lunes, 15 de diciembre de 2014

Isla de Margarita: la insólita y desoladora historia del Puerto de La Mar; por Federico Vegas

La insólita y desoladora historia del Puerto de La Mar; por Federico Vegas 640

Por Federico Vegas

1. La ciudad es una gran casa… que puede hasta tener un puerto. Esta historia comienza en 1991, cuando al arquitecto Folco Riccio le encargaron diseñar un puerto de cruceros en la isla de Margarita. Su primera tarea sería buscar el lugar ideal para ubicarlo.

Durante esos años, se había hecho evidente entre los arquitectos que los mejores trabajos no se consiguen, se inventan y se proponen. No conviene sentarse a esperar clientes como un odontólogo en su consultorio; hace falta recorrer la ciudad y definir que oportunidades están palpitando, clamando por alguien que las defina, las aproveche; y la arquitectura, con su capacidad de prefigurar y proyectar, tiene mucho que ofrecer en este proceso. Esto explica por qué Folco escogió ubicar el puerto frente al casco histórico de la ciudad de Porlamar, una zona llena de carencias y potencialidades con una historia de sucesivos abandonos y agresiones, pero que podía despertar como una bella durmiente con el beso adecuado y en el punto justo.

El arquitecto no imaginaba entonces que esa odisea (Ilíada si agregamos todo lo que ha tenido que luchar) se convertiría en su mejor proyecto, el más poético, el más complejo y polémico, el más trágico.

Otra visión que había tomado fuerza en esos años, tan llenos de expectativas, proponía que la arquitectura y el urbanismo no constituyen dos profesiones distintas que manejan diferentes escalas, sino que están profundamente entrelazadas. Comenzábamos a hablar de “Diseño Urbano”. Así como un arquitecto es capaz de diseñar desde una silla hasta un edificio, también puede concebir un bulevar o una plaza o un muelle o un parque o un puerto. Ya Leon Battista Alberti había anunciado en el siglo XV que el verdadero objetivo de la arquitectura es hacer ciudad:

La Ciudad, según sentencia de los Filósofos, es como una casa grande, y viceversa, la casa es una pequeña ciudad.

Folco estaba muy consciente de este inevitable diálogo entre los elementos arquitectónicos y los contextos urbanos, y planteó la ubicación del puerto de cruceros como una pieza que revitalizaría y sanearía ambientalmente uno de los sectores más descuidados y deprimidos del estado Nueva Esparta: el casco tradicional de la ciudad de mayor escala de la isla junto a su elegante y majestuoso, subutilizado y contaminado, borde costero.

Era sin duda una estrategia impostergable, para una ciudad llamada con ancestral orgullo “Por-la-mar”, la tarea de rescatar la memoria del antiguo muelle y, a partir de este punto, ordenar una ciudad tan caótica y mustia que se hacía invivible para el habitante e invisible para el visitante. La renovación urbana se expandiría al damero tradicional partiendo de los bulevares Guevara y Gómez que unen el muelle con la plaza Bolívar. Estos dos ejes hoy parecen perder toda su fuerza cuando llegan al lugar más emocionante y vital: el encuentro con la amplia bahía.

Siguiendo la concepción de la “gran casa” de Alberti, el puerto de cruceros sería el portal y el zaguán para acceder desde el Caribe a una ciudad fundada en 1553 y llamada por varios siglos “Pueblo de La Mar”. Basándose en ese antiguo nombre, Folco y su equipo bautizaron el ambicioso proyecto “Puerto de La Mar”.

2. La Geografía es la madre de la Historia. Un ejercicio interesante para los estudiantes de arquitectura es presentarles un mapa que muestre solamente la geografía de un territorio y preguntarles dónde colocarían una ciudad. Con algo de sentido común coincidirán con los puntos donde hace siglos o milenios se estableció un grupo de colonizadores, como la salida de un río al mar o el amplio valle donde se desarrolló Caracas. Este es también el método que utilizan los arqueólogos para buscar asentamientos urbanos enterrados: contemplan el paisaje y se hacen la misma pregunta de un fundador alucinado: “¿Dónde ubicaría yo una población en esta región inmensa y desconocida?”. Así son capaces los arqueólogos de evocar el espíritu, la esperanza y la ilusión fundacional que se dio en un pasado remoto y logran acertar y descubrir un antiquísimo asentamiento.

