viernes, 31 de agosto de 2012

"Veinte meses en el refugio y aún no sabemos donde vamos a vivir"

Las paredes de la fachada sur del refugio Sambil Candelaria dicen lo que los damnificados no se atreven a gritar: queremos viviendas. Las pintas son su silenciosa forma de protesta. Desde que salieron a la calle reclamando la adjudicación de viviendas el 2 de junio de 2011, los damnificados del Sambil no han vuelto a protestar. Temen que su situación empeore, si es que eso es posible.

"En la última reunión nos dijeron que hay que esperar y tener paciencia. Ya no vamos para Colinas de Santa Mónica que era la opción que nos habían dado. Allí se van a construir 800 viviendas y ese urbanismo se lo han prometido a nueve refugios, pero aún no han hecho ni el primer edificio, solo están las vigas", comenta una damnificada cuando salía del albergue.

Los que acceden a hablar lo hacen sin dar su nombre, pero todos coinciden en que la situación dentro del refugio cada vez está peor. "Por unos cuantos pagamos todos. Hay personas conscientes pero otras que no saben convivir. Lo más difícil es saber tolerar las diferencias", comenta una damnificada de Gato Negro.

En el Sambil Candelaria permanecen alrededor de 400 familias que piden reubicación en Caracas. "Ha salido la gente que aceptó viviendas en Maracay y Los Valles del Tuy. Y está previsto que en septiembre 200 familias vayan a Macuto. Los que pedimos reubicación en Caracas estamos como al principio, no sabemos donde vamos a vivir".

La certeza de que pasarán una segunda Navidad en el refugio es lo que quizás ha llevado a muchas familias a instalar las antenas de televisión satelital que se observan en una la de las fachadas. Suman 60.

Aura tiene cinco meses de embarazo. "Pasé por una crisis depresiva. No es fácil estar embarazada y vivir aquí. Lo más complicado es el tema de los baños que están lejos y hay que compartirlos con mucha gente. Cuando tienes hijas adolescentes es más difícil".

Una damnificada de La Vega denuncia que la cancelación del bono es irregular. "Solo le llega a algunos. Hay madres solteras y discapacitados que no lo reciben. Lo pagan un mes y luego pueden pasar cuatro meses sin que recibamos nada". Esta situación es lo que llevó a una de las familias del refugio a instalar un tarantín con dulces y alquiler de teléfonos justo al lado de la entrada al refugio.

El Universal
29-08-2012

Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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