martes, 23 de julio de 2013

Editorial: SIGUEN EXPROPIANDO…

ENDERSON NARVAEZ

En el gobierno no hay propósito de enmienda. Aquí en Venezuela se sigue expropiando y/o confiscando propiedades a mansalva. Una tenaza aprieta cada vez más a la sociedad civil; por un lado aprieta el hampa haciendo “traslaciones” forzosas de propiedades de los ciudadanos mediante atracos y homicidios, y por otro lado actúa el Estado con su poder total arrebatando activos empresariales, terrenos, inmuebles y todo lo que se le antoje con tal de voluminizar los medios de producción bajo control de los funcionarios del gobierno (aunque no los utilicen para nada) y exhibir poderío. Todavía el viejo modelo del Estado transgresor y único propietario, traído de los pelos por Giordani, tiene sus adeptos enchufados en los altos mandos del Gobierno.

Y es que los venezolanos de la oposición (60 %) y los que aun votan por el oficialismo (40 %) son en verdad de vocación democrática. Fíjense que el gran reclamo popular de que la oposición ganó las elecciones presidenciales se canalizó ante el propio TSJ desde hace ya un buen tiempo; y éste aún se da el tupé de no contestar mientras el pueblo paciente espera. El pueblo también espera –pero con angustia– que este gobierno rectifique su línea económica distribucionista a ultranza, porque ese botín, que es la renta petrolera, ya no da para más ante tanto manirrotismo e improvisaciones.

La angustia popular crece en línea con este estancamiento con inflación desbordada que asfixia y sobre la cual no se observa en el gobierno una decisión integral y conclusiva por superarla. El final de esta película ya se prevé y el presagio no es bueno. La acción “central” de Giordani, quien actúa como El Chavo “sin querer queriendo”, intercepta esa suerte de lenitivo con paños calientes con que Merentes intenta revivir nuestra agónica economía. Y lo peor es que, en el resto del gobierno saben cuál será el resultado, es decir, trataremos de correr la arruga de la estanflación un tiempo más. Salir del estancamiento en cualquier país requiere estimular las inversiones privadas y públicas; pero esos estímulos tienen que darse en un clima apropiado para que haya respuesta productiva ampliada, con generación de puestos de trabajo y presencia de un mayor volumen de negocios.

En Venezuela está ya arraigado el miedo a invertir porque el Estado puede ser que se antoje de las empresas o de sus activos. Hay, sencillamente, un gran riesgo el cual se suma negativamente al de la inversión propiamente dicha. De manera que de no superarse el bache fundamental de la falta de inversiones, jamás veremos el alivio de una cercana normalidad en nuestro desempeño económico. Y por supuesto que tampoco veremos que aumente la oferta de bienes de una forma sostenible y la escasez seguirá vigente y atada a las subastas esporádicas de los escasos dólares conque hoy a duras penas da la cara el gobierno.

Este gobierno debe rescatar un clima propicio a las inversiones como directriz central de su gestión. No puede seguirse en el empeño estéril de atacar la pobreza asediando al sector privado. La socioeconomía del país no puede seguirse tratando como un bloque de cemento de lo cual solo saben los dos ingenieros (Edmée y Jorge) que “guían” el gabinete económico. El país exige sabiduría, experiencia y visión a la hora de asumir su administración pública. ¿De qué nos sirve el remoquete de “socialista” y de “potencia productiva” en un momento tan aciago para que el circuito productivo se autosostenga? El país vive un declive que se agrava por la ineptitud burocrática en la gestión oficial. No se puede seguir con las tesis de las confiscaciones de activos como recurso “natural” del Estado para generar excedente económico. El Estado debiera execrar las expropiaciones como política operativa de la gestión de gobierno; y hacer respetar tal decisión mediante un Decreto que conozca el mundo. Solo así se comenzará un camino viable hasta concebir una política integral hacia el crecimiento sostenible donde el dólar sea un simple medio de pago en nuestro sector externo y no una mercancía escasa y de tan alto precio en la economía “interna”.

El Comercio
16-07-2013

Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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