En el caso de Margarita se advierte en el mapa de la isla una especie de mordisco hacia el sureste que conforma la gran bahía de Guaraguao, protegida de los vientos por un morro de buena altura. Allí, donde desemboca el río Valle, se hizo una primera fundación que durante la colonia hubiera podido convertirse en la ciudad margariteña más poblada e importante, pero entonces se encontraba demasiado expuesta a los piratas y sería tierra adentro donde se ubicaría La Asunción, hoy capital de la isla.

Aquí vemos la bahía de Guaraguao y el morro que la protege. Hacia la derecha está la plaza Bolívar que se conecta con el Puerto de La Mar a través de los bulevares peatonales Gómez y Guevara. Vemos también otra de las grandes oportunidades perdidas de Margarita, la inmensa aérea del viejo aeropuerto que se abandonó al azar de la desidia y las invasiones.

La insólita y desoladora historia del Puerto de La Mar; por Federico Vegas 640A

A finales del siglo XVI William Hawkins llamó “Pueblo viejo de La Mar” lo que los pobladores llamaban un “desembarcadero de indios”. Hawkins y su hermano John, junto al primo Francis Drake, arrasaron con todo, pero el lugar era propicio y una y otra vez los pobladores volvían a reconstruir el pueblo, a pesar de que, además de los ingleses, siguieron llegando corsarios franceses, holandeses y el legendario Tirano Aguirre. La última devastación ocurrió durante las guerras de Independencia en 1817, cuando los ejércitos realistas acabaron hasta con la estructura de la única iglesia.

A Porlamar le tomó decenas de años volver a tener un templo decente, pero era cuestión de tiempo el que, gracias a su excelente ubicación, llegara a ser la ciudad más grande y próspera de la isla. A finales del siglo XIX ya tenía un buen muelle y un faro, y las embarcaciones parecían reproducir frente a ella y sobre el mar la misma pujante densidad de un mercado lleno de vida.

La insólita y desoladora historia del Puerto de La Mar; por Federico Vegas 640B

Alberto Añez ha realizado un bello dibujo (para el libro Éxodo, que ha editado con Francisco Suniaga) de los barcos en la bahía de Guaraguao, basado en una foto que mi padre tomó a principios de los años cincuenta, cuando visitó Margarita con la Comisión de Urbanismo y desarrollaron un plan de desarrollo urbano para toda la isla. Puede verse en la foto del puerto un despliegue de balandras, goletas, piraguas y tres puños, que parecen anunciar con su melancólica belleza el fin de la navegación a vela ante la llegada de los motores de gasolina (me cuenta Suniaga que el ruido de los motores acabó también con ciertos cantos marineros cuya nostalgia requiere el silencio del viento).

En esa época se estaba iniciando la avenida Cuatro de Mayo, alejada por varias cuadras del frente marino. Las autoridades municipales regalaban las nuevas parcelas con la condición de que el nuevo propietario las cercara y se comprometiera a construir algo en menos de un año. Pronto todo cambió y se convirtió en la avenida más cotizada por comercios cuyas mercancías ya no llegaban a la ciudad por su puerto original. Porlamar comenzaba a darle la espalda al mar convirtiéndose en un gran bazar que, a su vez, comenzaría a perder vida bajo el impacto de los grandes centros comerciales, aún más distantes de la costa. La bendición de convertir a la zona en “Puerto libre” comenzó a transformar la ciudad en un “puerto muerto”.

Esta historia de una población cuya vida dependía de su relación con la costa y luego comenzó a abandonar la misma razón de sus orígenes, incluso de su identidad, es un fenómeno universal. Pero es un proceso reversible, como lo ha demostrado la ciudad de Barcelona, España. Durante décadas su puerto se convirtió en una barrera oprobiosa, hasta que con motivo de los trabajos para las Olimpíadas de 1992, Barcelona decidió redescubrir el Mediterráneo y, hoy, su frente marino es uno de sus grandes atractivos.

