Polinacionales que llegaron a la protesta en Ferrenquín se fueron ante los gritos de los vecinos
DELIA MENESES , THÁBATA MOLINA
Si algún vecino o comerciante de la parroquia Candelaria tiene una emergencia y decide llamar al número 0416-400.6226 correspondiente al cuadrante de Patrullaje Inteligente que le asignó el Ministerio de Relaciones Interiores y Justicia, la respuesta será la grabación de una voz femenina que dice: "al finalizar el tono, su llamada será atendida por el buzón de mensaje".
Pero tampoco podrá dejar el recado a los funcionarios porque el servicio de móvil mensaje no está disponible. La vecina María de Vicente vivió la experiencia. En febrero se comunicó con el número de su cuadrante y cinco meses después todavía sigue esperando una respuesta.
Quienes viven y trabajan en esta parroquia fundada hace 321 años coinciden en que poco o nada queda de su brillo y amabilidad de antaño. En las mañanas les toca caminar entre indigentes que usan entradas de los edificios para guarecerse durante la noche y que se han apoderado hasta de fachadas de sedes bancarias y ministerios.
La estampida de la comunidad de inmigrantes arraigada en la zona ha ocurrido a la par del crecimiento de las invasiones, los altos niveles de inseguridad, el desorden y la suciedad. El abandono es evidente en las jardineras, las aceras rotas, el aumento de buhoneros y de mototaxistas. Claudia Olarte vive frente a la plaza Candelaria y denuncia que hasta cuatro líneas de mototaxistas invaden una misma cuadra. "Entre los motorizados y los buhoneros no hay espacio para que pase una ambulancia".
Manuel Fernández, comerciante español dueño de una tienda de ropa, ha visto a la mayoría de su clientela de la comunidad portuguesa marcharse para irse del país. También a sus paisanos, que siente, ya no son mayoría en Candelaria.
"La zona ha cambiado mucho. A las 8:00 p.m. ya no consigues un alma en la calle. Los comerciantes abrimos más tarde y cerramos más temprano. En lugares donde había restaurantes y tiendas de lencería hoy hay quincallas o locales de accesorios de celulares y computadoras", comenta el comerciante.
Desde que los canarios se asentaron en la zona, en el siglo XVII, Candelaria se convirtió en una ventana para apreciar los sabores de la gastronomía española a través de decenas de restaurantes y tascas, que mantienen su sabor pero cuya actividad se acaba muy temprano por miedo a la delincuencia. A las 9:00 de la noche las tascas y restaurantes comienzan a cerrar las santamarías, cuando antes lo hacían a la medianoche.
Los vecinos se quejan del desorden que hay en las calles de la parroquia, las mismas donde aún se pueden apreciar restos de los rieles del tranvía eléctrico que una vez cruzó el área. Tascas, fruterías, zapaterías, tiendas de electrodomésticos, sedes ministeriales y edificios residenciales conviven con más de 26 edificios invadidos.
La comunidad coincide en que la Torre de David es un barrio vertical enclavado en la parroquia y el refugio del Sambil va por el mismo camino. La convivencia de la zona se ha alterado por las fiestas callejeras que se instalan en las aceras con personas ingiriendo licor a partir del jueves en la noche.
Efectos de la escasez
"No hay pan" se ha vuelto un cartel repetitivo en las panaderías de Candelaria. Productos artesanales característicos de algunos comercios como el pan portugués o el gallego solo se hacen cuando hay materia prima. Locales emblemáticos de venta de dulces como la Milhoja Deli, ubicado de Cruz a Ferrenquín, son víctimas de la escasez. "Cuando hay margarina, no hay harina y cuando hay harina no hay azúcar. Ahora no tenemos nata para las tortas y si la encontramos nos cuesta cinco veces más. Con el asesinato del comerciante en Miguelacho el pasado martes los señores que hacen los dulces aquí se quieren ir. Les da miedo porque ellos llegan muy temprano", refiere su dueña.
EL CAOS SE FUE AGRAVANDO
• Uno de los primeros casos de violencia que conmocionó a la comunidad de Candelaria fue el secuestro de José de Paulo, propietario de Pablo Electrónica, ocurrido en septiembre de 2002. El comerciante judío fue sometido por sus plagiarios cuando salía en su camioneta del local. Sin embargo, después de este hecho, la víctima ratificó que se quedaba en el país trabajando en su negocio.
• En 2008 fue descuartizado un hombre y sus restos lanzados a la fosa de los ascensores de la torre Viasa, que todavía está invadida. En aquella oportunidad se dijo que sus habitantes se enfrentaron como en un duelo que culminó con un homicidio que estremeció a la comunidad de la parroquia.
• Candelaria tiene dos de las invasiones más emblemáticas de Caracas: La Torre Confinanzas y lo que sería el Centro Comercial Sambil Candelaria. La primera está habitada desde hace 2006 y en reiteradas oportunidades la Policía ha señalado que el lugar ha servido hasta para esconder a víctimas de secuestros y carros robados.
• El 31 de diciembre de 2013 mataron en la esquina de Monroy al comisario Robin Bosque, jefe de Seguridad del Banco Caroní. La víctima fue interceptada por hombres armados que lo robaron después que salió de la jornada de supervisión de la sede bancaria, poco antes de finalizar el año.
• Los delitos más reportados por habitantes y peatones de Candelaria son los robos de celulares y arrebatones de carteras, sobre todo en horas de la tarde noche, que es cuando menos personas hay en la calle.
• Otro problema de seguridad denunciado en la parroquia son los asaltos a clientes de las distintas entidades bancarias que hay en la zona, que son atacados cuando salen de las agencias y cuando hacen retiros de los cajeros automáticos. Y asaltos express a negocios con un cómplice que trabaja en el local
El Universal
03-07-2014
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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