Un proceso
Caracas es un tejido urbano en transformación continua. Como todo el territorio está ocupado es imposible mejorar lo existente sin afectar propiedades e inmuebles de todo tipo; solo están disponibles los frágiles terrenos de la Zona Protectora. En consecuencia, la planificación urbanística de Caracas podría ser entendida como un conjunto de programas de renovación urbana, sin pretender modificar la estructura general en cuanto a vialidad y a distribución de usos.
Actuar por sectores implica evaluar día a día los efectos de las intervenciones, decidir prioridades y coordinar los presupuestos anuales de los actores urbanos. Esto no ocurre y en lugar de una autoridad urbana general, tenemos seis alcaldías, una Gobernación, el Gobierno Nacional, los responsables de proveer servicios públicos y sociales (con autonomía) y el sector privado. Con esta orquesta sin dirección no es posible conducir el desarrollo urbano de Caracas ni de ninguna ciudad.
Esta realidad, evidente al ver los magros resultados de los planes generales propuestos para Caracas, conduce a abogar por un sistema menos ambicioso, pero ejecutable. Gracias a los estudios disponibles, nada impide completar el sistema metro, resolver la vulnerabilidad de la ciudad y construir tramos principales de los servicios. Lo mismo vale para el transporte y la vialidad matriz. En lugar de esto los planes no pasan de ser imágenes o dibujos sin garantía de ejecución que solo han servido para otorgar o negar permisos y para congelar terrenos por donde "podría" pasar una vialidad imaginaria. Como las oficinas de planificación urbana no participan en la formulación de los presupuestos anuales, vale el axioma: un plan sin recursos no es un plan, solo es un mapa. Bajo este modo de actuar, la ciudad sufre eventos espasmódicos y condenada a vivir resolviendo una crisis tras otra, como es evidente en la actual Gran Misión Vivienda y en la desesperada búsqueda de solución vial hacia el litoral. Se pudo plantear si convenía correr el riesgo de aumentar la congestión de la capital al proveer de vivienda a los damnificados, pero se prefirió la solución más fácil: tomar terrenos vacíos y contratar obras en base a cómputos y especificaciones claras. Una alternativa hubiera sido iniciar la urbanización de barrios, difícil cuando no se sabe preparar información apta para contratar. Por ello las ofertas no son sinceras y los barrios solo reciben paños calientes y maquillajes.
Esta organización a base de autoridad difusa para el desarrollo urbano, conduce a calificar a nuestra planificación urbana como una quimera y seguirá así hasta que en algún momento, se entienda y se enseñe, que la evolución y el crecimiento de las ciudades son indetenibles y permanentes. Dicho de otra forma, más que de proyectar ciudades se trata de iniciarlas y por ello es necesario diseñar el proceso y la secuencia que seguirán para crecer y renovarse. Caracas merece la reparación de lo mal ocupado y que no se reincida en el maltrato ocurrido durante ochenta años desperdiciando riqueza. Lo mismo vale para muchas ciudades del país.
Victor Artis
vartis@cantv.net
El Universal
07-07-2013
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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