Economistas señalan que el actual desequilibrio macroeconómico venezolano no se resuelve dolarizando, aunque países latinoamericanos que han aplicado esta medida ven hoy sus frutos. Por Pedro García Otero
Inmuebles, automóviles y algunos servicios se venden, en Venezuela y en este momento, en dólares. Un diputado opositor, Tomás Guanipa (Primero Justicia) ha basado su campaña en la propuesta de dolarizar los salarios.
El debate sobre la dolarización de la economía venezolana, que tuvo cierto protagonismo en la discusión económica durante la década de los 90, impulsado fundamentalmente por el Centro para la Divulgación del Conocimiento Económico (Cedice) y economistas como Hugo Faría o José Luis Cordeiro, ha renacido por la aguda inflación que padece el país y con una nueva generación de expertos, también vinculados a esta institución, como Williams Ruiz; y porque en las últimas dos décadas, dos países del continente (El Salvador y Ecuador) en circunstancias muy disímiles, han recurrido a la dolarización de sus economías, y los resultados parecen haberles dado la razón.
Otras dos naciones (Panamá y Guatemala) tienen mecanismos similares: Mientras en Panamá la dolarización se remonta a la misma separación de ese país de Colombia y su fundación, en 1904, en Guatemala se reformó la Ley del Banco de Guatemala (Central) en 2000, y se permitió la libertad cambiaria: Los ciudadanos pueden utilizar cualquier moneda que deseen en sus intercambios y contratos.
Otra disposición, constitucional, que impide el financiamiento del Central al Gobierno, ha llevado a que la inflación sea de prácticamente cero y a que, a pesar de que los ciudadanos puedan elegir la moneda que deseen para sus intercambios, sea el Quetzal, la moneda emitida localmente, la que rija en la economía, con una tasa prácticamente anclada en 7,7 unidades por dólar desde hace una década "de forma puramente fiduciaria" (es decir, basada en la confianza de los guatemaltecos), como señala el economista Hugo Maul, del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN), un organismo de Guatemala similar al Cedice y que ha sido el "think-tank" de las reformas que han permitido estabilizar la economía de ese país, incluso en momentos tan duros como la reciente destitución y enjuiciamiento, este año, del ya expresidente Otto Pérez Molina.
El caso de Panamá es harto conocido, y aunque existió una moneda nacional llamada Balboa, que funcionaba bajo un mecanismo de caja de conversión (amarrada al dólar estadounidense) la misma se encuentra prácticamente desaparecida. La dolarización en Ecuador y El Salvador, así como la libertad cambiaria en Guatemala, se produjeron en momentos en los que el sistema de caja de conversión de Argentina se encontraba cercano al colapso, y con él, la marea "dolarizadora" se retiraba del continente.
Y en Venezuela, esta marea jamás ha sido demasiado popular: Economistas como Luis Oliveros o Ronald Balza señalan que quienes hablan de sus beneficios, como por ejemplo, la dolarización de los salarios, obvian dos hechos: El primero es que ganar "en dólares" no es lo mismo que "muchos dólares"; segundo, es que los impuestos también se cobrarían en moneda fuerte, y, quid pro quo, una cosa balancearía la otra.
Y tanto Oliveros como Balza coinciden en que la disciplina fiscal (que es el verdadero núcleo del problema económico venezolano, algo en lo que también coinciden) no se resuelve automáticamente con la dolarización.
Oliveros señala que "no puedes corregir con una camisa de fuerza el hecho de que el Gobierno lleva siete años seguidos con déficit fiscales de dos dígitos", mientras Balza indica que "el problema de una camisa de fuerza es que si te queda muy apretada, te asfixia".
En mayo, el presidente de la República, Nicolás Maduro, desestimó la posibilidad de dolarizar la economía venezolana. Sin embargo, el debate sobre este tema ha continuado.
Visto desde afuera
El Universal conversó con Manuel Hinds, quien fue el ministro de Hacienda de El Salvador que propuso, e implementó, la dolarización en El Salvador en el año 2000; y con Dora de Ampuero, economista del Instituto Ecuatoriano de Economía Política (IEES), think tank que impulsó la dolarización de ese país en 1999, durante el Gobierno de Jamil Mahuad, presidente de 1998 a 2000, cuando fue cesado en sus funciones y sustituido por su vicepresidente, Gustavo Noboa.
