la isla o de un extranjero.

La situación de caos que enfrenta la economía cubana y que el gobierno intenta disfrazar de “reordenamiento”, más las condiciones de “ciudadanos de primera” y “ciudadanos de segunda” en que ha sido dividida, o mejor dicho, fragmentada, la sociedad cubana por diversas causas económicas, sociales y políticas, no permiten ofrecer una única respuesta, mucho más cuando se examinan factores como el estado crítico de la vivienda (más de la mitad del fondo habitacional se encuentra deteriorado o en condiciones inhabitables) y los bajísimos salarios que perciben los trabajadores, sean profesionales u obreros, de unos 20 dólares mensuales como promedio, lo cual sitúa la cifra entre los sueldos más bajos a nivel mundial.

Si bien es cierto que, debido al populismo de los primeros años de la dictadura, se construyó un buen número de viviendas, también lo es que la falta de un concepto arquitectónico humanizado y de un proyecto urbano que tuviera en cuenta el bienestar de las personas y el crecimiento de las familias, terminó por crear un sinnúmero de barrios espantosos (como Alamar, al este de La Habana; o El Eléctrico, al sur; o San Agustín, al oeste) que hoy clasifican como zonas de marginalidad y núcleos de alta criminalidad.

En consecuencia, son estas barriadas las que ostentan los precios más bajos en cuanto a alquileres y ventas pero, aun así, las cifras son inalcanzables para una familia que viva del salario estatal. Por ejemplo, en Alamar, un apartamento pequeño de dos habitaciones y sin muchas comodidades, incluso con deficiente servicio de abastecimiento de agua, ronda los 60 dólares mensuales, lo cual supera los ingresos de un matrimonio de profesionales. Ese es el mismo precio de una habitación sencilla, sin salida independiente, en el centro de La Habana.

En cualquier edificio de la Habana Vieja, a pesar de la falta de agua o de que el inmueble se encuentre declarado en peligro de derrumbe, los apartamentos pequeños pueden superar los 100 dólares mensuales. En un recorrido que hicimos por algunas viviendas de alquiler de la zona, pudimos comprobar que las condiciones de muchas habitaciones, cuyos costos oscilan entre 1 o 2 dólares diarios, no cuentan con las condiciones mínimas para que una pareja pueda vivir cómodamente. Algunas, carentes de ventilación y hasta de higiene, solo ofrecen una cama maltrecha y un ventilador.

En estos casos, los dueños permiten al cliente utilizar el baño y la cocina pero solo en momentos del día que han pactado con antelación, incluso hay horarios en que la propia habitación suele ser alquilada a otros, para encuentros sexuales, por un precio que oscila entre 1 y 5 dólares la hora, en dependencia del confort y hasta de la preferencia sexual del cliente. Una pareja gay, por ejemplo, paga mucho más que un matrimonio heterosexual.

Son numerosos los edificios y cuarterías de La Habana donde este negocio de alquileres es la única fuente de ingresos de la mayoría de los vecinos que, según nos confiesan algunos, no se arriesgan a sacar una licencia para ejercerlo legalmente debido al proverbial nivel de corrupción de los inspectores de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) que luego recurrirían a la constante extorsión.

Las licencias otorgadas por la ONAT distinguen, obligatoriamente, entre quienes alquilan a extranjeros y los que rentan a cubanos, y las cuotas de los impuestos son muy diferentes. A un extranjero se le suele cobrar entre cinco y diez veces sobre el valor real del alquiler y, en consecuencia, los inquilinos relegan al cliente nacional.

En otras zonas de la ciudad como Miramar o Nuevo Vedado los precios pueden elevarse a cifras astronómicas si continuamos comparando con el salario promedio de un cubano. En estos barrios, una habitación independiente (ya no un apartamento) con baño propio puede costar entre 25 y 40 dólares diarios. Una casa modesta suele alcanzar hasta los 100 dólares al día, pero una mansión puede superar los 500, que viene siendo el salario de dos años de trabajo para un editor o un ingeniero, digamos.

Lo más curioso de estos alquileres “especiales” es que muchos ―bien lujosos y en barriadas exclusivas donde se puede tener por vecinos a altos dirigentes del país―, pertenecen a exdirigentes o exdiplomáticos, ya jubilados o defenestrados; a viejos generales pasados a retiro o en activo, que escudan su identidad detrás de un hijo, un sobrino o una amante. Incluso, algunos hasta burlan el pago de impuestos ya que, legalmente, sus casas pertenecen a las Fuerzas Armadas o a algún otro ministerio o institución inmune a las leyes que ellos mismos promulgan.

La política del gobierno cubano ha sido hipócrita en muchos sentidos pero en la cuestión de la vivienda es donde ha exhibido su mayor cinismo. En Cuba, la idea de “propiedad” sobre un inmueble es de un simbolismo desvergonzado porque es el Estado, y no la persona que lo habita, quien decide sobre cada milímetro de lo que debiera ser un espacio personal, privado.

Las Fuerzas Armadas son aún más deshonestas. Por ejemplo, bajo los elásticos conceptos de “seguridad del Estado” y de “disposición combativa”, ha acaparado la mayoría de las mansiones y casas que fueron expropiadas a sus legítimos dueños en los primeros años de la revolución. Todos los militares de alto rango y los principales dirigentes del país, habitan esos inmuebles e incluso exhiben mayor nivel de vida que sus antiguos propietarios. En la actualidad, mientras disminuye el plan de construcciones de viviendas o se condiciona la entrega de los inmuebles al grado de fidelidad o complicidad con la dictadura, los militares y principales dirigentes del país gozan del privilegio de cambiar de casas a su antojo.

Mientras un ciudadano que depende de su parco salario y que no desea comprometerse con la dictadura está condenado a crear una familia en la misma vivienda donde convive con padres, abuelos, hermanos, tíos y primos, sin esperanzas de adquirir alguna vez un espacio propio, los dirigentes cubanos y los militares se adjudican propiedades y hasta el derecho de expropiar y desalojar a cualquiera bajo el pretexto de velar por la “seguridad del país”. Todos en Cuba saben que si un dirigente decide mudarse a determinado barrio, aquellos vecinos del lugar que sean declarados no “confiables” políticamente, deberán sufrir cualquier tipo de presiones y arbitrariedades.

Los altos precios de los alquileres, en contraste con el bajísimo salario promedio, no es una situación que el gobierno desea resolver. Muy por el contrario, es una estrategia que beneficia la política de chantaje que siempre lo ha caracterizado. Los precios astronómicos no solo de las viviendas sino de todo cuanto necesita una persona para subsistir, son un mecanismo de control de las multitudes empobrecidas. El ciudadano de a pie, desesperado por el cúmulo de carencias y dificultades en que vive, es forzado por el propio gobierno a transitar dos caminos muy similares: delinquir para satisfacer sus necesidades o plegarse al chantaje político.

Cubanet
15-01-2015
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
Administrador del Grupo Yahoo corredor_inmobiliario
Asesor Inmobiliario, de Seguros e Inversiones
twitter: @Henry_Medina
hmedina30@yahoo.es



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