Caracas, la ciudad de los cajones. Foto: Panfleto Negro
El arquitecto y urbanista Lorenzo Gómez sostiene que la tendencia es hacia el crecimiento demográfico, por lo que se sacrifican espacios vegetativos en pro de las construcciones capaces de albergar más personas.
A mediados del siglo XX, la población en Venezuela crecía a un ritmo de 4% anual. Esta cifra ha disminuido hasta situarse en 2,5% para la época actual. Tomando como base estos números, la capital del país no debería considerarse sobrepoblada, pero la realidad es otra.
De acuerdo con el arquitecto y urbanista, Lorenzo Gómez, quien se desempeña como profesor de la Universidad Simón Bolívar y miembro del Departamento de Planificación Urbana, Caracas se ha convertido en una ciudad que crece sobre los espacios disponibles, pero no se prepara para ello.
Para Gómez, hacer ciudad debe ser la prioridad, permitiendo que la población se expanda en un territorio con las condiciones apropiadas. “No es hacer cajones para meter a las personas, el asunto fundamental es hacer ciudades”, sostuvo.
Mucha demanda, poca oferta
Según los números del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la población en Caracas es de aproximadamente 3,5 millones de habitantes. Se trata de una proyección, porque desde el año 2010 no existen cifras oficiales por parte del gobierno nacional.
El urbanista explicó que en las grandes ciudades del mundo la tendencia es hacia el crecimiento demográfico, por lo que se sacrifican espacios vegetativos en pro de las construcciones capaces de albergar más personas.
A pesar de que los números crecen en menor medida que en la antigüedad, por ser la capital del país, es el territorio que cuenta con más oportunidades laborales, causando que muchos ciudadanos migren hacia ella en busca de empleo.
Los problemas comienzan cuando estos nuevos residentes necesitan una vivienda. Gómez explicó que hace aproximadamente 9 años, en todo el país existía una demanda de vivienda y alojamiento de alrededor de 130.000 familias.
Del total de la demanda, el sector formal de la construcción pública y privada podía cubrir 80.000 de estos requerimientos, quedando por fuera unos 50.000 familias.
Ante la situación actual del sector mobiliario, la cifra ha cambiado en los dos últimos años, donde solo se suple la demanda de 20.000 o 30.000 viviendas formales, quedando por fuera 100.000 familias, de allí el auge de las ocupaciones informales.
Escasa calidad de vida
Los nuevos habitantes de una ciudad no requieren solo el espacio para vivir. Se requiere lo que para el urbanista caracteriza a una ciudad: servicios públicos que garanticen calidad de vida.
“La vivienda la resuelve con todo el sacrificio la familia por la autoconstrucción, lo que no puede proveer la familia es la ciudad, los servicios públicos, la belleza urbanística”, explicó.
Gómez agregó: “Estamos haciendo muchos cajones y hacemos poca ciudad”, haciendo alusión a la Misión Vivienda.
Las cifras oficiales de este programa gubernamental se desconocen, se mantienen celosamente guardadas, pero se observan en diversos puntos de la capital.
“Desde el punto de vista arquitectónico, la mayoría de las construcciones dejan mucho que desear, pero más allá de eso, se trata de conjuntos residenciales que no vienen acompañados de una escuela para la comunidad, un nuevo hospital o un centro de recreación”, agregó.
Para el arquitecto, esto define otro mal caraqueño: el desaprovechamiento de la ciudad. “Se trata de una urbe menos densa que París, por ejemplo, pero con lugares que no se aprovechan, además de un sistema vial pequeño y pobre que lo hace ineficiente”.
“La Misión Vivienda no es nada nuevo, hay proyectos viejos como los de El Silencio, que consisten en edificios ubicados en zonas residenciales con una planta baja comercial. El edificio debería venir con su arepa bajo el brazo, equipado con todos los servicios”, enfatizó.
La solución
La falta de servicios, ocupaciones no formales, un sistema vial pobre y otros problemas urbanísticos han sido combatidos con éxito en varios lugares de América Latina. Por ejemplo, en Medellín se han hecho grandes logros sobre el equipamiento de las viviendas, mientras que en Quito se construyeron soluciones habitacionales económicas con buenos servicios en el casco central de la ciudad, gracias al esfuerzo mancomunado entre el gobierno y la empresa privada.
Gómez considera que a largo plazo, la solución para Caracas sería posible, pero se debe tener en cuenta la situación económica del país.
El arquitecto y urbanista aclara que se debe hacer urbanismo primero y las casas después, es decir, que los terrenos donde se construirán nuevas viviendas, deben ser adaptados primero por el gobierno, dotándolo de todos los servicios que garanticen calidad de vida.
En el caso de los lugares donde ya se crearon viviendas improvisadas, considera que el esfuerzo debe ir dirigido a la habilitación física de lo ya existente, mientras que para la clase media se debe otorgar ayudas económicas que permitan mejorar la residencia principal.
Para evitar que Caracas continúe siendo el destino principal al momento de mudarse en busca de empleo, Gómez concluyó que la respuesta está en crear fuentes laborales competitivas y sistemas de transporte modernos en otras ciudades del país.
Carlos Peña
El Nacional
06-08-2015
Recopilado por:
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