Folco se propuso devolverle a Porlamar la fuerza luminosa y vital de su más importante recurso. La calle La Marina ha mostrado durante muchos años el paisaje de una invasión pirata o una demostración de los efectos corrosivos del mar. El proyecto propone una reurbanización que irradia su fuerza en dos ejes, uno perpendicular al mar adentrándose hasta la plaza Bolívar, y uno paralelo a la costa que entrelaza varios proyectos de edificaciones y espacios públicos: la “Casa del Puerto”, la “Plaza del Mar”, “La Casa del Cine”, un Hotel cinco estrellas y un Centro de Convenciones.Este impulso de ordenamiento y saneamiento del borde costero continúa a lo largo de una “Riviera de Porlamar” que llega hasta la playa de El Silguero.

Después de grandes dificultades, las edificaciones de Puerto de La Mar fueron construidas y comenzaron a irradiar su fuerza renovadora. Nadie imaginaba que en el seno de su propia belleza se generaría una trampa que terminaría por ocasionarle al proyecto un daño profundo y cruel.

En la primera foto aérea vemos el estado de la costa de Porlamar antes del proyecto. La segunda ofrece el estado actual de la intervención de Puerto de La Mar (véase el eje que llega a la plaza Bolívar). La tercera plantea las siguientes etapas propuestas.

Foto aérea central del Terreno Original.1992.
Foto aérea central del Terreno Original.1992.

Foto aerea del estado actual del Puerto de La Mar.
Foto aérea del estado actual del Puerto de La Mar.

Perspectiva de la propuesta
Perspectiva de la propuesta del Puerto de La Mar.

La insólita y desoladora historia del Puerto de La Mar; por Federico Vegas 640C

Ésta es la propuesta para desarrollar el borde costero de Porlamar. De izquierda derecha aparece un puerto para ferrys, nuevas playas, el parque a lo largo de la costa, la renovación del puerto y mercado de pescadores Los Cocos, el puerto y la marina de Puerto de La Mar, , las conexiones con la plaza Bolívar, la rehabilitación del casco tradicional de Porlamar, la desembocadura del río Valle convertida en un parque. La recuperación del frente marino genera nuevas parcelas que no deben crear una barrera entre la ciudad tradicional y el mar, sino una invitación a disfrutar de la costa y la bahía.
Entiendo que esta propuesta pretende señalar extraordinarias posibilidades a ser desarrolladas con la comunidad y no un proyecto definitivo.

3. La Historia es la madre de la Arquitectura. Todos tenemos algo que contar sobre estos años de descalabros en que el país ha estado sometido a una guerra contra si mismo que lo ha ido haciendo cada vez más enfermizo, entrampado y dependiente. Hay desde insólitos disparates hasta monstruosidades que llegan a lo irrecuperable. Mi lista tiene mucho que ver con arquitectura, como la promesa vilmente incumplida del parque La Carlota o la destrucción del Parque Vargas. Pero la pieza que más me subleva y conmueve es la increíble historia de como Puerto de La Mar fue atacado y carcomido en su momento de mayor esplendor, justo cuando empezaban a generar una dinámica que estaba a punto de renovar toda la trama de Porlamar.

Cuando vi nacer el nuevo puerto, al principio lo califique con un par de adjetivos que supuse mezquinos: “pastel post-moderno”. Y resultó que no estaba tan equivocado. El proyecto de Folco sí es un pastel post-moderno, pero a conciencia y con destreza.

La modernidad fue una suerte de rebelión contra la historia, o más bien contra las tendencias a convertir las formas tradicionales en fórmulas que se repetían sin fundamento. En la primera mitad del siglo XX la llamada “contemporaneidad” ofrecía posibilidades constructivas tan novedosas y efectivas que se le consideró “heroica”, plena de lo que Walter Benjamin llamaba un “momento de revelación”. Pronto esta revelación comenzó también a convertirse en fórmulas y a repetirse como un virus que devoraba carne y piedra. La arquitectura se creyó cada vez más autosuficiente y capaz de iniciar una nueva historia que despreciaba los capítulos anteriores.

