viernes, 28 de julio de 2017

Caracas, desde hoy hasta los 500 años

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Barrio Santa Cruz del Este, Caracas. Fotografía de Nicola Rocco. Archivo Fotografía Urbana. 2004

Cheo Carvajal

A propósito del cumplimiento de los 450 años de Caracas, a partir del 25 de julio comenzaremos a compartir todos los miércoles un ciclo de entrevistas, con reflexiones y proposiciones. Una contribución para comprender dónde estamos ahora y navegar los años que vienen, a pesar de las turbulencias.

La Habana fue fundada en 1514. Ciudad de Panamá, en 1519. Cartagena, 1533; Quito, 1534; Lima, 1535; Buenos Aires, 1536; Bogotá, 1538; Santiago de Chile, 1541; La Paz, 1548; Salvador de Bahía, 1549.

Caracas llegó a este concierto de ciudades del sur de América en 1567. Es más vieja que la ciudad de Nueva York (1626), pero más joven que otras ciudades venezolanas, como Coro (1529), o Valencia (1551).

II

Para los efectos de este texto, poco tiene que ver la edad de la ciudad en lo que esta logra ofrecer a sus habitantes. Más bien depende de cuán sólida sea en sus vocaciones y convicciones. En su capacidad de pensarse a sí misma y poner de acuerdo a sus ciudadanos para actuar.

Pongámoslo así: el 25 de julio de 2017 poco importa que Caracas cumpla 450 años. Más bien, proponemos centrarnos en que comienza la cuenta hasta llegar a 500. Un número contundente, redondo. La mitad de un milenio. Pero para andar estos próximos 50 años toca sincerarnos en relación con lo que hemos venido construyendo, como espacio físico y como sociedad. Demasiadas simulaciones, demasiados “como si” que muchas veces dejan la realidad convertida en cascarón vacío. Toca construir una visión y generar acuerdos mínimos (entendiendo que en el camino puede haber virajes estratégicos) para navegar lo que viene. En parte transformación, en parte reconstrucción.

¿Armar planes, quizás decenales, que a su vez se detallen en planes anuales? Puede ser. La verdad poco importará su duración, si no se enfocan las energías para que estos acuerdos mínimos se traduzcan en acciones cotidianas y sostenidas en el tiempo. Toca hacer gestión en el día a día, sistemáticamente, sin perder el foco a largo plazo.

III

Para muchos caraqueños lo único que no ha fallado en esta ciudad es el Ávila. Y es cierto que aunque cíclicamente lo ataque el fuego, sigue ahí, deslumbrante. Tanto poder tiene ese escenario natural que lo tomaron como telón de fondo para fundar nuestra ciudad. Y sin dudas la hace muy particular. Pero, obviamente, no fue el simple enamoramiento por la montaña lo que sedujo a aquellos colonizadores. Fue el valle todo, que incluía entre otras cosas ríos y quebradas, porque ninguna ciudad que se piense a futuro —nos lo repitieron hasta el cansancio en lecciones elementales de geografía— puede ubicarse lejos del agua. La nuestra no fue la excepción. La fundaron entre las quebradas Caroata, al oeste, y Catuche al este, entre el río Guaire al sur y el mar Caribe al norte, cordillera mediante.

Pero como muchas otras ciudades, que se expandieron y complejizaron, hizo del agua un simple vertedero. Literalmente un subproducto social y cultural de nuestra forma de ocupar el valle, no sólo físicamente, sino mentalmente. Y en esa extraña estrategia de adaptarnos a lo que no está bien, le dimos la espalda al río —léase: al devenir que en cierta forma somos, a lo que producimos—, y nos embelesamos con la montaña, la convertimos en tótem, en identidad, en refugio. ¿En espejismo? Sospechoso que nos identifiquemos tanto con el accidente geográfico, y tan poco con lo que hemos producido como sociedad.

Es verdad que mucho hemos destruido (demolido, olvidado), pero claro que también hemos construido mucho y en muy diversas escalas: la reurbanización El Silencio, la Ciudad Universitaria, conjuntos tan armónicos como los pasajes de San Agustín del Sur o la avenida Victoria, son apenas ejemplos de una ciudad a escala de la gente, pensada desde los grandes volúmenes hasta el más mínimo detalle. Y toca enfocarnos en ello: la trama urbana, el espacio público, la arquitectura, el comercio, las dinámicas sociales. ¡Nuestros barrios! Mucho de esto sigue en proceso de transformación, pero también en riesgo. Hemos devenido en laboratorio de encierros y hostilidades. ¿Tiene sentido estar en Caracas –quedarnos en Caracas—, deslumbrados por ese paisaje, sin hacer nada ante tanta injusticia, tanta violencia, tanta anomia?

