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Cortesia medios24
La política de vivienda y hábitat de este ya largo mandato de Hugo Chávez ha estado sometida a tantos vaivenes que perdió el rumbo.
Bien pensada en sus inicios y adecuada a la complejidad del problema a enfrentar, fue detenida cuando apenas empezaba a mostrar sus aciertos. Desde entonces, estamos hablando del año 2000 en adelante, fue convertida en promesas incumplidas y buenos negocios para la nueva élite militar y económica, pero no en un avance de atención a las necesidades habitacionales.
Ha sido una conducción errática donde cada cierto tiempo aparece como sacada del sombrero de un mago una pretendida solución mágica que después de su anuncio con bombos y platillos se va desvaneciendo hasta que es sustituida por otra, que corre el mismo destino. Las denominaciones han variado: Batalla por la vivienda, Misión Hábitat, Revolución de la vivienda, Misión Avalancha, Misión Villanueva, Nuevos Pueblos, Plan Avispa, Misión Tricolor, Plan Bolivariano de Vivienda, Ciudades Socialistas y ahora la Gran Misión Vivienda Venezuela.
Perdieron la carta de navegación con la que contaban en 1999, cuando se formuló el Plan Nacional de Vivienda. No ha sido sustituida por otra sino por una secuencia de improvisaciones y apuestas, cada vez más audaces y de resultados inciertos. La actual Misión Vivienda corre el peligro de terminar como las anteriores iniciativas, que se detienen cuando dejan de rendir dividendos políticos, renovando esperanzas con una nueva presentación.
Pero esta operación cosmética tiene sus límites, cada vez más se perciben las inconsistencias de lo que se propone, pero sobre todo, que no bastan metas, hay que ocuparse de los medios para lograrlas. Está muy bien establecerse metas ambiciosas de producción de viviendas, pero para que sean más que promesas, deben contemplar la articulación de todos los actores del proceso: el Estado, las comunidades organizadas y la empresa privada; los productores de materiales y componentes constructivos, los promotores y constructores, las oficinas de elaboración de proyectos y diseños, el sector financiero. Eso supone un enorme esfuerzo de concertación, no de imposición.
Ese es el talón de Aquiles del estilo sectario y confrontador de este gobierno. Sólo si todos remamos en una misma dirección se podrán alcanzar las metas, que no pueden estar teñidas de un color político, sino asumidas como un compromiso compartido por todos los sectores.
Como hemos insistido, la política habitacional tiene que ocuparse de las diferentes aristas del problema: la vivienda nueva y la vivienda existente. Ocuparse de una sin tener en cuenta a la otra deja irresuelto la mitad del problema, hay que recordar que la mitad de la población vive en las barriadas populares, y allí persisten déficit que de no atenderse ampliarán su precariedad y someten a su población a una mayor vulnerabilidad. Esto requiere de programas específicos, sin por ello abandonar la producción de vivienda nueva. Hay que restablecer una visión y articulada de largo plazo para atender los asuntos de vivienda y hábitat en toda su complejidad. Algo que se perdió en el camino en la maraña de programas inconexos que han ido naufragando.
Entorno Inteligente
Fecha: 08-07-2011
Recopilado por:
Lic. Henry Medina
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