Aunque muy satisfecho por los resultados que ha obtenido la dolarización, y señalando que "podría ser una solución" para Venezuela, Hinds, quien hizo prácticamente toda su carrera como economista en el Banco Mundial, advierte que "no es el momento" para intentar aplicar esa misma política en el país.
"En El Salvador" señala el exministro de Hacienda, "lo hicimos luego de un período de extrema estabilidad, y la razón fundamental por la cual lo hicimos era no solo prolongar esa estabilidad, sino lograr una caída de las tasas de interés activas, que pasaron inmediatamente de 18% a menos de 6% cuando dolarizamos, a pesar de que nuestra tasa de inflación era de apenas 2% anual. Y esto (la dolarización) ha permitido que la gente compre vivienda, y estabilice su comportamiento monetario, porque la gente cree que esa moneda va a mantener su valor en el tiempo". Indica Hinds que "en Venezuela, en El Salvador, en todas partes, la gente siempre piensa en términos de la moneda internacional. La gente siempre tiene miedo de que la moneda local se vaya a devaluar, y por eso necesitan una prima de seguro, que es la tasa de interés. Cuando usted no puede imprimir su moneda, usted no puede crear inflación, y eso también ayuda a establecer disciplina económica".
En Venezuela, "se requiere un proceso de estabilización previo, porque en Ecuador se aplicó como una medida de emergencia, y la economía se estabilizó, pero en el proceso hubo serios problemas con los precios relativos (... ) es mejor dejar que se ajusten los precios con la moneda que ustedes tienen y después dolarizar".
Sobre esos problemas conoce De Ampuero, quien formó parte del equipo que redactó Los fundamentos de la dolarización, un libro influido por las ideas de Steve Hanke, el gran propulsor de la caja de conversión en Argentina, y que terminó por convertirse, a su vez, en la guía para la dolarización en Ecuador.
Un proceso que, como señala De Ampuero, "es criticado todas las semanas por (el presidente Rafael) Correa, y que puede perderse", a pesar de que ha reducido a un dígito bajo la inflación en el país equinoccial, y que cuenta, según una encuesta de la empresa Cedatos realizada en enero (cuando se cumplieron quince años de la eliminación del sucre) tenía un contundente respaldo de 85% de los ciudadanos del país.
La dolarización en Ecuador se realizó en medio de una devaluación que quitó dos tercios del valor del sucre en relación con el dólar en menos de un año, y de la necesidad de implantar dos "corralitos" financieros de una semana, que fueron la razón del descontento que sacó a Mahuad del poder. Mahuad, actualmente, reside en Estados Unidos y en su país fue condenado a 12 años de cárcel, en ausencia, en 2014, por peculado.
"La gente ya había dolarizado por su cuenta", señala De Ampuero: "el trabajador, el comerciante, el que vendía en la calle. Cobraban 25 mil sucres, y esto es literal, y se iban a comprar un dólar. Así que el proceso fue, fundamentalmente, adelantado por los ecuatorianos", afirma. Esta economista señala también que cuando se dolarizó, se defendió el derecho de la propiedad de todos los ecuatorianos en lo más básico, lo más común, que es la moneda que todos tienen, en mayores o menores cantidades, en el bolsillo.
"Se decía que no iba a haber suficientes dólares, que todo iba a colapsar, que la gente se iba a lanzar a los bancos a cambiar sus sucres por dólares, y nada de eso sucedió. Se dieron seis meses para el proceso, y este fue ordenado y enseguida la economía se estabilizó".
Afirma De Ampuero que actualmente, cuando Correa solicita volver a la "soberanía monetaria" lo hace para tener la capacidad de devaluar la eventual moneda nacional, "sacarle a los ecuatorianos el dinero de los bolsillos".
