IGNACIO CARDONA
La necesidad de acuerdos
La ciudad es un fenómeno sistémico. La transformación de una calle, incluso de un sector urbano, la colocación de una red de servicios, la construcción de una nueva edificación, son insuficientes si ello no tiene una articulación directa con el entorno.
De manera que la ciudad es, ineludiblemente, una sucesión de sucesos. Nada opera de manera aislada, la ciudad está hiperconectada. Para poner como ejemplo cualquier edificación, una escuela por decir algo, siempre requerirá de un espacio (una plaza, incluso una acera, en el peor de los casos apenas una calzada) para relacionarse con lo colectivo, ese espacio público contiene una conectividad con el resto de la ciudad en lo que se refiere a movilidad (calles, transporte público) y con el territorio (visuales, drenajes, tejidos bióticos). Con respecto a redes de servicio, la escuela está conectada con las aducciones, botes y demás servicios que le permiten funcionar. Incluso podemos mencionar la conectividad virtual que vincula todos los espacios de la ciudad a través de las redes sociales. Por mencionar apenas algunos de los mecanismos de conexión que cualquier fenómeno urbano necesita.
Todo lo anterior entra en el campo de las perogrulladas. Sin embargo, pareciera que -como sociedad- no hemos comprendido esta realidad. La construcción de proyectos habitacionales (privados y de misión vivienda) desarticulados de "lo colectivo"; la aparición de corporaciones -alcaldías paralelas- que ofrecen construir edificaciones "públicas" sin articulación con los planes locales; más aún, la falta de planes. Todos ellos son fenómenos entre muchos que nos ocurren y que pretenden "construir ciudad" sin modelarla integralmente.
Y ninguna ciudad se construye realmente desde el parcelamiento, una suma de eventos individuales no construyen una totalidad. La segregación se ha convertido en nuestro signo, lo evidencia la presencia de 8.000 km de muros, 50 veces el Muro de Berlín, en una ciudad como Caracas. Las consecuencias están a la vista: la dificultad de tránsito, la escasez se espacios de recreación, el exceso de terrenos en desuso, las grandes distancias que tenemos que recorrer para llegar a un lugar que está geográficamente a corta distancia, la proliferación de carros y la falta de roce ciudadano, y varios etcéteras que marcan el signo de las ciudades venezolanas en la actualidad, plagadas de dificultades y carentes de relaciones. Y una ciudad que limita las interacciones comienza a perder sentido, la ciudad existe como necesidad y como consecuencia de los intercambios, el vínculo es lo que les da sentido, es lo que nos hace vivir en ellas.
Para superar este flagelo es necesario llegar a acuerdos, construir los pactos necesarios para definir el modelo de ciudad que queremos, convenir las prioridades a edificar, trazar (y transar) cómo lo urbano se hace sostenible ambiental, social y económicamente. Todo ello es obligatorio. De lo contrario, seguiremos viviendo ciudades invivibles, ciudades que realmente no lo son.
Coordinación Diseño Urbano
mdu@unimet.edu.ve
El Universal
08-03-2014
Lic. Henry Medina
Asesor Inmobiliario, de Seguros e Inversiones
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