IV

Caracas debe recuperarse y transformarse. Es imperativo. Y algunas transformaciones habrán de ser radicales. Es tanto el deterioro y se han normalizado tanto las anomalías, que la expresión “radical” puede leerse también como recuperación de la norma. Bajar todos los vehículos a motor de las aceras sería hoy un gesto radical. ¡A pesar de todos los demás obstáculos, que son muchos, cuán distinta sería nuestra ciudad con aceras libres de carros, motos, camiones, patrullas! Controlar las armas de fuego y las municiones, reducir drásticamente su magnitud, sería otro de esos obvios imperativos, porque lastimosamente nos acostumbramos a andar montados en una ruleta rusa.

Pero hay radicalismos que sí representarían rupturas históricas, como convertir en parque público los campos de golf en medio de la ciudad (como se hizo en Bogotá); transformar segmentos de la autopista Francisco Fajardo en avenida (hay casos en Madrid, San Francisco, Seúl, pero también lo es nuestra propia avenida Bolívar); peatonalizar algunas avenidas de gran vocación comercial e institucional (en eso tenemos experiencias importantes, como los bulevares de Sabana Grande y Catia, algunas calles del centro histórico de Caracas, el bulevar César Rengifo de El Cementerio), y a otras reducir drásticamente el espacio de flujo vehicular para dárselo a las bicicletas o a un sistema público de transporte de superficie (experiencias aisladas y chucutas tenemos).

Pero también lo simbólico se puede convertir en gestos radicales: asumir la ciudad como una sola, barrios incluidos, implica la necesidad de un nuevo mapa urbano, uno que tenga vocación incluyente. O “recuperar la noche para la vida”. Se dice y suena obvio, pero es un gran reto social y económico. Es recuperar la confianza, que es la base fundamental para todos los cambios. Confianza para la interacción, el intercambio, el emprendimiento. Es juntar en uno tres derechos fundamentales: el derecho a la vida, a la seguridad y a la ciudad.

V

Toca enfocarnos en ello. Todos los niveles de gobierno, las instituciones públicas, académicas, la sociedad organizada, comunidades, activistas, escuelas, empresarios, comerciantes, emprendedores, artistas, comunicadores. Todo lo que apunte hacia esos “acuerdos mínimos”, a esa visión compartida de ciudad, será bienvenido. Aunque con distintos niveles de responsabilidad, entre todos estamos produciendo en este preciso instante, por acción u omisión, la ciudad que vivimos. Por eso entre todos debemos orientar las acciones hacia el logro de esa Caracas que imaginamos, que deseamos.

Estaba previsto, a partir de la convocatoria de la Asociación Civil Caracas Metropolitana actuando como coordinadora, que los caraqueños pudiésemos compartir muchísimas actividades enmarcadas en la celebración de los 450 años de Caracas. Lamentablemente, por esta coyuntura política, muchas actividades se han suspendido o han quedado pospuestas. En ese marco, y mucho después de lo previsto, aparece esta contribución, como iniciativa de la Fundación para la Cultura Urbana, en alianza con el portal Prodavinci, para la cual he sido convocado: durante lo que resta de 2017, cada semana, sábado a sábado, iremos publicando una serie de entrevistas para pensar el futuro de Caracas. Para evaluar cómo fue que llegamos hasta aquí (con los aciertos y desaciertos). Para llamar la atención sobre asuntos trascendentales en la gran política, pero también en la fina trama de la vida de la ciudad. Pero, sobre todo, para hacerle propuestas concretas a la ciudad.

La intención es aportar un documento que, junto con otros existentes como el Plan Estratégico Caracas Metropolitana 2020, dé pistas para la construcción de esos acuerdos.

VI

La intención es lograr la mayor amplitud y diversidad posible en la elección de los entrevistados, sin sacrificar pertinencia y relevancia. Haremos un esfuerzo serio para que haya balance desde la perspectiva de género. Para que haya, ahora más que nunca, expresión de visiones políticas e ideológicas encontradas (o enfrentadas). Para que haya expresión de diversidad etaria. Y social. Que haya voces nuevas y viejas. Académicas y empíricas.

Es desde esta diversidad, con vocación de lograr acuerdos, que podremos transformar profundamente a Caracas. No para hacerla un poco mejor, un poco más bonita, un poco más llevadera. La intención no es sólo documentar planteamientos para transformaciones estéticas, sino sobre todo éticas, profundas. En el fondo estamos hablando de “justicia urbana”, un término que le he escuchado algunas veces al arquitecto y planificador Marco Negrón (quien por cierto será nuestro primer entrevistado). Un asunto muy manoseado y quizá, por ello, demasiado esquivo.

Prodavinci
22 -07-2017
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
Administrador del Grupo Yahoo corredor_inmobiliario
Asesor Inmobiliario, de Seguros e Inversiones
twitter: @Henry_Medina
hmedina30@yahoo.es



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