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Una semana tienen los obreros para culminar las obras pues el Gobierno del Distrito Capital hará la inauguración el próximo 26 de julio EDSAÚ OLIVARES
Desde hace un par de meses los contenedores repletos de libros que se exhibían bajo el puente de la Av. Fuerzas Armadas se arrumaron en los laterales de las vías para darles paso a decenas de obreros. Todos trabajan en los nuevos quioscos que, el Gobierno del Distrito Capital (GDC), prometió entregar a los libreros el próximo 26 de julio. Será este el último espacio que se inaugure en el marco de la celebración del Bicentenario.
Lola Puerta, con 23 años de labores bajo el puente, es una de los 91 comerciantes beneficiadas con los nuevos quioscos, sobre los cuales admite que son poco espaciosos, pero asegura que es el "sacrificio que hay que hacer para tener un puente más bonito". Tampoco ignora que queda trabajo pendiente cuando restan siete días para que se cumpla el plazo fijado.
No en vano ayer unos obreros pintaban de colores columnas y muros de los quioscos ya listos cerca de la Av. Urdaneta, mientras en el extremo aledaño a la Av. Universidad apenas se ensamblaban las estructuras metálicas sobre las que se montarán los bloques.
Pero Lola está contenta con la renovación, sobre todo porque ve cómo se cristaliza la séptima propuesta de rehabilitación para la librería de calle, que ha escuchado en los últimos 20 años.
El acuerdo venía endulzándose desde 2009 cuando la Cantv le propuso a la Asociación de Libreros Simón Rodríguez, que aglomera al gremio de la Av. Fuerzas Armadas, la construcción de módulos para las ventas. En aquel momento varios se negaron alegando que les restaría espacio; hoy terminaron por aceptarlo.
Eso sí, pagaron el precio pues quienes poseían varios puestos solo podrán tener un quiosco de cinco m2, cuyo uso estará autorizado por la GDC a través de un permiso que se renovará cada tres meses. Los locales pertenecen al Estado.
Los establecimientos son de bloques y cemento, con puertas y techos reforzados para aminorar las posibilidades de robo. Incluso las santamarías son de resistente metal y no de rejas microperforadas, contrario a lo exigido por la alcaldía de Libertador en el centro.
Además de la inseguridad, lo otro que preocupa a los libreros es la indigencia, sobre todo ante la posibilidad que contemplan de extender los horarios hasta las 8:00 pm. Hoy día al menos 30 personas en situación de calle duermen en los espacios y hasta los usan como letrinas.
En deuda queda la incorporación de los baños y un módulo policial. Lola espera que, por el amor que tiene a su lugar de trabajo y a los libros, también se cumplan estas promesas.
El Universal
20-07-2011
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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