Una de las víctimas de esta prepotente euforia iba a ser la ciudad, pues nada es más inevitablemente histórico que lo urbano, con su capacidad de acumular y fusionar propuestas. Hispanoamérica con su tradición clásica de dameros, cuadras continuas y plazas, tiene una fuerte carga de historia en los tuétanos de sus retículas, pero con la aparición de nuevas leyes urbanas de origen anglosajón muchas de nuestras ciudades tomaron un camino radicalmente diferente que agredió y extinguió valores que han podido desarrollarse y expandir sus lecciones. Porlamar es un caso más de un urbanismo sometido a un cambio violento de retiros y separaciones, zonificaciones, aislamientos, vialidades que son heridas y no costuras, extinción de patios y plazas, a lo cual se añadiría el radical abandono de su relación con el mar.

Folco enfrentó esta larga y extendida ruptura retomando las tipologías que celebra Leon Batista Alberti cuando habla de los elementos que son comunes a una ciudad y a una casa: “los patios y las plazas, las logias, las salas, el Pórtico y otras cosas semejantes”. La sola idea de diseñar un puerto marino y urbano que sea parte integral de Porlamar, ya traía una estimulante carga historicista. Era cuestión de equilibrarla, de saberla “racionar”, un verbo que incluye medidas, cálculos y sanos razonamientos.

La primera vez que vi una perspectiva con el planteamiento de hasta donde podían llegar los efectos renovadores del nuevo puerto para Porlamar, recordé esas ciudades que sirven de escenario para una novela fantástica, como la Minas Tirith de Lord of the Rings. Pero había una importante diferencia: Puerto de La Mar ya estaba construido y funcionando y comenzaba a darle vida a una nueva realidad. Tanto los habitantes de Porlamar como los turistas de Margarita comprendieron y disfrutaron la propuesta basada en grandes salones abiertos a terrazas y pérgolas, miradores y fuentes, jardines colgantes, pisos en lajas de piedra y entablados de madera, columnas con bloques de piedra de Pampatar, edificios acabados en lajas talladas de piedra coralina y un paisajismo caribeño profusamente compuesto por datileras, palmeras y trinitarias. Este generoso escenario es un llamado de nuestro pasado hacia un futuro más grato, más sosegado y feliz, digno de ciudadanos enamorados de sus calles y de su frente marino.

Antonin Careme, un artista “quemado a la vez por la llama de su genio y el fuego de sus hornos”, fue cocinero de Talleyrand, del Zar Alejandro y del barón de Rotchschild. Careme fue también un gran arquitecto. En su libro, Projetsd’architecture, aparecen sus propuestas para San Petersburgo. Una de sus frases más célebres proponía: “Las bellas artes son cinco: la pintura, la escultura, la poesía, la música, y la arquitectura, la cual tiene como rama principalísima la pastelería.” Puerto de La Mar es, en efecto, un pastel delicioso, rico, adjetivo que tiene que ver tanto con lo bien condimentado como con lo bien construido. A través de esta oferta de gratas experiencias, Folco recuperó un “enriquecido” léxico que había sido olvidado. Gracias a esa misma visión Armando Scannone ha puesto a nuestra disposición recetas “a la manera de Caracas” que estaban a punto de desaparecer.

- Casa del Puerto
Casa del Puerto

- Rampa a Plaza Sirenita Baja.06
Rampa a la Plaza Sirenita.

4. Comienza la tragedia. El éxito del lugar jugaría una papel importante en el drama que se avecinaba. Cuando Gadafi vino a Venezuela en el 2009, el gobierno decidió, por razones de seguridad, recibirlo en la isla de Margarita. Sólo faltaba encontrar un lugar adecuado para condecorar al mandatario con la Orden del Libertador y entregarle una replica de la espada de Bolívar.

La prensa oficialista describió el sitio elegido como “un antiguo complejo portuario”. Las cualidades post-historicistas funcionaban demasiado bien y ya se le consideraba un monumento del pasado.

En octubre del 2008, un año antes de la ceremonia para celebrar las virtudes de un dictador que sería derrocado por su pueblo dos años después, el presidente Chávez realizó una visita a Puerto La Mar y quedó muy impresionado con la generosidad de los espacios. Estaba tan exaltado que levantó la vista y pronunció unas palabras que en sus labios equivalían a una maldición:

— ¡Esto quedó muy bonito!

