viernes, 13 de marzo de 2015

Tierra

JOSÉ ANTONIO GÁMEZ E.

"No hay duda de que los hombre huyen de ambientes pequeños a tierras que son mortíferas de verdad. Pero esto es natural porque no están huyendo de la muerte, están huyendo de la vida. Y este principio se aplica a cada uno de los anillos del sistema social de la humanidad. Es perfectamente razonable que los hombres busquen alguna variedad particular del tipo humano, siempre que busque esa variedad del tipo humano y no la mera variedad humana".  (G.K. Chesterton).

Lamentablemente el tema de huir de Venezuela se ha convertido en lugar común de las conversaciones y planes familiares. Un dilema que muchos compatriotas se plantean, aún sin tener razones y disposiciones reales para emigrar. Habría que decir que emigra el que puede, no el que quiere. Las posibilidades se van haciendo cada vez más escasas y en ocasiones, miembros de nuestra familia o de nuestro entorno, huyen despavoridos a un destino incierto, y muchas veces poco favorable.

La tierra como la carne es elemento constitutivo de la familia. Por más avanzada que se presente nuestra cultura, siempre seremos telúricos, de la misma manera que carnales. Hay una composición de nuestro ser que está determinado por la tierra, por la geografía, por el ambiente. Las condiciones materiales que ofrece la tierra de nuestros padres, suelen ser las más favorables para el desarrollo de nuestros hijos. Esto no responde solamente a razones de tipo cultural, sino principalmente a condiciones físicas y naturales.

Por ejemplo, existen modificaciones en la composición genética, rastreables por los estudios de genética poblacional, que influyen en la capacidad de adaptación a un ambiente geográfico determinado. Estas modificaciones pueden facilitar o entorpecer el desarrollo de una comunidad, de una sociedad o de un pueblo. La extinción o la disminución en la población de ciertas culturas del pasado, estuvieron fuertemente influidas por las modificaciones en el ambiente físico.

También, en pueblos de profunda tradición cultural, como el pueblo hebreo, la pertenencia a la "tierra prometida" marcaba el devenir de todas las generaciones. Inclusive en la actualidad, siendo un pueblo con representantes en todo el mundo, sigue manteniendo su sentido de pertenencia a un lugar concreto del planeta. "La movilidad personal también estaba limitada. En general, uno vivía y trabajaba dentro de los confines de la tierra de su tribu y moría en la tierra en la que había nacido. Si alguien se marchaba lejos de la tierra de los ancestros, seguía identificándose con su tribu y, durante toda su vida, su hogar seguía siendo la tierra de sus antepasados, y no aquella a la que había emigrado. Es más, sus descendientes heredarían este sentimiento, considerándose a sí mismos ‘extranjeros en tierra extraña', incluso en la tierra en que nacieron".  (Scoth Hann, Lo primero es el Amor).

Además, la tierra guarda la memoria de nuestro pasado y nos ayuda a proyectar con realidad nuestro futuro. Hace pocas semanas, viajando por los Andes con un buen amigo geólogo, me mostraba cómo en las rocas y en los cortes de las montañas de los Andes, se puede verificar la antigüedad y las diferentes modificaciones que ha sufrido esa parte de nuestra geografía. De esa manera es posible determinar, si fue viable o no la vida en esa región durante una determinada edad geológica. Una memoria de la tierra que complementa y da base física a la memoria de los hombres. Una memoria que también queda registrada en la carne y en la familia.

En un artículo anterior descubríamos cómo patria y hogar son realidades íntimamente relacionadas. La tierra que nos vio nacer, siempre será la que, de mejor manera, nos puede acoger al morir. El lugar donde nuestra familia desarrolle su existencia está muy influida por las condiciones de vida social, económica y política, pero nunca estas condiciones son tan determinantes, ni tan irreversibles que puedan llevar a convertirnos en extranjeros de nuestra propia tierra.

Apasionante y difícil tarea la que se nos presenta a los venezolanos en la actualidad. Conservar la tierra, proteger la carne, recuperar el alimento y generar trabajo. Tareas que ameritan un esfuerzo, que posiblemente no se le haya exigido a ninguna de las generaciones que nos han precedido. En este propósito podremos perder la vida huyendo de la vida o encontrar la muerte huyendo de la muerte. Sin embargo, la esperanza permanece, y nos confirma la confianza de que tierra, carne, alimento y trabajo pasan siempre por la familia

jgamez@alumni.unav.es

@vidavibra

El Universal
05-11-2014
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
Administrador del Grupo Yahoo corredor_inmobiliario
Asesor Inmobiliario, de Seguros e Inversiones
twitter: @Henry_Medina
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