Nada está dicho con respecto al futuro del Sambil La Candelaria, pese a que en 2018 se cumplen 10 años de la orden de Hugo Chávez de expropiar el edificio. Ya no es refugio, ahora funciona como depósito del Ministerio de Comercio. Ni sombra de la clínica, escuela o universidad prometidas
Una hilera de camiones espera su turno para descargar. Algunos llevan colchones, otros electrodomésticos. En las entradas un par de vigilantes uniformados con camisas azules y el logo de Venezuela Productiva coordinan la operación. No falta movimiento, pero su naturaleza es muy distinta a la concebida originalmente. Nadie entra a comprar, comer o ir al cine. Los 21.064 metros cuadrados del Sambil La Candelaria quedaron para depósito.
“Eso es un centro de acopio de la Misión Vivienda. Allí meten colchones, camas, aires acondicionados, cocinas, neveras…”, enumera Henry, un vecino con más de 30 años viviendo en esa parroquia. “Ven un diciembre para que veas –invita–, esas son gandolas y gandolas una detrás de otra, con containers de los grandes atrás, y la cola le da la vuelta a la cuadra por un lado y por el otro”.
La mole de concreto del que sería el segundo Sambil para Caracas ocupa toda la manzana. Es almacén desde que dejó de ser refugio, a finales de 2014. Pero el mismo Henry aventura que podría ser lo que sea: “Dentro puede haber cualquier cosa. Durante las guarimbas eso pudo ser un centro de inteligencia y espionaje. Solamente el gobierno sabe lo que hay. En la época de las protestas los colectivos se escondían pegados a las rejas de entrada de la planta baja”. Eso es por detrás, en la zona que da hacia Parque Caracas. Por el frente, el estacionamiento con vista a la avenida Vollmer se utiliza como taller mecánico del Ministerio de Economía, Finanzas y Banca Pública.
El que alguna vez debió ser un centro comercial se encuentra en el limbo desde hace casi diez años. El 21 de diciembre de 2008 en medio de un Aló, Presidente el fallecido Hugo Chávez lanzó su sentencia: “Me tendrán que sacar de Miraflores para que haya un Sambil en La Candelaria”. Lo cumplió. Primero él y luego su delfín Nicolás Maduro. No hay Sambil, ni la clínica, escuela o universidad prometidas por el difunto. Tampoco el Centro de Convenciones La Candelaria que ofreció Jacqueline Faría cuando era jefa de Gobierno del Distrito Capital en 2010; ni el centro cultural y comercial que juró en 2015 Isabel Delgado, cuando era ministra para el Comercio. Ni tampoco se cumplió con su incorporación “al conjunto urbano del cual forma parte también la Torre Confinanzas”, como dijo Maduro cuando ordenó en 2014 sacar a las familias de damnificados que vivían en el sitio desde finales de 2010.
El gigante no está a más de 10 kilómetros de la casa de Gobierno: Miraflores. Tenía permisos de construcción, otorgados por la chavista Alcaldía de Libertador desde 2005, su construcción empezó a mediados de 2006 y debía comenzar a operar a escasos cinco o seis meses de la impronta de Chávez, que pese a estar tan cerca, al parecer, no se había dado cuenta de sus seis niveles, 273 locales comerciales y 1.200 puestos de estacionamiento.
Fuente: El Estímulo
800noticias
24-02-2018
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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