miércoles, 3 de julio de 2013

Una cuadra de cuatro esquinas y cuatro lados


Mapa de Caracas 1775. Fuente: lecturas-yantares-placeres.blogspot.com

Las formas geométricas en la trama urbana generan espacios, puntos de vista, posibilidades de conexión; comenzamos con la forma más común: el cuadrado.

La trama de la vida es absolutamente irregular. Por más que intentamos predeterminarla, siempre resulta impredecible. Andar la ciudad, a pesar de que tengamos un programa preestablecido, una agenda, siempre tiene algo de sorprendente. Un giro, una fractura. Ese es uno de los riesgos y encantos de la ciudad (en el fondo, un poco para eso estamos en ellas). Hay un movimiento común en el que vamos ajustando nuestros pasos y nuestros intereses. El intento de sentirnos individualmente libres, en medio de esa interacción social, es lo que nos hace estar (y ser) en la ciudad.

Si bien las formas urbanas no determinan lo que en ella sucede, sí lo condicionan. No da igual andar por una calle recta que por una sinuosa. No es lo mismo la convergencia de vías en una plaza circular que en una cuadrada. No es equivalente una calle en forma de serpiente que se muerde la cola, que define una isla urbana, que una con la “interferencia” de las esquinas. Esas andanzas sobre la geometría urbana la exploraremos en consecuentes ediciones, aprovechando que Caracas está en su mes aniversario, a punto de celebrar sus 446 años.

Nuestra ciudad se armó sobre la base de una trama ortogonal (cuadrícula, damero), siguiendo la estructura de la ciudad española, pero sin obedecer estrictamente las Leyes de Indias, que establecían que de la plaza mayor salieran cuatro calles principales, de en medio de cada una de sus cuadras, y dos más desde cada esquina. Pero eso no fue posible porque la manzana destinada a dicha plaza fue concebida más pequeña que las otras 24 señaladas en el plano del gobernador Juan de Pimentel (1578). De haberse hecho, de la plaza ahora se abrirían doce rutas en vez de ocho.

Pero para este ejercicio tomamos apenas una cuadra. La manzana entre las esquinas Padre Sierra, La Bolsa, Pedrera y Muñoz expresa bien ese aire que en general tiene el centro histórico de Caracas: mezcla del carácter histórico e institucional, del sentido comercial que está metido en el tuétano de la ciudad y de la calle como gran escenario de encuentro y diversidad humana. Un mezcla que resulta en un artefacto lúdico y que permite un recorrido en el que cada cuadra y cada esquina abre nuestra sensibilidad hacia el patrimonio arquitectónico, hacia la política espacializada, hacia la visual de zonas populares de Caracas, pero también a la cercanía de los viejos cines y el portento de árboles centenarios.

Contrasta el suave pero intenso andar de la gente sobre la Sur 4 (cuadra peatonalizada hace pocos meses), entre el Capitolio guzmancista y el Teatro Ayacucho, con el ajetreo incesante de la avenida Baralt, por la que pasan cientos de microbuses que semejan un achacoso tren de infinitos vagones, entre los cuales se desparrama la gente que cruza este eje fundamental. Y destaca un punto, por lo que tiene de resistencia y posibilidad: en la esquina de Muñoz aún funciona el cine Baralt, cine de sacar momentáneamente al viandante de la calle para que viva la experiencia de abstraerse del lugar y el tiempo en el que estamos para regresar con otro ánimo cuando se apaga la pantalla.

Azier Calvo (arquitecto, ex decano de la FAU/UCV)

Presente desde siempre como vestigio de urbes desaparecidas, la trama ortogonal es sinónimo de racionalidad en la creación y crecimiento de poblaciones de diferente envergadura. En Grecia, con Hipodamo de Mileto, la lógica retícula, deviene en instrumento ordenador de ciudades que buscaban reflejar la sociedad ideal. Romanos y españoles perfeccionan el damero griego utilizándolo en las empresas colonizadoras más descomunales de las que se tenga memoria. Ensanches planificados ajustan el esquema en tiempos modernos cuando cruces interminables de calles ponen en entredicho su operatividad ante el automóvil. A la Caracas plana fundacional le funcionó, hasta tanto la indómita topografía del valle impuso su ley. Recordemos: el perdurable damero siempre ha contado con el cuadrado como fiel escudero.

Los datos

1) Padre Sierra

Allí están los edificios Bellas Artes (Art Decó) y Padre Sierra (fachada curva); diversas joyerías y un busto de Billo Frómeta. La cuadra hasta La Bolsa ha sido peatonalizada. Destacan los cines Ayacucho (A. Chataing, 1925, convertido en minitiendas) y Continental (1936, cerrado), la casa Nº 22 (desde el siglo XVIII) y las dependencias y jardines del Capitolio (Luciano Urdaneta, 1873).

2) La Bolsa

La identifican el antiguo edificio de la Corte Suprema de Justicia, una ceiba centenaria (espejo de la de San Francisco) y los accesos a la estación Capitolio. El Metro Center y un edificio en construcción (sede de la Celac) ocupan toda la cuadra. Funciona un mercado de economía informal: Los Guapeadores de La Bolsa.

3) La Pedrera

El mural La patria naciendo de la ternura (Pavel Egüez, 2007) sobre el edificio La Nacional domina el lugar; lo complementan otros murales en los espacios abiertos en torno a los accesos al metro. La cuadra está marcada por la diversidad y agitación comercial de la avenida Baralt.

4) Muñoz

El cine Baralt (uno de los pocos en funcionamiento que están en la calle) y el edificio Kolster (invadido en 2003) son los iconos del lugar. Entre las esquinas de Muñoz y Padre Sierra hay que destacar el edificio Nº 20 (años 40) y desdibujados edificios comerciales de los años 50 y 60. Entre los locales comerciales hay cantidad de zapaterías y casas de empeño.

El Nacional
01-07-2013

Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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