Y lo “bonito” siempre fue para Chávez sospechoso, así que agregó una explicación a tanta belleza:

— Este iba a ser un puerto para cruceros de la empresa privada, pero se lo vamos a devolver al pueblo.

Pocos años después el mismo comandante se acordó de aquel lugar tan hermoso, tan lejano, tan perdido ya en el tiempo, y dijo en uno de sus Aló Presidente:

— Ese lugar era muy bonito… y ahora lo convirtieron en un chiquero.

En efecto, la secuela de su visita, de su frase lapidaria y de órdenes que ahora no parecía recordar, había sido violenta, castradora. En otra exhalación de júbilo el presidente había declarado que el lugar sería sede de una futura Universidad del Mar y, a partir de ese día, la edificación comenzó a morir de abandono. De ser la nueva puerta de entrada a Porlamar se convirtió en el patio trasero de la ciudad, en un depósito de las causas perdidas del oficialismo. Puerto de La Mar nunca fue expropiado, fue arrebatado y nunca se le pagó su adquisición a los propietarios. Jamás llegó a funcionar algo semejante a un centro educativo y mucho menos una Universidad.

- Antes-Hoy Capilla Muelle
- Antes-Hoy Borde Costero Este

5. Las trampas de la belleza. Pareciera que la culpa de semejante invasión y destrucción la tiene una arquitectura inquietantemente estimulante, promisoria y ejemplar. ¿Por qué la celebración de la belleza se convirtió en una condena? Insisto en que la belleza le resulta al chavismo sospechosa e inexplicable. Ya Vitruvio en tiempos de Julio César la había puesto en una categoría aparte al plantear que los principios básicos de la arquitectura eran “venustas, firmitas y utilitas”. Los edificios debían ser útiles y bien construidos, dos cualidades que es posible constatar y hasta cuantificar, pero, ¿qué ocurre con la “venustas”? La belleza no se mide por su utilidad y puede ser difícil definirla e imposible de precisarla.

Muchas veces consideramos que lo feo es una ausencia de lo bello, pero puede también ser un objetivo. Una de las primeras resoluciones del Ministerio de la Cultura fue eliminar los logos de los diferentes instituciones culturales y crear uno solo, el mediocre sello indigenista de un perro y una rana, el cual serviría tanto para una editora de libros como para un mueso de arte contemporáneo. Dominar y centralizar muchas veces se basa en uniformizar, eliminar la búsqueda formal que requiere crear un ente con una personalidad propia. Pero hay algo más en este afán de igualar: la idea de la belleza está unida al placer, a algo que está más allá de cubrir las necesidades, de la “utilitas” y la “firmitas”, y ese es un privilegio que se considera burgués. La arquitectura de Puerto de La Mar probablemente le produjo a Chávez un mareo angustioso. Se sintió ante una realidad que no podía formar parte de la caótica y empobrecida Porlamar, y solo merecía tener sentido convirtiéndola en algo tan único y fuera de lo urbano como una “Universidad del mar”. La súbita inspiración del presidente no se basaba en ningún estudio previo, era simplemente una manera de separar la nueva arquitectura del resto de la ciudad, de condenarla a una situación tan aislada como la de un barco anclado en el puerto.

El proyecto de Folco ya antes había pasado por otros rechazos y enfrentamientos fruto de la miopía, del egoísmo y una crónica falta de amplitud. Por años una cifra insignificante de cruceros turísticos llegaban a la bahía de Guamache, donde opera un puerto más indicado para la carga y descarga de mercancía, alejado de toda población y atracción turística o comercial. Los propietarios de esas instalaciones vieron en Puerto de La Mar una amenaza. Nunca comprendieron que un puerto adicional, dedicado exclusivamente al turismo, le daría a la isla más capacidad de recepción y aumentaría el flujo y volumen de visitantes; algo que, a la larga, favorecería a todos. Hoy los cruceros pasan de largo sin tocar Margarita cuando navegan hacia Aruba y Curazao.