Correa afirma que el shock externo creado por la caída de los precios del petróleo está presionando la economía ecuatoriana, pero De Ampuero argumenta que "ese shock se iba a sentir de todos modos, con moneda nacional o con dólares", y agrega que lo que no se hizo durante estos quince años largos en el país equinoccial fue "una reforma comercial que aprovechara la inmensa ventaja de no tener una tercera moneda involucrada, que todo el comercio de entrada y salida pudiera ser realizado en dólares".
Visto desde aquí
Justamente, Oliveros señala que Ecuador se diferencia de Venezuela en que no es un actor importante en el mercado petrolero, y por lo tanto, los shocks externos producidos por las fluctuaciones del precio del crudo no lo afectan tanto como a nuestro país.
Mientras tanto, Balza indica, en línea con Oliveros, más que fijarse en los países que dolarizaron sus economías, "debe fijarse en aquellos que tomaron una medida tan sencilla como darle independencia a sus bancos centrales. Aquí tenemos al lado a Colombia, a Brasil, a Bolivia, con tasas de inflación de 3%, 4%. Tener un mercado cambiario libre y devolverle su independencia al Banco Central no son medidas complicadas".
Para Oliveros, el hecho de que algunos mercados comiencen a operar en dólares es solo una medida de protección del patrimonio de los venezolanos, que se revertirá en cuanto haya confianza en la moneda local. Balza va más allá y señala: "Vender autos en dólares, por ejemplo, puede resolver algunos problemas puntuales, pero no es una solución general. Y usted puede vender una vivienda en dólares, pero se queda fría, no logra venderla. Esta es la experiencia real".
Ambos se mostraron críticos de la propuesta de dolarizar los salarios, en especial Balza: "Supongamos que eso se hace. Sería otra fuente de inestabilidad para la economía. Además, ¿cuántos salarios generan un producto en dólares? No somos Alemania, donde 3 de cada 4 euros de su PIB provienen de la exportación".
@pedrogarciao
VENTAJAS Y DESVENTAJAS
Incluso los críticos de la dolarización, como Oliveros, le reconocen una ventaja inmediata: La credibilidad que genera. El proceso de generar credibilidad en una moneda toma mucho tiempo; de hecho, incluso en países exitosos en ese proceso, como Perú con el Nuevo Sol, las compras importantes como autos o viviendas nuevas son en dólares.
Otra ventaja es "la moderación de la inflación en el tiempo", como indica el economista Pedro Palma. Los países que dolarizan, automáticamente, indexan la inflación a la de Estados Unidos, que en los últimos años ha sido, en promedio, de 3,4% anual.
Y a pesar de las asimetrías económicas, hay expertos que señalan que la dolarización estimula el comercio internacional y las exportaciones si es acompañada de otras medidas, como una apertura comercial, pues facilita los cálculos necesarios para establecer negocios, promoviendo la actividad emprendedora.
La diferencia de salarios promueve, igualmente, la instalación de empresas internacionales en el país que dolariza, asumiendo que estos son menores al promedio de Estados Unidos, que tiene uno de los salarios más altos del mundo. Acompañado de esto se produce, en circunstancias ideales, una formalización del empleo.
Entre las desventajas se encuentra el anclaje de la moneda local a la estadounidense, y concretamente, su dependencia en la política monetaria. Si Estados Unidos decide incrementar sus tasas de interés, para frenar su economía, el país que dolariza tendrá que incrementarlas aún más, frenando su actividad económica.
Fue justamente este fenómeno lo que dio al traste a la convertibilidad en Argentina en los 90; su economía estaba estancada y la de EE.UU. en pleno auge, lo que obligaba a subir las tasas de interés para evitar un "recalentamiento". Esto hizo insostenible el modelo promovido por el presidente Carlos Menem.
En general, la principal crítica que se le hace a la dolarización es que exacerba el carácter procíclico de la economía, reforzando sus auges y caídas, y esto es especialmente complicado para un país como Venezuela. "¿Cómo dolarizas en este momento, sin dólares?" es la pregunta que se hace Oliveros.
Oliveros argumenta que no es cierto que una dolarización promueva necesariamente la disciplina fiscal; y que, por el contrario, Gobiernos como el venezolano podrían verse tentados a aumentar su endeudamiento o a cobrar compulsivamente impuestos, afectando aún más a la economía del país.
El Universal
29-11-2015
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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