Este innecesario conflicto de intereses auspició una campaña para declarar la bahía de Guaraguao un criadero de sardinas e iniciar una arremetida contra la entrada de cruceros. Folco perdió esa batalla y creyó que todo estaba perdido, pero los espacios que ya había construido demostraron ser tan atractivos que el lugar empezó a funcionar, incluso sin los cruceros, como uno de los puntos con más potencial de la isla para eventos sociales y corporativos. Todas las novias de Margarita querían casarse en Puerto de La Mar y pronto se inició una afluencia de propuestas para montar restaurantes y tiendas. Esa fue la razón de que fuera elegido, por ejemplo, para el apoteósico evento con Gadafi. La ciudad, como una gran casa, comenzaba a congregarse en su gran salón.

Pero tan pronto se supo que ahora habría una Universidad del Mar, todas las reservaciones de eventos y solicitudes de espacios comerciales se suspendieron. A partir de ese momento las autoridades chavistas se sintieron con derecho a utilizar gratis las facilidades de Puerto de La Mar para actos partidistas sin ni siquiera pagar los servicios y las labores de limpieza. Al poco tiempo el lugar empezó a caer en el olvido y comenzó a convertir en el chiquero que Chávez anunció con tan irresponsable melancolía. Ojalá que lo bien construido de las instalaciones las preserve a la espera de gobernantes más sensatos que reviertan la absurda medida y reintegren el puerto al desarrollo de la ciudad.

Mientras tanto los bulevares Gómez y Guevara, junto a las demás calles del centro histórico, continúan sufriendo los embates de la crisis económica y la competencia de centros comerciales cada vez más grandes, como fortalezas con una sola puerta que nada aportan a la textura urbana. Si las calles tienen mucho que aprender de los Centros Comerciales en materia de limpieza, seguridad, iluminación, gerencia, espacios públicos, también los Centros Comerciales deberían aprender las lecciones de la ciudad, de su multiplicidad y vigor social.

La iniciativa de Folco era justamente concebir el centro y la costa de Porlamar como una unidad que integrara lo comercial, lo residencial, lo hotelero, el puerto, lo educacional, junto al simple placer de recorrer una urbanismo con raíces históricas y la palpitante complejidad de una ciudad. Folco llama a este proceso “Urbanismo vital”. Lo define como:

Un urbanismo que debe estimular las actividades del ser humano en la sociedad. Por eso, la mezcla de usos, la composición espacial y la escala tienen como principal protagonista “la vida” y ésta, es la que determina el diseño y su construcción, y no al contrario.

Han pasado varios años más desde que conversé con Folco y le pregunté cómo había logrado superar espiritualmente una derrota tan injusta, una historia con un final tan desolador. Me contestó que ha seguido haciendo lo que sabe hacer, nuevos proyectos en otros lugares del mundo. Folco debe haber sido en una vida anterior marino, o náufrago —la condición que más idealiza un puerto seguro— porque son los puertos la tipología que más lo apasiona.

Pero sé bien que le resulta imposible separarse de la criatura que ha sido tan cruelmente hostigada. Siente que ya no le pertenece a él, sino a Porlamar, a Margarita, a Venezuela, y le cuesta entender que la isla no exija con más fervor lo que es de ella y no de una secta más religiosa que política.

Al observar las imágenes vemos como los muros se han convertido en parapetos de propaganda. Las edificaciones son vallas publicitarias que nada contienen y a nadie albergan. Es la escenografía de un pueblo fantasma donde se está representando la historia de una isla abatida y vaciada de toda significación cada vez con mayor violencia e iniquidad.

Puerto La Mar

Puerto La Mar 2

Puerto La Mar 3

- Muros decorados

Margarita aún está viva y siempre orgullosa de su capacidad de sobrevivir. Esa vitalidad que aún palpita en las calles y en la costa de Porlamar es la verdadera dueña del proyecto, de las realizaciones y de todo lo que aún estaba por acontecer. A Folco le cuesta descansar mientras ese sueño continúa siendo una absurda e inútil pesadilla, de la que sería tan fácil despertar con algo de sensatez y buena voluntad.

Prodavinci
09-12-2014
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
Administrador del Grupo Yahoo corredor_inmobiliario
Asesor Inmobiliario, de Seguros e Inversiones
twitter: @Henry_Medina
hmedina30@yahoo.es



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